Viaje escocia -islas orcas y hébridas exteriores



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Día 28 de julio (jueves)

Ruta: Abadía de Fountains en Yorkshire del Norte -North Berwick- Edimburgo

A primera hora de la mañana vemos como llega un 4x4 con personal del Parque Nacional pero no nos dice nada, hace un pequeño recorrido por el parking, ve que somos gente de fiar y se marcha rápidamente.

A las 9,30 salimos del parking en dirección a la Abadía, son 2 escasos kilómetros hasta el parking de la propia abadía, en ese momento no esta abierta porque el horario comienza a las 10,00 horas, no nos importa mucho porque comienza a llover. Nos equipamos con nuestras mejores galas para la lluvia porque este es un paraje muy grande y distante que te puede sorprender con una intensa lluvia sin que tengas un sitio donde poder resguardarte.

El parking para autocaravanas para la visita a la Abadía de Fountains es muy amplio, está delimitado para coches y otro para vehículos autocaravanas y autocares, es gratuito. Las coordenadas GPS del lugar corresponden con N 54.11367 // W 1.58273.

A las 10,00 en punto en horario británico abren la taquilla, somos los primeros, la tarifa familiar 2 adultos + 2 niños son 32,50 libras.

La mujer que nos atiende al comentar las previsiones del tiempo nos indica que lloverá un poco pero no con mucha intensidad lo que nos permitirá una visita especial del monasterio. Quizás hemos sido muy benevolentes al creerla porque imagino lo que quiere es vender las entradas y las cosas del tiempo son más responsabilidad del cielo.

La Abadía de Fountains tuvo su origen en 1132 por el desacuerdo surgido en la Abadía de Santa Mary de York, debido a 13 de sus monjes re revelaron y pidieron protección del Arzobispo Thurstan de York, este le concedió unas tierras en el valle del río Skell, estos fueron trasladados a su nueva implantación donde llegaron el 21 de diciembre de 1132.

El lugar elegido era un lugar lleno de paz y protegido de las inclemencias del tiempo. Disponía de todas las condiciones naturales para un desarrollo como era la madera y la piedra que garantizaba la construcción con un río y varios arroyos que garantizan el elemento más importante para la vida. Este grupo de monjes dio el nombre de Santa María de las Fuentes que pudo derivar de la ubicación geográfica bien de San Bernard de Fontaines –conocido como Bernardo de Claraval– que era el abad cisterciense de Clairvaux de Francia, entre 1115 a 1153, este animo a los monjes a unirse a la orden cisterciense en 1135. Gracias al apoyo de esta orden, la nueva abadía establece un ambicioso plan de construcción.

La orden cisterciense promueve el ascetismo, el rigor litúrgico dando importancia al trabajo manual. Además de la función social, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual o económico, así como en el ámbito de las artes y de la espiritualidad. Los monjes cistercienses desarrollaron una caligrafía redonda, regular y muy legible. Inicialmente, los manuscritos se decoraban con motivos florales, escenas de la vida cotidiana o del trabajo en el campo, alegorías sobre el combate de la fe o sobre el misterio divino.

Su hábito es unas túnicas blancas confeccionadas con lana de oveja blanca y los escapularios negros, retenida por un cinturón que se lleva por debajo; el hábito de coro es la tradicional cogulla monástica, de color blanco. El uso de ropa interior estaba prohibido, aunque se permitían calzones para poder hacer viajes largos. De hecho, se los llamó en la Edad Media «monjes blancos», en oposición a los «monjes negros» que eran los benedictinos.

Los monjes tenían como uno de los deberes más importantes la educación, sabían leer y escribir. Hacían votos y pasaban sus vidas dedicadas a la oración y a la meditación. Permanecían en silencio la mayor parte de su vida y utilizaban un sistema de señas para poder comunicarse entre ellos. Se esforzaban en buscar la perfección espiritual al conjugar el ascetismo y el rigor litúrgico rechazando la ociosidad en contraposición al trabajo manual.

