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Capítulo 2.

El texto del itinerario: el pre-texto y el con-texto en la itineraridad
En cuanto a la justificación de dar sentido a un fenómeno como el Itinerario Filosófico, existe el texto como exposición y explicación en cada uno de sus detalles. Después de los datos objetivos, aquellos que se nos muestran de manera técnica, y que forman la estructura de tekne en la itineraridad, se presentan los datos subjetivos, aquellos que están sujetos a la experiencia sensible. El texto contiene la descripción del Itinerario Filosófico, la singularidad para la Filosofía, hace una interpretación detallada que responde a la necesidad de saber y por la obligación de justificar un Itinerario Filosófico determinado. En esta parte se desarrolla, con las exposiciones oportunas, cada uno de los lugares de interés especificados, los lugares de salida y llegada, no sólo por dónde se va, derecha o izquierda, necesarios para guiar el itinerario sino como fundamentación de la itineraridad.

El texto contiene el itinerario, también podemos llamarlo leyenda del itinerario distinguiéndola de la leyenda del mapa, ésta más precisa queriendo identificar con ideogramas los lugares relevantes y que se corresponde con la representación gráfica, por lo general, del punto. La leyenda del mapa deberá de tener la extensión adecuada de lo que puede interesar y buscar la motivación que se pretende en el Itinerario Filosófico. Éste podrá llevar un pequeño resumen formado por ideas o temas acordes al itinere, junto con una relación de conceptos. En el Itinerario Filosófico sucede que estas dos circunstancias pueden presentarse como un mapa conceptual, aquello que es contingente y necesario. Por poner un ejemplo, para la elaboración de un Itinerario Filosófico dedicado a la razón poética como disciplina filosófica de principios de siglo XX en España, lo primero que habremos de construir es un mapa intelectual cargado de palabras e ideas capaz de motivar al auditorio como invitación al itinerario para realizar por aquellas calles en las que han transitado sus protagonistas, y nos veremos obligados a presentar una comparativa con la razón vital con la que se dio cita en un edificio emblemático como fue la Universidad Central de Madrid61.

Asimismo, habiendo destacado que todo itinerario posee su texto, hemos de significar lo que ya hemos dejado apuntado en otra ocasión: los pre-textos como los motivos para un itinerario y los con-textos como el sentido del itinerario, apuntando a la itineraridad que lo globaliza.

En esta ocasión, ambos conceptos se ven supeditados al espacio abierto por el que transcurre el itinerario. Así nos acercamos a la historia natural de la mano de bios y gea para interpretar el paisaje del itinere desde las ciencias de la naturaleza, la descripción del terreno por donde se van dando los pasos. Dicho terreno da lugar a un tipo determinado de vegetación y de fauna, como la razón del existir de aquello que forma parte del itinere en el que se impregna el itinerante. Por ejemplo, un itinerario dedicado a gea implica identificar los lugares de interés geológico que encierra; estos lugares han ocupado un estudio preliminar al titular de las Ciencias de la Tierra interpretando los datos empíricos de interés geológico hallados en el itinere. La Filosofía y la Ciencia se dan la mano en este estudio de la itineraridad. El pensamiento en cuanto recorre un espacio significado e investigado a lo largo de la Historia de la Ciencia. Siguiendo con el mismo ejemplo de gea, el Itinerario Filosófico podrá tener el comienzo en Jenófanes de Colofón para continuar con la idea aristotélica de cosmos, el heliocentrismo de Aristarco, las observaciones de Hipatia, hasta concluir con los científicos filósofos como Galileo, o mismamente terminar con los filósofos científicos como Descartes62. Al Geólogo como especialista le compete la Ciencia de la Tierra, al Filósofo como especialista le compete la Historia del Pensamiento. El Itinerario Filosófico tiene como objeto describir y completar una panorámica holística tal y como se desarrolló en un comienzo, de la mano Filosofía y Ciencia.

