Introducción. El alba de una nueva era: esclavitud total 11


CAPÍTULO 4 HACIA UNA SOCIEDAD SIN DINERO EN EFECTIVO



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CAPÍTULO 4

HACIA UNA SOCIEDAD SIN DINERO EN EFECTIVO

No hace mucho tiempo, tanto filósofos como profanos consideraban insondable el concepto aterrador de un mundo futurista, transmitido a través de una miríada de libros y películas de ciencia ficción, donde los humanos —señalados por la «marca de la bestia— se convierten en esclavos, y cuya dignidad, humanidad y honor se ven confiscados en nombre del Nuevo Orden Mundial, y «su acérrimo individualismo sacrificado en aras de una armonía universal anestesiada».'


Luego, en la década de 1960, los globalizadores se dieron cuenta de que el mundo no estaba cambiando lo suficientemente rápido para su gusto y decidieron actuar. En 1962, Nelson Rockefeller apelóa la creación de un Nuevo Orden Mundial: «Los temas de la actualidad exigen a gritos un nuevo orden mundial, porque el antiguo se derrumba, y un orden nuevo y libre lucha por emerger a la luz... Antes de que podamos darnos cuenta, se habrán establecido las bases de la estructura federal para un mundo libre.»
Si la información de los capítulos anteriores era alarmante, lo que sigue a continuación le producirá un escalofrío en la espalda porque nos acercamos a las etapas finales de la Esclavitud Total.
La sociedad sin dinero en efectivo no es un «nuevo» concepto sino uno antiguo recuperado por la élite globalizadora para ejercer un control absoluto sobre todos los individuos. En agosto de 1975, el senador estadounidense Frank Church declaró que «el Gobierno tiene capacidad tecnológica para imponer una "tiranía total" en el caso de que un dictador tomara el poder. No existiría un solo lugar para ocultarse».
El dinero en metálico nos garantiza intimidad y anonimato o, lo que es lo mismo, libertad. También nos garantiza independencia. Todos nosotros podríamos conseguir que los bancos del mundo quebraran con sólo sacar simultáneamente el dinero que tenemos depositado en ellos. El dinero en efectivo también es sinónimo de descentralización_ El gobierno sabe que para controlar, vigilar y seguir la pista de la población debe suprimirse el dinero en efectivo. En la década de 1960, según mi abuelo —un oficial del Servicio de Contraespionaje de la KGB—, este último barajó un plan que consistía en la introducción de una tarjeta de crédito en el sistema para así poder efectuar con facilidad un seguimiento tanto de las personas como del dinero. Para su desgracia, aunque afortunadamente para el resto de la población, había un inconveniente de carácter práctico en todo este asunto. Por aquel entonces las tiendas rusas, si se caracterizaban por algo, era por su falta de mercancías. Aunque cada ciudadano ruso dispusiera de una sofisticada tarjeta de crédito, el gobierno apenas podría seguirle la pista a nadie, exceptuando un reducidísimo grupo de clientes, generalmente aquellos que tenían contactos, aquellos que conocían a alguien en alguna parte y podían cambiar sus bienes y favores por los de sus amigos. Esto me recuerda una anécdota de mi juventud: una vez en pleno invierno mi padre, y yo, mientras regresábamos a casa tras esperar dos horas en un supermercado local, nos encontramos con unos amigos de la familia. Antes de marcharnos mi padre cambió doce rollos de papel higiénico por un par de zapatos que le venían demasiado estrechos a su amigo. Según me explicó mi padre más tarde, las personas siempre llevaban consigo alguna cosa que les resultara inservible y que siempre pudieran cambiar por algo a lo que poder sacarle provecho.
Como ya señalé en el capítulo 3, el objetivo del Nuevo Orden Mundial es erradicar a los poderes descentralizados, para lo que deben suprimirse los territorios independientes, que son más difíciles de controlar, y crear una comunidad europea dependiente a fin de establecer un Gobierno Mundial Único (autoridad universal, monopolio) que se autoperpetúe.
En la década de 1980, el profesor B. A. Hodson, director del Centro Informático de la Universidad de Manitoba, recomendó grabar una marca identificadora en la frente de cada individuo. En un primer momento, la idea consistía en tatuar un fluido permanente no tóxico sobre la carne humana, que se trasluciría con la ayuda de rayos ultravioleta o infrarrojos.