El canto gregoriano, componente importante del oficio monástico, no era ajeno a la búsqueda cisterciense de la autenticidad de la tradición monástica y el desposeimiento de las formas. Durante ocho veces al día cantaban su adoración al Señor en los servicios religiosos que celebraban ocho veces al día.

El éxito económico de la abadía comenzó porque los nobles empezaron a dar donativos y terrenos a cambio de las oraciones de los monjes para la salvación de sus almas, esto contribuiría progresivamente a una transformación radical de la orden, que se apartaba cada vez más de la austeridad de Bernardo de Claraval. La transformación de los cistercienses en diezmeros se produjo a partir de los años 1200. Con ello, aquello que proporcionó popularidad a la orden en sus comienzos desapareció, y decayó en favor de las órdenes mendicantes.

Los monjes comenzaron a dedicar su tiempo a la oración y entraron los Hermanos Laicos, eran monjes que trabajan las granjas y las tierras. Habían hecho votos monásticos, pero llevaban hábitos marrones en lugar de blancos. Realizaban los trabajos rutinarios de la abadía, y asistían a menos servicios religiosos.

Dado que hacen los trabajos duros del monasterio se les permitía dormir más horas y consumir más alimentos para que pudieran realizar los trabajos físicos. Gracias a ellos la Abadía de Fountains nunca hubiera sido tan rica. Muchos trabajan para la abadía como albañiles, curtidores, zapateros, canteros, herreros, pero su principal tarea era cuidar de los grandes rebaños de ovejas. Vivían en granjas situadas al oeste del Lake District (Distrito de los lagos) y en la parte norte en dirección a Teeside. Esta abadía tenia como principal recurso económico la venta y manufacturas de la lana, pero también participaba en la extracción de hierro y plomo, la explotación de las canteras de piedra y la cría de caballos.

El monasterio llego al 1400 en que comenzaron las crisis porque estos monjes que hacían el trabajo duro empezaron a faltar porque los hombres legos tenían otras oportunidades en la vida, mientras el monasterio había crecido tanto que no podían administrar sus tierras y bienes.

El siglo XV empezó mucho peor, las malas cosechas, enfermedades entre los rebaños de ovejas y los ataques de las tribus escocesas y por su puesto la plaga de la peste negra fue tan grande que ante la falta de hermanos se vieron abocados al arrendamiento de muchas de sus tierras y granjas monásticas. Entonces los monjes empezaron a cobrar dinero y productos en concepto de renta. A finales del siglo las granjas lecheras empezaron a sustituir a la tradicional cría de ovejas.

El último abad responsable de la abadía entre 1495 y 1526 Marmaduke Huby, era un hombre muy poderoso, mando construir una torre impresionante, Pero la situación política en Inglaterra entre Enrique VIII y el papa no pasa por buenos momentos, al rey le molesta la independencia de las ordenes religiosas, además de controlar sus riquezas. Mediante una ley parlamentaria clausuró todas las abadías y los conventos en lo que llegó a conocerse como la Disolución de los Monasterios. Al ser una de las abadías más grandes del país, Fountains fue una de las últimas en cerrarse lo que se produjo en noviembre de 1539.

Algunos monasterios intentaron resistir, pero después de que tres abades fueran ejecutados, el resto se resignó a los hechos; la creación de la Iglesia Anglicana era un hecho irreversible hizo que Enrique VIII ofreciera también a numerosos abades y monjes la posibilidad de integrarse a dicho núcleo religioso como predicadores pagados por el gobierno, mientras que otros monjes recibirían una pensión vitalicia como compensación financiera por perder su medio de vida. Tal posibilidad hizo que muchos monasterios aceptaran la confiscación real sin mayor resistencia.