El riesgo que podemos correr es el de caer en manos del sofista, acumular datos científicos y trasladarlos por la conversación al contexto y texto del itinerario. Sin embargo, el itinerario que se apoya en las Ciencias de la Tierra, es precisamente un apoyo para conocer la realidad en su conjunto, para recorrer con el ser los seres de la existencia. La Ciencia se separó de la Filosofía en edad temprana a pesar de que ambas se preguntaban por lo mismo: el por qué del movimiento, cómo se produce el movimiento, es decir, qué era physis. Evidentemente, la sofística jamás reparó en tales preguntas dicho sea de paso entre otras cosas porque tendía más a la apariencia63, al discurso y a la persuasión del poder64. Ahora bien, el itinerario acepta recuperar las preguntas del por qué y del cómo para el movimiento, y las asume como propias para buscar y descubrir el dónde y el cuándo del movimiento, para hacerlas ellas mismas itinerario. Aquí y ahora, hay que itinerar como continuación de que un día nos preguntamos por el itinere de una tormenta y la respuesta estuvo en los mitos, y volvimos a preguntarnos y la respuesta la encontramos en la razón, la itineraridad propone recorrer nuevamente la tormenta, esta vez para mojarnos.

El dónde del itinerario es aquel que descubre un buen número de lugares de interés para el itinerante; el cuándo del itinerario es el momento oportuno, el tiempo adecuado, el instante preciso. En nuestra circunstancia natural, dispondremos de tantos elementos como pueda alcanzar nuestro interés.

Por tanto, la leyenda de un itinerario es el contenido científico necesario en un estudio sobre la naturaleza a partir de sus itineres. Por ejemplo, a partir de las colecciones y estudios de animales construimos un apartado dedicado a la fauna, a partir de la identificación y clasificación de las plantas, formamos una leyenda de taxonomía en la botánica; de ambos campos, tenemos en Aristóteles, una vez más, el pionero65. La leyenda es la razón identitaria del itinerario.

Asimismo, el contenido del itinerario debe recoger la descripción precisa para seguir la dirección marcada. El itinerario en el mapa nos propone una senda, un camino o una vereda; por lo general, los caminos no vienen solos, sino que se van tomando unos y otros, a derechas e izquierdas, de frente y detrás, es oportuno precisar los datos aportados en el mapa. El texto es una continuación del mapa, una explicación laxa del itinere para el itinerante. En donde se pone el significado a los símbolos, donde se detallan los lugares de interés del propio itinerario. Todo en su conjunto diríamos que evitaría que el que itinera se pierda, pero la verdad es que estamos tan determinados, tan limitados, que nos gusta precisar el recorrido pero que no nos va la vida en ello a conciencia de que el perderse en un itinerario es una oportunidad para descubrir otro espacio, otro tiempo no previsto. El determinismo del itinerario es necesario pero no obligado. Por ejemplo, si nos encontramos en tierra de pinares, y salimos del camino señalado del itinerario, podremos llegar a otros lugares no significados o identificados en el itinerario; en realidad podremos llegar a ver pegueras o casetas de resinero que se encuentran por doquier, y que a buen seguro habrán de ser diferentes unas de otras. Cierto es, perderse en un pinar puede llevar a una intranquilidad y desasosiego, pero es el riesgo que hay que correr. Cuando uno se hace una analítica buscando los marcadores prostáticos nos arriesgamos a que nos descubran el colesterol alto, la bilirrubina por los suelos o un hematocrito desastroso en una búsqueda en el mapa biológico en un lugar y tiempo determinado.

El texto es lo que hace presencia al sujeto en el itinerario; el itinerante se hace presente como individuo cargado de experiencias y sentimientos. El texto es presencia en el con-texto de cara a la itineraridad. El texto es por tanto, el comentario necesario que pone en situación, en la predisposición intencional del itinerante. La metodología para la construcción del texto es muy sencilla; sigue el mismo método que un comentario de texto filosófico; estos son:


  • La idea central del Itinerario Filosófico; la puesta en acción de un pensamiento, filósofo, o la corriente filosófica a la que pertenece el Itinerario Filosófico, aquello que por su singularidad sea digno de mención; lo podemos encerrar en un fragmento a modo de resumen o mapa.

  • La descripción dirigida del itinerario como tal; es decir, el recorrido por el que se itinera, y que precisa el itinerante

  • La interpretación del contenido del itinerario: respondiendo a la puesta en valor filosófico.

