creación, podía hasta haber sido prevista de conformidad con las teorías
que aquí se exponen.
Resumen
En este capítulo he procurado demostrar que la clasificación de todos
los seres orgánicos de todos los tiempos en grupos subordinados a otros;
que la naturaleza de los parentescos por los que todos los organismos vi-
vientes y extinguidos están unidos en un corto número de grandes clases
por líneas de afinidad complicadas, divergentes y tortuosas; que las re-
glas seguidas y las dificultades encontradas por los naturalistas en sus
clasificaciones; que el valor asignado a caracteres, si son constantes o ge-
nerales, ya sean de suma importancia, o de muy poca, o de ninguna, co-
mo los órganos rudimentarios; que los valores opuestos de los caracteres
analógicos o de adaptación y los de verdadera afinidad, y otras reglas
parecidas, todo resulta naturalmente si admitimos el común parentesco
de las formas afines junto con su modificación por variación y selección
natural, con las circunstancias de extinción y divergencias de caracteres.
Al considerar esta teoría de clasificación hay que tener presente que el
elemento genealógico ha sido universalmente utilizado al clasificar jun-
tos los sexos, edades, formas dimorfas y variedades reconocidas de la
misma especie, por mucho que difiera entre sí su estructura. Si extende-
mos el uso de este elemento genealógico -la única causa cierta de seme-
janza en los seres orgánicos conocida con seguridad-, comprenderemos
lo que significa sistema natural: este sistema es genealógico en su tentati-
va de clasificación, señalando los grados de diferencia adquiridos med-
iante los términos de variedades, especies, géneros, familias, órdenes y
clases.
Según esta misma teoría de la descendencia con modificación, la ma-
yor parte de los hechos principales de la morfología se hacen inteligibles,
ya si consideramos el mismo plan desarrollado en los órganos homólo-
gos de las diferentes especies de la misma clase, cualquiera que sea la
función a que se destinen, ya si consideramos las homologías laterales o
de serie en cada animal o vegetal.
Según el principio de las ligeras variaciones sucesivas, que no ocurren,
necesaria ni generalmente, en un período muy temprano de la vida, y
que son heredadas en el período correspondiente, podemos comprender
los hechos principales de la embriología, a saber: la gran semejanza, en el
individuo en estado embrionario, de las partes que son homólogas, y que
al llegar al estado adulto son muy diferentes en conformación y
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funciones; y la semejanza de las partes u órganos homólogos en especies
afines, pero distintas, aun cuando estén adaptados en estado adulto a
funciones lo más diferente posibles. Las larvas son embriones activos,
que se han modificado especialmente, en mayor o menor grado, en rela-
ción con sus costumbres, habiendo heredado sus modificaciones en una
edad temprana correspondiente. Según estos mismos principios -tenien-
do presente que cuando los órganos se reducen de tamaño, ya por desu-
so, ya por selección natural, esto ocurrirá generalmente en aquel período
de la vida en que el ser tiene que proveer a sus propias necesidades, y te-
niendo presente cuán poderosa es la fuerza de la herencia-, la existencia
de órganos rudimentarios pudo incluso haber sido prevista. La impor-
tancia de los caracteres embriológicos y de los órganos rudimentarios en
la clasificación se comprende según la opinión de que una ordenación
natural debe ser genealógica.
Finalmente; las diferentes clases de hechos que se han considerado en
este capítulo me parece que proclaman tan claramente que las innumera-
bles especies, géneros y familias de que está poblada la Tierra han des-
cendido todos, cada uno dentro de su propia clase o grupo, de antepasa-
dos comunes, y que se han modificado todos en las generaciones sucesi-
vas, que yo adoptaría sin titubeo esta opinión, aun cuando no se apoyase
en otros hechos o razones.
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Capítulo
15
Recapitulación y conclusión
Como este libro entero es una larga argumentación, puede ser conven-
iente al lector tener brevemente compendiados los hechos y deducciones
principales.
No niego que pueden hacerse muchas y graves objeciones a la teoría
de la descendencia con modificación, mediante variación y selección na-
tural. Me he esforzado en dar a estas objeciones toda su fuerza. Nada
puede parecer al pronto más difícil de creer que el que los órganos e ins-
tintos más complejos se han formado, no por medios superiores -aunque
análogos- a la razón humana, sino por la acumulación de pequeñas var-
iaciones innumerables, cada una de ellas buena para el individuo que la
poseía. Sin embargo, esta dificultad, aunque aparezca a nuestra imagina-
ción como insuperablemente grande, no puede ser considerada como re-
al si admitirnos las proposiciones siguientes: que todas las partes del or-
ganismo y todos los instintos ofrecen diferencias, por lo menos, individ-
uales; que hay una lucha por la existencia que lleva a la conservación de
las modificaciones provechosas de estructura o instinto, y, finalmente,
que pueden haber existido gradaciones en el estado de perfección de to-
do órgano, buena cada una dentro de su clase. La verdad de estas propo-
siciones no puede, creo yo, ser discutida. Indudablemente, es en extremo
difícil aun el conjeturar por qué gradaciones se han formado muchas
conformaciones, especialmente en los grupos fragmentarios y decaden-
tes que han sufrido muchas extinciones; pero vemos tan extrañas gradac-
iones en la naturaleza, que hemos de ser extraordinariamente prudentes
en decir que un órgano o instinto, o que una conformación entera, no pu-
dieron haber llegado a su estado actual mediante muchos estados grad-
uales. Hay que admitir que existen casos de especial dificultad opuestos
a la teoría de la selección natural, y uno de los más curiosos es la existen-
cia de dos o tres castas definidas de hormigas obreras, o hembras
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