El abad Fountains recibió una pensión de 100 libras al año, una importante cantidad para la época, su prior 8 libras y los 30 monjes les entregaron 5 libras a cada uno. En tanto la Corona se había reservado la entrega de los objetos de oro y plata, los cristales, ornamentos, y objetos similares fueron vendidos a ricos terratenientes, inclusive los edificios religiosos fueron deliberadamente destruidos en el afán de extraer piedras para otras construcciones o vigas metálicas para su reventa. También se perdieron importantes libros y manuscritos antiguos, algunos destruidos pero muchos otros vendidos a coleccionistas ricos y luego sacados de Inglaterra y dispersados por Europa. En el monasterio se empezaron a derribar algunas dependencias, el plomo del tejado se desmonto para fabricar armas. Se quitaron las vidrieras de las ventanas y algunas de ellas fueron a parar a las catedrales de Ripon y York. Finalmente la abadía se vendió en 1540 a Sir Richard Gresham, era parlamentario e hizo uno de los pelotazos urbanísticos más importantes de la época, por la suma de 1163 libras; en 1596 Sir Stephen Proctor la adquirió por 4500 libras; después pasó a la familia Messenger; en 1786 Sir W. Aislabie la compró por 18.000 libras; a principios de siglo era propiedad del marques de Ripon y pasó más tarde a manos del Estado.

La construcción de la abadía comenzó en 1132, con roca de los alrededores y utilizando la madera sufrió un ataque y fue muy dañada en 1146, la reconstrucción se hizo enteramente en piedra siguiendo la arquitectura de la orden del cister, sin embargo los edificios del monasterio original fueron alterados en la etapa posterior de la orden, por lo que el monasterio perdió la estructura estricta del tipo cisterciense.

La iglesia se levanta a poca distancia al norte del río Skell, en 1170 se había completado y la nave mide 91 metros con 11 bahías entre las capillas laterales, es alargada y desemboca en un corto transepto que fue ampliado en el lado norte levantado una torre de 49 metros de altura entre 1494 y 1526 por orden del abad Huby con el lema “Soli Deo honor et Gloria”, el transepto sur tenía una pequeña sacristía, el coro era profundamente alargado al gusto de la arquitectura inglesa y el altar mayor formado con forma de un rectángulo.

En el extremo sur se levanto un enorme Cellarium, la palabra viene del latín y significa despensa, también conocido como una cripta, era un almacén o trastero. En los monasterios ingleses se encuentra normalmente dentro o debajo de los edificios de la gama al oeste del claustro.

La estancia servía para almacenar los materiales de construcción, además de alimentos, cerveza y vinos bajo la supervisión del cillerero, en la mayoría de los monasterios era asistido por un sub-bodeguero.

Fue construido con piedra con unas columnas de nervios en forma de palmera de una gran robustez para sujetar los grandes pesos de los materiales almacenados, a lo largo de la nave se abrieron grandes arcos góticos para producir ventilación. Encima de esta nave se encontraba el edificio que albergaba las estancias de los monjes.

Al oeste del Cellatium y al sur de la nave de la iglesia se levanto el Claustro, era un recinto cuadrado del que solamente se conservan las cuatro paredes y el lavatorio en el centro del jardín. En el lado este se levanta la sala capitular que limita con el brazo sur del transepto.

En el extremo sur del coro se levantaron el amplio refectorio, la cocina y el calefactorio, ya muy cerca del margen del río Skell.

Encima del calefactorio se levantaba una sala que se llamaba Muniment, y se utilizaba para guardar libros, escrituras, y el dinero –en aquella época era la caja fuerte y hacia la función de un banco por parte de los monasterios donde se guardaban los artículos se podría dejar con seguridad.

Hacia el este del claustro se levantó el edificio del abad, era uno de los más grandes e importantes de toda Inglaterra, no se puede decir que era lujoso porque esa palabra no podía entrar dentro de la regla del cister pero si de una especial construcción.

En dirección oeste se levantaron un edificio pequeño con pequeñas celdas para los monjes y las letrinas en una posición muy cercana al río Skell.

Un pasaje que comunicaba la sala capitular con la casa del Abad y el altar mayor de la iglesia se unía con otro de los edificios importantes: la enfermería. Estaba situada en el lado más al este y además del edificio principal disponía de unas habitaciones, una capilla y una propia cocina separada de la del monasterio. Aquí se cuidaba de los enfermos y se preparaban a los muertos, se lavaban para el entierro. Este fue el lugar donde se alojaron los monjes enfermos y ancianos, y fue dirigido por un monje llamado el Infirmarius que sirvió como el médico. Todo lo que queda de la enfermería y sus edificios circundantes ahora están en ruinas, solamente quedan los contornos y algunas ocasionales de paredes interiores.