El 20 de septiembre de 1973, la portada de Senior Scholastics —una publicación especializada (ahora desaparecida) orientada a los centros de enseñanza secundaria y superior—mostraba a un grupo de niños con números tatuados en la frente y divulgaba un artículo de fondo titulado «Necesidades sociales y derechos privados. ¿Quién te vigila?». En dicho artículo se especulaba con lo siguiente: «Sin moneda, sin cambio y sin cheques. En el programa, a todas las personas se les asignará un número que llevarán tatuado, bien en la muñeca o en la frente. Asimismo todos los artículos de bienes de consumo se marcarán digitalmente. En el punto de control, gracias a un ordenador situado en la salida de la tienda, se captará el número de artículos seleccionados para su compra, así como el número de la persona, y automáticamente el ordenador sumará el precio y descontará el importe de la cuenta del cliente.»
El Premio Nobel de Química de 1954, Linus Pauling, propuso que se tatuara una marca en los pies o en la frente de todos los jóvenes el código de su respectivo genotipo.
En 1974, un profesor de la universidad pública de Washington, el doctor R. Keith, inventó una pistola láser que se emplearía para numerar peces en menos de un segundo. Farrell dijo que tal arma también podría utilizarse para registrar numéricamente a las personas.
El asesor del Servicio de Inteligencia McAlvany declaró que «la era del dinero en papel moneda está tocando a su fin y una nueva era con una sociedad sin dinero está amaneciendo. Si las modernas tarjetas electrónicas de crédito y débito pueden cambiarse por dinero en efectivo, entonces cada transacción económica de su vida puede ser catalogada y almacenada como una futura referencia y, aquellos con el poder de interrumpir su acceso al dinero electrónico, pueden estrangularlo en el tiempo que dura un latido de corazón. El potencial del totalitarismo para chantajear y controlar es increíble, pero la mayoría de las personas ni siquiera parece darse cuenta».
Michael Journal, de Canadá, lanzó una advertencia siniestra sobre los peligros de las tarjetas de débito: «Mientras usted pueda sacar dinero en efectivo de los cajeros automáticos mediante tarjetas, éstas le parecerán bastante prácticas, ya que eliminan la necesidad de llevar dinero encima. En tal caso, el sistema de la tarjeta de débito se convertirá en un instrumento para ejercer un control absoluto sobre el ser humano. El objetivo a conseguir es una sociedad sin dinero en que toda transacción económica deba hacerse obligatoriamente a través de un sistema bancario informático, para utilizarlo si, por cualquier razón, usted es clasificado como "persona indeseable".» Tomen como ejemplo al autor de este libro. ¿Cuánto tiempo piensa usted que el Nuevo Orden Mundial me dejará conservar mi dinero electrónico en mi cuenta electrónica, que en definitiva «son sólo números en la pantalla», antes de decidir suprimir cada euro duramente ganado con sólo pulsar la tecla de borrado de la pantalla del ordenador? O, ¿realmente cree usted que tras leer este libro me dejarán seguir actuando a mis anchas? Convertido en «enemigo del Estado» por el Gobierno, sólo tendrán que borrar su número del ordenador central y usted ya no podrá comprar ni vender y, de este modo, le condenarán a desaparecer poco después. A Boris Illinietz, un disidente soviético exiliado en Occidente en la década de los setenta y que actualmente vive en París, el Estado le confiscó su dinero antes de apartarlo mediante la imposición de un exilio permanente en el extranjero por actividad anusoviética, una frase clave para la «persona indeseable».
El continuo flujo de noticias procedentes de la prensa mundial a lo largo de los años setenta y ochenta apuntó cuestiones preocupantes sobre las implicaciones de la tecnología del Gran Hermano bajo nuestra piel.
En 1980, reportajes anónimos de investigación aparecidos en U. S. News y WPórld Report señalaban que el Gobierno Federal estaba considerando implantar «carnets de identidad nacional sin los cuales nadie podría trabajar ni manejar un negocio».
En 1981, The Denver Post Sun se preguntaba en voz alta qué sucedería si un día los implantes de microchip reemplazaran a los carnets de identidad. El artículo, con fecha del 21 de junio de 1981, decía en un pasaje: «El chip [...] aproximadamente del diámetro de una mina de un lápiz portaminas [...] se coloca en una aguja que se encaja en una simple jeringuilla 'esterilizada con una solución antibacterias [...] puede inyectarse mediante una sencilla jeringuilla —del tipo que se utiliza para inyectar el medicamento en los enfermos de insulina— en un ser humanó (o animal) [...] se codifica una oblea con un número exclusivo de doce dígitos. La aguja se enfunda y ya está preparada para identificar algo o a alguien para siempre.»