  • La contextualización del pensamiento en la corriente filosófica: epistemología, filosofía práctica, filosofía de la naturaleza, etc.

  • La descripción comentada incluyendo controversias o afinidades dentro del pensamiento como si dibujáramos eses en las hojas, las que recorren meandros o simples sendas de descenso.

  • También como anotaciones al Itinerario Filosófico pueden abrirse cuantos apartados sean necesarios para señalar un contexto histórico, los condicionantes botánicos o patrimoniales, por ejemplo; serán como bocadillos de avituallamiento para el itinerante; este epígrafe se centra en un contexto multidisciplinar que no debemos desdeñar.

El texto del itinerario encierra una intencionalidad, una motividad, un fundamento empírico para aquello que se muestra desde lo vitalista. La realidad del itinerario es abierta, sin corsés, repiensa el pensamiento, mueve su propio movimiento.



Capítulo 3.

Otros elementos estructurales del itinerario filosófico.
En éste capítulo se presentan varios elementos que añaden contenido al Itinerario Filosófico, y que pasamos a definir. Estos son: la fotografía, el nombre mismo del itinerario, la bibliografía y la documentación utilizada.


  1. La fotografía del itinerario: la memoria eidética.

La fotografía en un itinerario es uno de los elementos fundamentales. La fotografía aporta información al itinerario. En el itinerario se da cita una representación de fotografías que al igual que el mapa, informan del tipo de itinerario. También, al igual que el mapa, nos señala el interés o la importancia que tiene el itinerario en una disciplina determinada o en un contexto establecido.

El vocablo fotografía deriva del griego que significa escribir con la luz. La fotografía necesita de la iluminación adecuada, del enfoque oportuno para comunicar una sensación que nos produce el paisaje en nuestro itinerario natural. La fotografía busca la luz en las personas para escribir con imágenes un instante que refleje lo mejor posible el acontecimiento, la situación del momento o el evento del instante. Por otra parte, la fotografía ha sido un soporte muy valioso para la ciencia. La precisión que aporta a todo tipo de circunstancias y estudios, la convierten en una herramienta imprescindible. La fotografía recoge cada uno de los registros de difícil observación. Para el itinerario como fenómeno la fotografía ha jugado un papel muy relevante tanto para la elaboración de mapas pues a día de hoy en día los satélites nos ofrecen unas fotos cargadas de detalles; además, la fotografía aporta al itinerario una primera cercanía con el itinere.

En nuestro estudio la fotografía adquiere un protagonismo metafísico. La fotografía en el Itinerario Filosófico tiene un componente ontológico muy importante que merece ser destacado. En la fotografía del itinerario nos encontramos con uno de los elementos en el que se dan cita el aquí-ahora, en la que podemos encontrar la demostración palmaria del instante y del momento que fue, y que se hace instante con el ser como recuerdo. Nos presenta una continuación propia del movimiento en el espacio y en el tiempo. La fotografía es realizada por el itinerante, el ser-aquí-ahora en un instante determinado, el mismo en que nos situamos. Se corresponde con el momento ideal en el que no hace falta describir porque lo tenemos presente. La fotografía es el apoyo de la memoria eidética, la capacidad de recordar fielmente lo que se ha visto con un nivel de detalle perfecto. Es un auxiliar de la memoria siempre y cuando la memoria se encuentre en perfectas condiciones. La fotografía y por tanto, el conjunto de fotografías conforman la también llamada memoria fotográfica, una construcción eidética. El movimiento construye una fotografía sobre otra formando el fotograma que nos traslada a la polémica del mito de la escritura entre Theus y Thamus presentada por Platón66.

La fotografía es la razón principal, la demostración fidedigna del ser-aquí-ahora trasladando a otro momento que participa precisamente de ese carácter de actualización. El instante preciso de inmortalizar un paisaje, un detalle, o un elemento del itinerario es postergarlo a otro instante que comparte el aquí-ahora que ocupa al ser, al sujeto que itinera. La inmortalización consiste en trascender el ser-aquí-ahora a otro ser-aquí-ahora, que sin ser el mismo sujeto del itinere, sigue siendo el protagonista del itinerario. La fotografía inmortaliza seres y entes, personas y paisajes, rocas y pájaros, en un momento determinado, idéntico y distinto con el carácter de lo fundamental: el itinerante como el ser-aquí-ahora.