La sala principal de la enfermería tenía 170 pies de largo y consistía en una nave central con un pasillo corrido. Había una chimenea en cada extremo. Al este de la sala estaba la cocina de la enfermería. El interior se divide en dos secciones: cocina y lavadero. Un pequeño patio se extendía entre la cocina y la capilla enfermería, está última era para el uso de los enfermos y ancianos que no podían hacer llegar hasta la iglesia principal.

En la parte oeste se levantaban las casas y servicios para los hermanos legos, además de una pequeña enfermería.

Después de la desamortización propia efectuada por Enrique VIII y la especulación del terreno por la propiedad privada la abadía entra en un periodo de sombras durante 200 años. No es hasta 1767 en que entra en una historia sorprendente, la finca fue adquirida por William Aislabie, que pronto se puso a trabajar en el diseño de un elegante jardín dedicado a la contemplación, el ocio y el placer. Para ello plantó árboles, lagos y excavando para crear caminos para integrar los restos de la Abadía Gótica, la edificación de las casas de verano hasta un punto en el lado opuesto al valle, donde los huéspedes pudieran disfrutar de una visión sorpresa de la Abadía en su pintoresco estado de descomposición. Se puso tan de moda que los poetas y artistas llegan a explorar y servir de inspiración en sus obras: como JMW Turner que pintó la Abadía en varias ocasiones.

Se construye en el siglo XVIII el Jardín Acuático Real de Studley tiene una vistas románticas y edificios clásicos, desde sus inicios apenas ha cambiado, momento en que llegaban las primeras visitas a la finca real de Studley como parte del “Gran Recorrido” del norte de Inglaterra. En aquella época, los nobles visitaban el lugar llegando en carruajes atravesando un parque de ciervos para adentrarse en la gran puerta junto al lago Studley.

Los comienzos de la idea del jardín es la obra de John Aislabie (1670-1742) y de su hijo William (1700-1781), en sus principios refleja las modas cambiantes: el estilo formal y las líneas clásicas del jardín original que más adelante cedieron paso a senderos sombreados a través de un paisaje pintoresco.

John Aislabie heredó la finca de Studley en 1693. Era un hombre social y políticamente ambicioso, primero fue un miembro tory del Parlamento por Ripon en 1695 y en 1718 se convirtió en Canciller del Exchequer (ministro de Hacienda). En 1720 le alcanzó el desastre. Aislabie fue uno de los principales promotores de la South Sea Trading Company (Compañía del Mar del Sur), cuya ley promovió él personalmente. John alentó a otros nobles para que invirtieran en la compañía y en contrapartida por sus contactos recibió la suma de 20.00 libras en acciones. Después, en 1720, esta burbuja financiera estalla finalmente (la Burbuja de los mares del Sur), fue expulsado del Parlamento e inhabilitado de por vida para los asuntos públicos y su carrera se vio sesgada porque se le declaró culpable de corrupción, se le encarceló y se le puso una multa de 47.000 libras e inhabilitado para ejercer un cargo público (esto os suena a algo y además muy cercano y de actualidad). John regreso a Studley, era su hogar en el norte de Inglaterra, para poner en marcha sus diseños del grandioso jardín.

Los jardines acuáticos se pusieron muy de moda en Francia y hasta allí marchan los pudientes ingleses para admirarlos, cuando regresaban a casa entusiasmados y dispuestos a imitarlos en las extensas fincas inglesas. Templos clásicos, añadiendo grutas, puente y torres elementos que no debía de faltar en sus jardines.

John contrató a un arquitecto, un ingeniero hídrico, peritos y jardineros para que le ayudaran, En un momento dado hubo más de 100 hombres trabajando en excavar el valle para imponer el paisaje natural con sus especiales líneas rectas de acuerdo con la moda de jardín.