Una ilustración a página entera en un ejemplar* de 1993 del London Daily Mail mostraba a amas de casa europeas realizando compras con tan sólo colocar las manos sobre la pantalla del ordenador en la caja registradora. A modo de comparación histórica, cuando Sylvan Goidman inventó el primer carro de compras en 1937, tuvo que contratar a modelos para enseñar cómo se usaba exactamente el nuevo artilugio. En Oklahoma, los clientes estaban acostumbrados a ir de compras a sus tiendas con pesadas cestas de metal y no sabían qué hacer con los cómodos carros de ruedas. Las revistas de aquel año estaban llenas de imágenes sensacionales de amas de casa empujando los nuevos y «cómodos» carros de compra por los pasillos de la tienda. Hoy en día, otro tipo de imágenes llenan las portadas de las revistas: las de amas de casa con un «cómodo» microchip insertado bajo la piel. La historia sólo se repite para aquellos que desconocen los hechos.
• El 7 de mayo de 1996, el Chicago Tribune planteó problemas preocupantes en torno a las implicaciones de la tecnología bajo la piel inventada por el Gran Hermano.
En agosto de 1998, la BBC informó acerca de la primera implantación humana de microchips.
The Sunday Oregonian se unió a la creciente lista de los medios de comunicación preocupados por las tecnologías alfa_ s numéricas de identificación sanitaria, capaces de seguir a los individuos, que «reducirían [las libertades personales] y el derecho a la intimidad». El artículo de fondo del periódico mostraba a humanos con códigos de barras en la frente.


LA USURPACIÓN DEL GRAN HERMANO
Mientras hablamos, se está creando un peligroso sistema de bases de datos interconectadas internacionalmente y, como demostraré a lo largo de este capítulo, pueden llegar a almacenar los datos de toda nuestra vida en sofisticados archivos informáticos, que contribuyen a una sustitución gradual de su dinero real por dinero virtual o electrónico, representado por un conjunto de números en tina pantalla de ordenador.
Para colmo, el uso de tarjetas y de dinero electrónico se convierte poco a poco en obligatorio en la mayoría de las naciones del mundo desarrollado tales como Canadá, Estados Unidos, Australia, Francia y Alemania, para toda operación en dinero en efectivo que suponga más de algunos pocos miles de dólares. La excusa que alegan: los bancos es que, con el moví= miento de grandes cantidades de dinero, actúan de acuerdo a medidas drásticas para precaverse del dinero procedente del negocio de la droga que se blanquea dentro del propio sistema. Ni qué decir tiene que sólo un idiota daría crédito a ese argumento.
Desgraciadamente, a la gran mayoría de nosotros nos han sometido a un lavado de cerebro para acabar creyéndonoslo. No movemos ni un dedo para protestar cuando los bancos nos exigen justificar cualquier operación al contado de unos miles de euros. En Committee of300, John Coleman explica que los verdaderos multimillonarios manejan su dinero mediante el sistema CHIPS, acrónimo de Cámara de Compensación del Sistema de Pagos Internacionales. Veinte de los bancos más grandes utilizan este sistema. Uno de ellos es el Banco de Hong Kong y Shanghai. Otro es el Crédit Suisse. En combinación con el sistema SWIFT (acrónimo de Sistema Internacional de Operaciones Financieras de Alcance Mundial, creado por la comunidad económica internacional en 1973 para garantizar la seguridad, la rapidez y la eficacia en la transmisión de dinero), con base en Virginia, el dinero sucio procedente del negocio de la droga se vuelve invisible. Sólo los casuales descuidos provocan los éxitos del FBI, y eso únicamente cuando no se le ordena mirar hacia otro lado. Como resultado, sólo atrapan con dinero derivado del negocio de la droga entre manos a traficantes de poca monta. La élite, como Drexel Burnham, Crédit Suisse o el Banco de Hong Kong y Shanghai, pasan totalmente desapercibidos. Por lo tanto, que los bancos pidan a sus clientes justificar una transacción financiera de unos miles de dólares o euros no es más que una farsa y seguir el juego para velar por la honestidad del cliente, sólo equiparable a la farsa en los aeropuertos tras el 11-S: debido a este montaje y, de acuerdo con las medidas acordadas, ya no podemos pasar al interior del avión los objetos más rutinarios e inofensivos, en el caso de que puedan comprometer la seguridad de los pasajeros, cuando el 11-s fue una operación del Gobierno de los Estados Unidos. Existen varios libros excelentes sobre el tema, como el de Michael Ruppert Crossing the Rubicon que lo demuestra de manera inequívoca y hace recaer todo el peso de la culpa directamente sobre las espaldas de Bush y el vicepresidente Cheney. No obstante, todo «espectáculo» contribuye a hacer buena televisión.