La fotografía del itinerario es para la Filosofía la prueba demostrativa del conocimiento del fenómeno, registra la realidad tal y como se plasma en un instante determinado; luz, exposición, distancia, objetivo, suponen elementos necesarios e imprescindibles. En Filosofía lo eidético hace referencia al conocimiento intuitivo de la esencia, sin embargo, la fotografía sólo nos aporta datos para un conocimiento del fenómeno en cuanto apariencia de la realidad de las cosas. Aquí no cabe ninguna discusión con la cosa en sí, ni con el noúmeno, porque al itinerario filosófico sólo le concierne el recorrido por la realidad de las cosas, es la parte del itinerario como fenómeno que aporta conocimiento a nuestra percepción de physis.

La fotografía, ya sea en su individualidad ya sea en su conjunto, estructuran el apoyo fundamental de una memoria eidética, entendiendo por memoria eidética la capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle perfecto. Ahora el recuerdo es sencillo, fácil, cercano, desde el campo visual que nos ofrece, evitando así, el olvido. Los nuevos soportes tecnológicos nos pueden ayudar en esta tarea, no sólo en lo visual, en la mirada del paisaje, sino también en lo concerniente al sonido, a todo aquello que podemos palpar, y así, en cuanto a nuestro campo perceptible.

En Filosofía, el eidos griego es traducido por forma que para Aristóteles era una de las causas primeras; desde este aspecto la memoria adquiere presencia en la forma de fotografía, en un soporte de papel o digital que nos significa cada uno de los elementos citados en el texto. Como no podía ser de otra manera, nos lleva a sopesar el pre-texto y a con-textualizar el itinerario.

A lo largo de la Filosofía, lo eidético ha pasado a denominar el conocimiento intuitivo de la esencia. En cuanto a la fenomenología de Husserl, la reducción eidética es una operación mediante la cual se retiene solo las notas esenciales de una vivencia o de su objeto67. La fotografía supone un paso significativo en lo fenomenológico, como algo empírico que trasciende lo meramente racional. En cuanto a la filosofía positivista, el elemento imprescindible para probar empíricamente cada elemento de la naturaleza. Mientras que en Psicología, lo eidético se aplica a la tendencia de convertir los procesos mentales en imágenes, sin embargo, en nuestro estudio lo eidético presenta un aspecto subjetivo frente a la fotografía que representa el carácter objetivo, siempre desde la consciencia.

La fotografía pone al itinerario en un escenario del pensamiento muy significativo. La fotografía nos adelanta al escenario por donde transcurre el paseo, la conversación, el conocimiento; nos pone en situación frente al lugar de interés. El punto se convierte en lugar, la fotografía nos da una imagen del itinerario, un punto del mapa que se hace luz. Nos afecta con la mirada nuestra percepción sensible que al tener en el itinerario un referente visual, el impacto que pueda producir tanto el mapa como la fotografía, será de suma importancia para el éxito del itinerario. La imagen, la luz, la información, son elementos que encierra la fotografía. En este análisis, después de destacar cada elemento, en lo filosófico hacen la fenomenología y la ontología existencial, y el positivismo, así como en lo psicológico, la fotografía ha de cumplir una tarea que hemos dado en llamar memoria eidética, el vocablo técnico de la descripción del itinerario como fenómeno. La fotografía nos ofrece un aspecto, una imagen, una información de la realidad en cuanto constituida de cosas o de hechos, incluso un punto de vista extraído de los muchos puntos de vista que encierra el itinerario.

Hemos asignado lo eidético a la memoria en cuanto la fotografía nos posibilita dicha condición. También, hemos de considerar lo que de eidos tiene la fotografía, los aspectos de photos. Debemos distinguir en este apartado, la diferencia entre lo eidético y el eidos basándonos precisamente en las raíces de las palabras o rompiendo la diferencia asumiendo que un aspecto es lo mismo que una imagen de la naturaleza. Ambos vocablos tienen la raíz en la idea, y ambos términos nos ofrecen un constituyente de la realidad, el eidos como aspecto esencial de la realidad, lo eidético como imagen esencial de la naturaleza. En este sentido, podemos ofrecer una fotografía panorámica como una variante que contempla una perspectiva.