El río fue encauzándose para crear unos canales rectos, se hicieron cascadas y estanques formales como espejos. Trato de ordenar el terreno para que el visitante se dirigiera hacia los caprichos arquitectónicos de estilo clásico que había construido en piedra, con senderos que conducen a las vistas más espectaculares. Se plantaron setos de tejos para luego podarlos con formas geométricas que por un lado ocultaban y por el otro revelaran los elaborados placeres. Toda la energía política que había conseguido la desvió en la creación de este hermoso jardín.

John construyó estanques en forma de luna y un templo dedicado a Hércules, igual la idea era hacer una alusión a la fuerza empleada en crear el jardín. Su hijo William les dio el nombre “Templo de la Piedad” con posterioridad en homenaje a sus padres, añadió una insignia de yeso con el relieve de “La hija griega alimentado a su padre”. Se construyó un invernadero que luego pasó a ser una Casa de Banquetes, con un poco de césped en forma de ataúd para los visitantes celebraran los juegos de ocio.

El jardín de las delicias de los Aislabies situado en lo alto del promontorio se completó con la Torre Octagonal de estilo gótico. Cerca de allí hay una cocina de estilo rústico para preparar la comida caliente. Se accede por un túnel Serpentino que ofrecía una sorprendente travesía a las visitas, con su retorcido recorrido a través de un oscuro túnel de piedra caliza.

Según avanzaba el siglo XVIII, las rigurosas líneas del diseño de los jardines ingleses fueron atenuándose ya que la moda del momento comenzó a favorecer un estilo más natural y romántico. En el jardín romántico los espacios antes delimitados pasan a ser lugares abiertos con amplias praderas, así como numerosos árboles y arbustos colocados al azar.

Los setos antes recortados y de aspecto ordenado se transforman en setos de crecimiento libre donde se combinan una amplia variedad de arbustos que se acaban fundiendo con el resto de la vegetación del jardín. Otro elemento es el agua, que se incluye en lagos, estanques o riachuelos artificiales siempre buscando que tengan un aspecto silvestre, al igual que cada uno de los elementos de este tipo de jardines.

En el año 1768 el hijo William por fin hizo realidad el sueño de su padre cuando pudo comprar la finca de Fountains Abbey por 18.000 libras a los antiguos dueños Messengers de Fountains Hall. Inmediatamente se puso a trabajar para conectar el valle de Skell superior con el Jardín Studley.

William atenuó el carácter ceremonioso del jardín, ajardinando los laterales de las calles y creando High Ride. Construyó el Templo de la Fama, cuyas columnas son de madera pero imitan a la construcción en piedra maciza. Quizás este detalle era advertir a los demás sobre el falso carácter de la fama, aludiendo así a la caída en desgracia de su padre.

Desde la finalización en la construcción del jardín apenas ha sufrido muchos cambios, si volviese, un visitante del siglo XVIII apenas notaría los cambios. Es uno de los pocos jardines de ese siglo que han sobrevivido en su formato original. Pude tratarse del más espectacular jardín acuático de Inglaterra.

Como decía antes de empezar el recorrido comienza llover, aunque no es muy copioso pero es molesto, aun así, decidimos empezar el recorrido porque no hemos equipado bien para ello con paraguas y chubasqueros, es difícil tomar una determinación porque quizás nunca tengas la oportunidad de volver a ver esta maravilla de la naturaleza, también nos anima porque es posible que quizás tenga un plus de romanticismo poder ver el Jardín de Studley incluido las ruinas de la abadía mojadas por unos ojos mojados, lamento la excursión por la cámara fotográfica que es la que mas sufrirá.

Nada más comenzar el recorrido llegamos a un observatorio para contemplar las aves del lugar, entramos y con mucho cuidado, esperamos que los pájaros de la zona lleguen, han instalado unos comedores especiales donde las aves pueden ir sin miedo a ser fusiladas por los cazadores.

Entre las especies que se pueden ver: están los arrendajos con su precioso pelaje azul, marrón, negro y blanco; los Cresta dorada con su cresta color oro y amarillo, su pelaje marrón con franjas negras y blancas; el pardillo común es una especie de jilguero que le encanta las semillas del lino; los gorriones de color gris y marrón; los reyezuelos son pequeños, grandes cazadores y destacan por su cante; el siskin es un pinzón pequeño, el macho tiene un cuerpo de color amarillo-verde veteado y una corona y babero negro. Hay una veintena de especies de aves que se pueden ver desde este mirador.