MICROCHIPS
Para llenar el hueco dejado por «la sociedad sin dinero», los globalizadores necesitarán desarrollar un sistema paralelo de compra o, dicho en otros términos, ¿cómo conseguirán que la gente se instale los chips? Pues haciendo creer a la gente, mediante el uso de los medios de comunicación controlados, que es necesario, para así convencerlos de que se lleven a casa uno de los aparatos desarrollados por el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas. El argumento, que se está probando en los Estados Unidos, se llevará a cabo de la siguiente manera:
«En primer lugar —escribe Texe Marrs en Millennium: Peace, Promises, and the Day They Take Our Money Away--, el mundo se verá obligado a utilizar un nuevo sistema de identificación internacional informatizado que permitirá un acceso inmediato a los datos personales digitalizados como detalles bancarios, clasificación crediticia o situación laboral. Todas las personas dispondrán de nuevas tarjetas de identificación personal para que el nuevo sistema funcione. Poco después de eso, todas las tarjetas de identificación personal, tarjetas de débito, permisos de conducir y- tarjetas de crédito se aglutinarán en una sola Tarjeta Inteligente Multiuso de tecnología avanzada con un circuito integrado de sistemas empotrados capaces de almacenar tanto dinero electrónico como información referente a la identidad personal. Casi simultáneamente a este acontecimiento, el mundo se quedará sin dinero y la moneda se ilegalizará para que todo lo que debamos comprar y vender lo hagamos mediante operación informática, es decir, simplemente una serie de números flotando en el ciberespacio.»
Una vez el dinero haya desaparecido, y la población en general acepte las tarjetas inteligentes y se consolide el sistema de chips electrónicos, el Nuevo Orden Mundial se inventará un sinfín de problemas en el sistema de las tarjetas electrónicas, como por ejemplo que las personas a veces tendrán que hacer frente a que su dinero esté perdido en el aire a causa de desgraciados pero inevitables errores informáticos. Es decir, que los errores informáticos pueden ocurrir es un hecho. Que se pueden fabricar para que aparezcan también es un hecho. Si debemos creer que todo esto conduce inevitablemente al objetivo final, que es el Microchip Implantable, entonces el escenario que he descrito es bastante plausible. Tras meses de retraso, llamadas telefónicas y acciones legales, los bancos «devolverán» la suma de dinero que le corresponde a su legítimo dueño que se habrá encontrado repentinamente. Se nos informará de que nuestras nuevas tarjetas se pueden robar o perder con facilidad y, si esto sucede, no podremos hacer funcionar o llevar a cabo transacciones de un modo seguro.
Según la empresa de estudios de mercado Ipsos-Reid, en marzo de 2003 más de un tercio (el 35 %) de los canadienses dejaron al descubierto en línea información personal comprometida. En junio de 2001, el número sumaba un 21 %. En diciembre de 2000, era sólo el 18 %. El 95 % de aquellos cuyos datos se habían visto comprometidos se habían registrado sin darse cuenta en un correo basura y otro 29 % dijo haber vendido o transferido a un tercero sus datos personales. El 43 % de los encuestados afirmaron creer que su información estaba protegida
Una empresa de estudios de mercado, cuyo nombre es Allied Business Intelligence, estima que el mercado global de los microchips de la tarjeta inteligente crecerá en más de tres =mil cien millones de dólares hacia el 2008.
En la actualidad, 850.000 consumidores utilizan regularmente tarjetas inteligentes en Francia. En Japón están en circulación 650.000 monederos electrónicos conocidos como tarjetas «Edy». La tarjeta francesa Moneo (la tarjeta inteligente que se puede cargar con dinero electrónico y se utiliza para pagar en el. parquímetro, en las máquinas expendedoras y en los comercios. Los protocolos criptográficos protegen la transferencia de dinero entre la tarjeta inteligente y la máquina que la acepta) lo ha incorporado en sus tarjetas de crédito ya existentes, algo que nunca se ha intentado fuera de Francia. De hecho, se ha añadido automáticamente a 25 millones de tarjetas de crédito que debían renovarse sin que los propietarios lo supieran.