El mapa es el eidos del itinerario mientras que la fotografía es lo eidético del itinerario. En ambos casos se nos ofrece la realidad de la naturaleza, una porción de physis; sin embargo, el eidos nos ofrece además de la propia realidad, la aprehensión inteligible conceptual de esa misma realidad. La imagen de lo eidético se reserva para la fotografía. Tanto la fotografía como el mapa son constituyentes de la realidad, la diferencia estriba en que uno mira el mapa desde el logos y el otro mira desde physis. No dejan de ser una construcción natural que pueda funcionar desde la fenomenología.

La fotografía panorámica nos muestra la teoría del punto de vista, el perspectivismo en el conjunto de cada una de las perspectivas. Con anterioridad, destacábamos la importancia de la fotografía aérea para la construcción del mapa. Así, en lo fotográfico se dan cita lo filosófico en cuanto eidético y eidos, en cuanto perspectiva y perspectivismo; la definición y situación de cada uno de los elementos citados se ha centrado nuestro análisis. Lejos estamos de Anaximandro y su primer mapa del mundo griego conocido, cierto, pero no podemos olvidar las raíces del pensamiento en las que florece el Itinerario Filosófico.

En un itinerario se deben incluir las fotografías necesarias sin llegar a caer en su abuso. Una sola fotografía puede bastar para identificar el itinerario. En el Itinerario Filosófico una fotografía puede ser sencillamente la portada de un libro. Por ejemplo, en la obra de Emilio Lledó El origen del diálogo y la ética nos muestra el detalle de El triunfo de la verdad68, de 1847, presentada como una fotografía perfecta que nos indica el motivo del libro, y por tanto el Itinerario Filosófico propuesto que encierra la obra.

La elección de la fotografía en el itinerario puede llevar su tiempo por la importancia que desempeña. Lo cual nos obliga a disponer de un buen número de instantáneas que nos obligan a crear un archivo que nos facilite por ejemplo, una interpretación del paisaje. El espacio, la orografía, el punto de vista, se transcienden en la fotografía mostrándonos una panorámica o perspectiva del itinerario. Todo ello en el componente educativo de la fotografía como medio de comunicación. En concreto, es con la fotografía científica como componente divulgador de un aspecto de la ciencia que llega al público en general. Del mismo modo la fotografía del Itinerario Filosófico busca una primera comunicación visual con el público en disposición de itinerar. De ahí la importancia de elegir una fotografía para el itinerario filosófico, como es la fotografía de portada para una presentación.



  1. Bibliografía y documentación utilizada: la dimensión ética.

En la construcción y elaboración de un itinerario siempre hemos tenido por costumbre la de documentar todas las fuentes bibliográficas en donde hemos extraído la información, y de los lugares sobre los que hemos preguntado hemos querido dejar siempre una reseña. La cita de la documentación consultada en la investigación realizada, como son los documentos científicos, históricos o filosóficos, lo consideramos como un requisito necesario y obligado. Dar cuenta en un anexo bibliográfico de la utilización de obras publicadas y consultadas para la creación de un Itinerario Filosófico da honestidad al trabajo del filósofo y un reconocimiento de gratitud. La bibliografía por sí sola implica credibilidad, da base al trabajo realizado y fundamenta el Itinerario Filosófico.

En este sentido, la aportación de una bibliografía puede suponer un propio itinerario, aquel itinerario bibliográfico en el que se ofrece un recorrido distinto y diferente sobre los libros estudiados en mayor o menor medida. En todo caso, la bibliografía nos parece que ha de presentarse a modo de recomendación, para ampliar y facilitar la búsqueda del itinerante curioso.