Cuando estamos en silencio nos sorprende un ejemplar de ardilla que tiene a su disposición todo lo que el hombre ha diseñado para poder ver de forma directa las aves, ella lo aprovecha para comerse sus huevos, dicen que en este momento no son muy bien consideradas por los ingleses que las ven como auténticas ratas graciosas.

Siguiendo el camino del Abbey Field dejamos a la izquierda el Fountain Hall, es una pequeña casa fue construida por Stephen Proctor entre 1598 y 1604, en parte con piedra de las ruinas de la abadía. Ignoramos si es visitable pero lo dejamos por si acaso podemos a la vuelta.

La lluvia arrecia y vemos en el horizonte como sobresale por encima de los altos árboles la imagen de la Torre de la Abadía de las Fuentes.

Llegar hasta la abadía es bajar por un camino sin mucha pendiente para recrearse en la sorpresa que produce al salir de la zona de bosque cuando se despeja totalmente y aparece por completo las ruinas de la abadía. Imagino que es la misma que les producía a los viajeros del siglo XVIII habidos en sentir las imágenes románticas que producían las ruinas clásicas.

«El romanticismo no se halla ni en la elección de los temas ni en su verdad exacta, sino en el modo de sentir. Para mí, el romanticismo es la expresión más reciente y actual de la belleza. Y quien dice romanticismo dice arte moderno, es decir, intimidad, espiritualidad, color y tendencia al infinito, expresados por todos los medios de los que disponen las artes.»

Lo románticos llegan hasta aquí en este período en Inglaterra en busca de iniciar el descubrimiento de la naturaleza, con sus paisajes, la luz y los colores. Se refleja un paisaje que progresivamente está viéndose afectado por la Revolución industrial.

Los románticos se sienten profundamente defraudados ante la aparición de la Revolución porque surge un sentimiento de decadencia, el estado de debilidad de la razón, de la muerte, de la pérdida de un futuro mejor.

La belleza de la naturaleza es una obra divina y la del arte es humana, es una lucha dual que podemos ver en la abadía y las ruinas simbolizan el triunfo de la Naturaleza sobre el arte, o de otra forma, el triunfo de lo divino sobre el hombre. Así, la ruina ante nuestros ojos, es el ejemplo más vivo del triunfo de esa potencia devastadora dentro de una concepción cíclica acompañada debidas a la genialidad del hombre. Como símbolo de la fugacidad, las ruinas nos llegan hasta nuestros ojos como un testimonio del vigor creativo de los hombres, pero a la vez como las huellas de su sumisión a la cadena natural de la vida y la muerte.

El vestigio de ese pasado tan lejano se convierte en el símbolo de la transitoriedad del hombre por la tierra, creando un sentimiento humano de soledad. La ruina representa un mundo hundido en la lejanía, con bosques y parajes vírgenes, son espacios donde se adivina la vida y la muerte, sin puntos intermedios, donde las catástrofes son dignas y heroicas.

El culto a la ruina de los antiguos románticos es la expresión más íntima de la desesperanza y el reconocimiento de la caducidad humana, además de una materialización de una protesta natural ante una época determinada.

La muerte, la noche, la lluvia, las brumas tienen un protagonismo de esa visión con un mundo demoníaco de los sentimientos. La oscuridad se erigirá como el símbolo de la primacía del inconsciente. Las imágenes sombrías, confusas y desdibujadas tienen un mayor poder para suscitar en la imaginación las grandes pasiones que aquellas, que por el contrario, se manifiestan limpias y claras.

La ruina represente un nuevo espacio estético y mental, con carácter caótico, regido por fuerzas del mal. Es un espacio y un tiempo ruinoso que se dispondrá como una iniciativa para comenzar un nuevo camino en la regeneración del arte consiguiendo que la belleza, el amor y la muerte lleguen a su final. El provenir de la belleza es la propia muerte, una muerte que describe belleza y vida. El romántico no admira como el ilustrado sino que además siente como un hombre.