En la etapa final, el Gran Hermano nos dirá que tiene la solución última para acabar con todos los problemas: unir a la gente personalmente a sus tarjetas. Esa será la razón que esgrimirá para que todos recibamos un Transpondedor Biochip de Identificación Personal inyectable bajo la piel que sustituirá nuestros carnets de identidad. Sin él, no se permitirá a nadie comprar o vender nada.
Y aquí lo tiene: un microordenador chip puede implantarse bajo su piel, y las estadísticas demográficas pueden leerse con un escáner electrónico. Se dispondrá todo para un Gobierno que desea controlar los movimientos de todos y cada uno de nosotros, hasta que lo sepan codo de usted.'
UN PLAN PARA IMPLANTAR MICROCHIPS A LA HUMANIDAD
Actualmente, la implantación de microchips se presenta como un procedimiento voluntario. Sin embargo, Elaine M. Ramish escribió en un reportaje para el Franklin Pierce Law Centre' que «el sistema (obligatorio) de identificación nacional mediante la implantación de microchips puede alcanzarse en dos fases: con su introducción como sistema voluntario, ya en funcionamiento en el rastreo de animales, en cuyo caso la implantación del microchip parecerá aceptable. Tras un período de familiarización con el procedimiento y el conocimiento de sus beneficios, la implantación sería obligatoria».
Desde el WorldNetDaily.com,' John E. Dougherty cita a George Getz, director de comunicaciones del Partido Libertario Americano: «Después de todo, el gobierno nunca ha obligado a nadie a obtener un permiso de conducir (ni a disponer de un número de la Seguridad Social, hoy obligatorio) pero intentar vivir sin uno de ellos, cuando todo el mundo, desde el empleado de su banco al agente de la oficina de alquiler de coches, o el agente de reservas de un hotel o bien en la tienda de comestibles, se lo pide a usted para que pueda beneficiarse de sus servicios, esto viene a ser lo mismo que una obligación. Si el Gobierno puede exigirle dar sus huellas dactilares para conseguir un permiso de conducir (algo obligatorio en España en los carnets de identidad nacional; en el pasado, sólo los criminales tenían que dejar la impronta de sus huellas) ¿por qué razón no iban a poder obligarle a implantarse un chip electrónico?»
El objetivo último es provocar una rejilla de control en una sociedad sin dinero que permita seguir el rastro de cada una de sus compras, controladas por un Gobierno Mundial, vigilados por un Ejército de las Naciones Unidas, financiado en su mayor parte por los contribuyentes estadounidenses, regulados econópicamente por un Banco Mundial mediante una única Moneda Global, y poblados por una Humanidad desorientada con microchips implantados y conectados a un ordenador global.
Éste no es un ensayo general del Apocalipsis. Esto no es una prueba. Esta es la nueva realidad que ha diseñado gente como los bilderbergers, preparada por Tavistock y ejecutada por los medios de comunicación con un esfuerzo de colaboración por parte de las corporaciones multinacionales (las cuales «por razones de seguridad» han optado por emplear tarjetas de inteligencia para seguir los pasos de sus empleados dentro de los confines de sus oficinas corporativas).
Por ahora, para hacer que la población en general acepte el producto, ya se les imponen literalmente chips a grupos enteros de personas dentro de la sociedad: pedófilos, asesinos, violadores, traficantes de droga, delincuentes comunes, enfermos mentales, maltratadotes de mujeres, personal militar, servicios secretos.
«Las etiquetas electrónicas podrán colocarse a los pedófilos», Sunday Times de Londres, 11/17/2002, http://wwwtimesonline.co. uk/article/0,2087-4835 10,00. html. «Esperanza Aguirre presenta el brazalete contra los maltratadores», El Mundo, 29/06/2004.
La presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha presentado el primer prototipo de brazalete electrónico que se ha diseñado en España para detectar cuándo un maltratador viola la orden judicial de alejamiento y participó, desempeñando el rol de víctima, en las pruebas demostrativas de su funcionamiento.10 A modo de anécdota, Esperanza Aguirre es miembro del Club Bilderberg «Chip implantado a los empleados judiciales en México», se lee en Associated Press, 14 de julio de 2004. Desde noviembre, 160 de los más relevantes fiscales e investigadores de México han comenzado a recibir implantes en los brazos para acceder a áreas restringidas en el interior de las dependencias del Ministerio de justicia_ Según y conforme a la entrevista que transcribí de Televisa, sólo dieciocho funcionarios judiciales recibieron implantes de microchip, pero el Washington Post, 1 USA Today, AP, NBC, CRIN, Business Week y otros 37 medios de canales internacionales principales informaron de que el número de implantes era de 160.