El propio epígrafe de la bibliografía da una relación de los documentos, textos, artículos o diccionarios consultados para la realización del itinerario. La bibliografía esconde un itinerario en sí misma, en cuanto hace una propuesta ordenada de los textos consultados. No sólo la confección de un itinerario como fenómeno implica una bibliografía sino que este mismo estudio como fundamentación del itinerario conlleva su parte bibliográfica para su propio fundamento. Evidentemente, en ninguna obra nos hemos encontrado los resultados expuestos, así que el éxito o el fracaso de la materia expuesta lo asumimos como propia.

Volvemos a insistir sobre el aspecto de la bibliografía en cuanto a su consideración de honradez para con el trabajo realizado, pero también como deuda para con las autoridades del pensamiento que nos han precedido. Aristóteles ya lo apuntó, cada uno de nosotros decimos algo sobre la verdad, sobre el conocimiento, sobre el mundo, juntos construimos el pensamiento tal y como es69. Toda investigación debiera presentar su declaración de que el estudio llevado a cabo cumple con unos mínimos éticos: respeto a las fuentes, es decir, los pensadores anteriores que es de justicia reconocer; honradez en la presentación de las conclusiones como algo propio, reconociendo la influencia de la comunidad del pensamiento; y por último, la presentación de esta fundamentación a la comunidad del conocimiento con total sencillez.

Por estas razones, la bibliografía adquiere una dimensión ética; una dimensión que convergen con el deber de ser fieles a nuestro pensamiento, colaboradores con los nuevos filósofos y con la comunidad de la Filosofía.





  1. El nombre del Itinerario Filosófico

Finalizamos este título con la búsqueda de un nombre para el itinerario; hubiera de ser éste el primer asunto del que debiéramos tratar. Sin embargo, una vez presentado todos los elementos, es cuando el itinerario goza de cuerpo y empezamos a buscar un nombre. Es como cuando tenemos un hijo, cuántos nombres barajamos, cuántas dudas nos surgen, si es niño o es niña; jugamos con muchas posibilidades con algunas recomendaciones para que al final acabemos en el registro civil una vez nacido para dar sentido del ser y en su apelación dar afección del ser-aquí-ahora.

Dar nombre a un itinerario tiene que ver con la identificación de la singularidad que deseamos incidir, ya sea un itinerario sobre la ciencia natural, ya sea un itinerario por la filosofía, o un Itinerario Filosófico que contemple y complementen ambos tipos de itinerarios. Por ejemplo, un itinerario sobre la Ciencia de la Tierra que comience bajo los arbotantes de un acueducto construido con piedra berroqueña y terminemos con las explotaciones a cielo abierto de la pizarra, podremos denominarlo Itinerario de 600 millones de pasos: del granito a la pizarra.

El título del Itinerario Filosófico deberá encerrar el interés filosófico que se quiera tratar, destacar o desarrollar aquel motivo que nos sirva para reflexionar y pensar. En nuestro caso, con el título de Itinerarios fenomenológicos en la obra de D. Blas J. Zambrano, buscábamos llamar la atención sobre la filosofía fenomenológica y la figura de Blas José Zambrano García de Carabante (1874-1938) porque lo consideramos relevante para el pensamiento español. El título lleva implícito el interés del itinerario en el que se da su razón fenomenológica.

Hay una sentencia china que dice “no hay que desear vivir en otra tierra y otra época de aquella en la que estamos”, y en verdad que un mismo lugar se nos presenta diferente en función de la hora del día, diferente en cada época del año, cada paisaje cambia en función de la luz; somos de la opinión que no es necesario hacer grandes viajes para descubrir lugares extraordinarios, los lugares extraordinarios los tenemos nada más salir de casa, en nuestro territorio más cercano. Por ejemplo, no hay que ir a Montserrat para ver el paisaje montserriano, nos basta recorrer una distancia corta para disfrutarlos70; no hay necesidad de volver al siglo XVII para pensar el cartesianismo, baste con dar una vuelta por una ciudad como Franeker o Egmond71. El itinerario como fenómeno es una constante trasformación pues lo que ahora se nos muestra en derredor no ha dejado de ser. En estas mismas letras va implícito el contenido del que trasciende el momento en el que se escriben, y cuando adquieren significado por cuanto se leen o se defienden, muestran una actualidad distinta. El propio itinerario es una invitación a registrar cada uno de los momentos, a crear un recorrido eidético a partir de su título.


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