El romanticismo tiene una visión de la poética de las ruinas que se irá asimilando plenamente, pero esa visión se proyectará como un cambio de rumbo que obligara a la restauración.

Las ruinas son sagradas cuando el hombre las abandona y se apoderan de la naturaleza para administrar otro tipo de arte. La ruina pasará a dejar de ser una metáfora caduca y llena de soledad para convertirse en una idea de reconstrucción para sobrevivir a los cambios históricos y sirven de referencia en las situaciones críticas.

En el siglo XIX nace la idea del monumento que es definido como “un valor del recuerdo intencionado” que quita la sombra del pasado para convertirse en el sentir de las generaciones futuras puedan conocer la historia, la antigüedad y la contemporaneidad.

Los últimos románticos admitirán la teoría de la restauración entre un valor histórico y de contemporaneidad. Es una teoría idealizada, proclive a eliminar impurezas que se han adherido al monumento a través de los siglos y que trata de devolver el estado original.

El día sigue echando agua a nuestro lado y nos podemos considerar unos románticos privilegiados porque no hay mayor romanticismo de ver las ruinas bañadas en agua, somos tan románticos que estamos completamente solos, hasta los románticos ingleses han abandonado la idea de hacer la visita en un día tan especialmente romántico.

Seguimos el curso del río hasta que hace un meandro que salva el desnivel, hay un puente de piedra que crea una cascada se llama Rustic Brige. Llegamos a la zona denominada Water Garden, aquí el agua se amansa gracias a la acción del hombre que por medio de canales y cascadas va llevando el agua a su antojo.

Podemos ver en el lado contrario al jardín acuático el Templo de la Fama, más adelante el templo de la Piedad, dedicado a Hércules en 1729. La forma de media luna continúa con el tema clásico rodeado de estatuas de plomo de Baco, Neptuno y Galeno, mientras que la estatua de Hércules y Anteo da forma al canal.

Desde la lejanía el Templo de la Fama parece una obra de piedra traída directamente desde Grecia. Las columnas en el templo de la fama se ven como piedra sólida. Sin embargo, en una inspección más cercana, que son, de hecho, acaba de madera pintada. El templo de la fama es una locura fue creado como un lugar para entretener y ofrecer un picnic a los visitantes de los jardines. El templo mira hacia abajo en los jardines y en sí Abbey es otra réplica de una locura europea, probablemente vista por primera vez en las revistas de la época y que originalmente solamente eran accesibles en caballo o en carro.

Después de pasar por el túnel Serpentine y subir hasta el promontorio donde se encuentra La Torre Octogonal desde donde se pueden contemplar una vistas impresionantes sobre el Jardín Acuático.

Abandonamos la puerta controlada de la abadía Lakeside para salir del monumento. Un camino lleno de robles comunica con otra de las atracciones de la zona es la Iglesia de San Mary.

La Iglesia de Santa María es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de estilo victoriano neogótico de la alta Inglaterra. Fue diseñado en la década de 1870 por el extravagante arquitecto William Burges. Ubicado en Studley Royal Park, un sitio del Patrimonio Mundial de la Humanidad y también está incluido dentro de las ruinas de Abadía de las Fuentes.

La iglesia fue construida por el marqués y marquesa de Ripon después de una muerte trágica de la familia en 1870. La decoración extravagante de su interior está influenciada por el gótico inglés del siglo XIII decorado con pantallas de mármol de color, vitrales de colores, un espléndido órgano, frescos y figuras doradas en toda su gloria original.

La iglesia ocupa el terreno más alto de la avenida de Studley Royal, anteriormente había un obelisco del siglo XVIII, está situada en línea recta con la catedral de Ripon al este. La iglesia destaca por su exterior con una enorme torre puntiaguda que empieza en la portada principal y demuestra el resurgir por lo religioso de la época victoriana. La silueta es llamativa y su decoración es atrevida forman un gran contraste de la vista de esta pequeña iglesia parroquial de Aldfied.

