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precisamente en la medida en que la separa de la noción de
suje-
to.
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El Romanticismo es vinculado con lo
subjetivo; en contraste, el
surrealismo que sustentaría una visión de lo onírico estrechamente
ligada al mundo
objetivo y material. Benjamin afirma que mientras
el Romanticismo concibe el sueño como medio para una investiga-
ción del alma humana, el tratamiento surrealista busca “penetrar en
el corazón de las cosas obsoletas”,
29
de los productos desechados por
la técnica, de los vestidos pasados de moda, de lo “anticuado”. En el
mundo de la técnica, de la reproducción de objetos y de imágenes,
el sueño ha dejado de ser la “azul lejanía” de los románticos, y ha
devenido una “gris capa de polvo sobre las cosas”.
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Así, Benjamin
sugiere que, en contraposición con los románticos, quienes busca-
ban en el sueño una huida de la realidad, los surrealistas prueban
la explosiva fusión entre sueño y realidad. Mientras el Romanti-
cismo subraya lo enigmático, el surrealismo “lo reencuentra en lo
cotidiano” mediante una “óptica dialéctica”.
31
De allí su rescate de
los objetos
kitsch, concepto definido por Benjamin como “la cara
que la cosa ofrece al sueño”.
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Éstos encarnan no sólo el estado de
ensueño que define al capitalismo y a sus fuerzas míticas, sino tam-
bién a la fuente de una energía revolucionaria sepultada entre los
desechos de la cultura de masas, y que los define como algo más que
falsificaciones de sus correspondientes modelos en la alta cultura.
La observación dialéctica tendría entonces la virtud de descubrir,
en esos objetos relegados por el avance tecnológico, la fuente de un
conocimiento histórico que puede operar como antídoto frente al
mito del progreso capitalista.
El énfasis en el carácter profano de este conocimiento y su
vinculación con el mundo material y objetivo coloca a este mo-
vimiento en condiciones de ampliar la experiencia a la política. La
relación del surrealismo con las cosas está en la base de su politi-
zación: “pues, hasta que llegaron estos visionarios e intérpretes de
signos, aún nadie se había dado cuenta de que la miseria, no sólo
la social, sino también la miseria arquitectónica, o la miseria del
interior, de las cosas esclavizadas y esclavizantes, se transforman en
nihilismo revolucionario”.
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La miseria material puede ser “inervada” en el
Bildraum y
transformada en acción. La
physis que se organiza en la técnica, pla-
gada de imágenes, genera una realidad objetiva y política. Benjamin
inscribe esta concepción dentro de lo que denomina “materialismo
antropológico” –cuya tradición remonta a Johann Peter Hebel, Bü-
chner, Nietzsche y Rimbaud–, en contraste con lo que considera
el “materialismo metafísico” –Karl Vogt y Nikolai Bujarin–. Este
materialismo, puede adivinarse, no era aquél al que adscribía Ador-
no, quien le reprocha: “todos los puntos en los que, a pesar de la
más fundamental y concreta coincidencia, difiero de usted, pueden
agruparse bajo el título de un
materialismo antropológico al que no
puedo adherirme. Parece como si para usted la medida de la con-
creción fuera el cuerpo humano”.
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La “iluminación profana”, que aquí adquiere el máximo esta-
tuto gnoseológico, percibe el sueño en que están sumidas no sólo
las personas, sino, fundamentalmente, las cosas; pues logra acceder
a la capa onírica que las envuelve. Si el poeta surrealista Saint-Pol-
Roux colocó, como recuerda Benjamin (y antes Breton), mientras
dormía un cartel en su puerta que anunciaba: “Le poète travaille”.
29. Walter Benjamin, Gesammelte
Schriften, libro ii, vol. 2, op. cit.,p. 621. Para las
citas de este escrito, utilizamos la traducción de Ricardo Ibarlucía, Buenos Aires,
Manantial, 1998.
30. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, libro ii, vol. 2, op. cit.,p. 620.
31. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, libro ii, vol. 1, op. cit.,p. 307.
32. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, libro ii, vol. 2, op. cit.,p. 620.
33. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, libro ii, vol. 2, op. cit., p. 299.
34. Theodor W. Adorno y Walter Benjamin, Correspondencia (1928-1940), Henri
Lonitz (ed.), Madrid, Trotta, 1998, p. 15.
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