Quizá usted se pregunte, ¿qué hay de malo en ello? Incluso podría sentirse más seguro al saber que se vigila a todo elemento delictivo. Salvo que nunca parará ahí. La élite, el Gobierno Mundial Único, no puede implantarle un microchip, amparándose en un proceso obligatorio, hasta que toda la - población mundial acepte que es una progresión natural hacia un futuro «mejor», como demostraré a lo largo de este capítulo. Recuerde, ninguna dictadura puede funcionar sin un control absoluto sobre cada persona del planeta. Bien, si usted fuera dictador por un día, ¿cómo podría controlar a cada uno de nosotros simultáneamente? La siguiente historia apareció en el periódico inglés Independent.
«Se vigilará vía satélite a 5.000 de los peores criminales en Inglaterra. »La innovadora tecnología, desarrollada en los Estados Unidos, permitirá a los organismos de seguridad del estado señalar con precisión la localización de los criminales que hayan sido puestos en libertad antes de tiempo y se les implantarán etiquetas electrónicas.»
En un futuro muy cercano, colocarse un chip será visto como algo positivo socialmente gracias a una diversidad de técnicas desplegadas por parte de los medios de comunicación. Como en el caso de un operador español de telefonía móvil, cuyo principal directivo es un asiduo de las reuniones Bilderberg, y que utiliza una publicidad agresiva para seducir a la juventud española, el público al que destinan sus productos principalmente. A posteriori y con modificaciones de poca importancia, la publicidad con que la compañía experimenta para «atraer» a los clientes jóvenes a sus teléfonos móviles, es la misma que se utilizará para convencer a esa misma juventud de inyectarse un nuevo y «atractivo» microchip dentro del cuerpo. ¿Le parece poco probable? Mire sólo a su alrededor. Después de todo, los piercing en la cara y la lengua son muy populares entre los adolescentes porque se sienten «diferentes»: lo que esos jóvenes no parecen entender es que no tienen identidad propia, sino que son más bien «similarmente diferentes», forman parte de un grupo. El plan publicitario de Bilderberg/Tavistock sacudirá con la misma eficacia a la misma juventud cuando el tiempo les «muestre», a fin de ejercer presión por el grupo paritario, las ventajas de llevar implantado un chip. Después de todo, cuando todos sus amigos y los amigos de sus amigos lleven implantado un chip, ¿cómo podrá resistirse? Se verá como algo moderno y atrevido, y los atractivos miembros del sexo opuesto dispondrán de una vasta colección de artículos de chips diferentes para escoger. Por ejemplo, USA Today informa de que «se está llevando a cabo un importante experimento científico entre los clientes del Baja Beach Club de Barcelona, que suelen acudir ligeros de ropa a este local ultrapijo. Se les inserta bajo la piel tarjetas de crédito electrónicas. Las atractivas asiduas del local se encuentran con un problema: vestidas con un top sin espalda ni mangas y con una minifalda, no tienen espacio donde llevar la cartera. Y ¿quién quiere cargar con un monedero cuando para lo que se ha ido allí es para bailar? Por suerte, este año una compañía llamada VeriChip halló la solución en una tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID). Dentro de un fina cápsula de vidrio de aproximadamente 2 cm.
• se coloca un chip digital, que almacena un código exclusivo que permite identificar a un individuo, algo similar al número electrónico de la Seguridad Social. La cápsula también contiene una antena metálica que puede transmitir por radio ese código • al comerciante poco después de que el cliente haya entrado en el local.
En el Baja Beach Club, el martes es el día de la implantación de los VeriChips. Párate y una "enfermera" —la palabra que emplea el Club— utilizará una jeringuilla para inyectarte una cápsula VeriChip bajo la piel»» En mayo de 2004, NewScientist.com indicaba: «El Baja Beach Club permite a sus clientes elegir entre un chip RFID o una tarjeta normal para registrarse como miembros VIP. Éstos pueden saltarse las colas de entrada, reservar una mesa y utilizar el salón VIP de dicho club nocturno.»'Z
Así es como VeriChip promociona su «maravilloso» nue' o producto. Uno de sus gerentes, conocido de un amigo mío que vive en Sitges desde 1960, me habló acerca del «público objetivo» del Baja Beach Club.
El Mercado Objetivo: los jóvenes, los estudiantes universitarios, los yuppies en ascenso social, los adolescentes.


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