En la puerta del Oeste se puede ver unos pájaros tallados. Dentro de la tracería de la vidriera del oeste, así como en la del este, se puede ver una rosa –es uno de los emblemas de Burges– A medida que se pasa hacia el este, se puede ver como hay un cambio en el estilo arquitectónico, desde las tallas sencillas de la nave hasta los ornamentos delicados del antecoro. Estas formas sirven para dar énfasis en la parte del este que contiene el altar. En las paredes meridionales y septentrionales del antecoro se ven figuras talladas que representan toda clase y tipo de raza humana. La gran vidriera está situada en la pared oriental queda dominada por tres tabernáculos, estos, y las vidrieras de las rosas reflejan la influencia del antiguo estilo gótico francés más que el propio inglés.

El acceso a la iglesia se hace por el portal meridional, tiene tallas de metal muy elaboradas. El interior de la nave parece demostrar las influencias inglesas y quizás recuerde el estilo arquitectónico de la catedral de Salisbury, Tiene detalles del primer periodo gótico por las columnas pequeñas a cada lado de color oscuro, que están juntas a las columnas mayores. Subiendo los peldaños del antecoro, pasamos por una expresión de blanco y negro para gozar de una explosión de colores refulgentes. En el suelo hay un pavimento de mosaico, en mármol rojo, las paredes están pintadas junto con las vidrieras por Weekes, todos tratan de evocar la Ciudad Celestial descrita en el Libro del Apocalipsis. Además cuando te acercas a los peldaños se ve la inscripción “Entraremos en la Casa del Señor, nuestro pies se hallarán dentro de sus portales, oh Jerusalén” El techo está adornado con ángeles que están ofreciendo una vista de los cielos sobre el mar.

En uno de los laterales esta la sepultura familiar del marqués y la marquesa que se encuentra debajo de la capilla de San Jorge. El marqués era un reformador, una vez que llegó al título en Virrey de la India, allí se convirtió al catolicismo mientras construía la iglesia. Se dice que su esposa ayudó al arquitecto, apoyándole en el tablero del dibujo y en los diseños. Guliel Burges gozaba de una renta privada considerable y esto le permitía escoger los proyectos que más le interesaban. Visitó Europa varias veces, dibujando las catedrales que vio y diseño su propia catedral, la de San Finbarre de la ciudad de Cork, la cual se parece en grande a esta iglesia de Santa María.

Aquí damos por finalizada la visita a este precioso paraje, la verdad es que hubiéramos hecho la visita mucho más espectacular con el suelo seco, los cielos azules y el color de la piedra gris mate en lugar de gris brillo por el efecto del agua.

Solamente tenemos que andar un kilómetro por un camino hasta regresar al parking de autocaravanas denominado Pb del Visitor Centre. Son las 4 de la tarde y nos queda secarnos y comer antes de proseguir el viaje.

Nuestro siguiente punto a visitar está atravesando la virtual frontera de Escocia, es el pueblo pesquero de North Berwich, nos separan 276 km. y el tiempo estimado en llegar 4 h y 20’, hay que tener en cuenta que solamente circularemos 123 km por autopistas.

A las 21,30 horas llegamos al puerto costero de North Berwick y nos dirigimos directamente al parking último situado en la playa, donde en estos momentos hay varios huecos, aunque vemos carteles que indica claramente “not overnaith”, pero somos tantas autocaravanas que no parece que existan problemas. Las coordenadas GPS del Lugar corresponden con N56.05841//W2.69430.

Es difícil describir el lugar donde pasaremos la noche, es quizás uno de los más bonitos de los últimos tiempos, situado sobre un promontorio, a nuestra derecha hay una enorme pradera con los bankers del Golf Club Course. Debajo una playa salvaje blanca combinada con el negro de las rocas, al fondo, unas pequeñas islas dominadas por la imponente Bass Rock, a la izquierda, la playa blanca de North Berwick que se baña del mar de la Bahía Milsey , y al fondo, la propia ciudad y su puerto pesquero a la derecha. A todo esto añadimos la puesta de sol de una tarde maravillosa que parece ha sido hecha ex profeso para esta zona.


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