Frans van Eemeren y Peter Houtlosser Eds



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Frans van Eemeren y Peter Houtlosser (Eds.)., 2002, Dialéctica y retórica. La urdimbre y trama del análisis de la argumentación. Academic Publishers. Kluwer. Traducción sintética, María Elena Bitonte
Capítulo 1

Y siempre ambas se reunirán
En Return of reason (Vuelta a la razón), Toulmin presta atención a la racionalidad y no atiende a la razonabilidad. Los holandeses usan un término para referirse a lo razonable, diferente de lo racional, en cambio los alemanes usan casi indistintamente dos términos intercambiables. Nosotros no estamos de acuerdo con la simplificación de Toulmin, que contrapone racionalidad (identificada con la lógica y a la dialéctica) y razonabilidad (identificada con la retórica). Esta discriminación, que es el centro de muchos debates teóricos, es el hecho central que motiva la publicación de este volumen.

Todos los teóricos de la argumentación tienen en común una argumentación razonable. El problema es que hay distintas perspectivas para su abordaje, de las que sobresalen dos: la retórica y la dialéctica.

Ahora bien, por más distintas que sean, ambas incluyen un componente lógico, en cierta manera. Pero lo cierto es que dialéctica y retórica no están tan claramente definidas. El objetivo de este volumen es establecer las características de la dialéctica y la retórica, sus relaciones y funciones en el análisis del discurso argumentativo.
- Parecería apropiado que para que un libro sobre la dialéctica y la retórica contribuya al estudio de la argumentación se centre en el estudio del entimema. J.A.E. Bons plantea cuán apta es esta noción para convertirse en un eje central. Bons cuenta que Isócrates usaba el verbo enthumeisthai en el sentido de pensar, considerar, en el contexto de la argumentación razonable. Este es un estadio pre-reflexivo en cuanto a su uso técnico. No obstante, Alcidamas señalaba que ese verbo involucra no sólo un acto fundado en la razón, sino además, en el sentimiento y las emociones. Según Bons, la primera vez que se usa el término técnicamente es en Anaximes de Lampsaco, en su Retórica a Alexandro. Allí, el entimema aparece como algo que aporta a los jueces un conocimiento probable, a diferencia del conocimiento claro.

De acuerdo con Bons, el entimema, en su estadio pre-reflexivo, tiene tres rasgos esenciales: 1) factor lógico, 2) experiencia compartida con otros (experiencias aceptadas por otros) y 3) lenguaje (el argumento expresado en lenguaje).

Aristóteles posiciona claramente la prueba retórica en el dominio de la razonabilidad y usa el término entimema para la comprobación retórica. Para Aristóteles, aún si el entimema, como silogismo dialéctico está basado en la opinión común, este es, según Bons, el contexto en el cual son usados y a la vez, el que separa a ambos. Dialéctica y retórica son entonces una contraparte de la otra, aunque tienen dominios separados: la demostración concierne a la verdad, la retórica concierne a lo que se asemeja a la verdad, pero ambas son discernidas por la misma facultad.
- Erick Krabbe entiende que la retórica y la dialéctica de la persuasión (el diálogo persuasivo) comparten un objetivo (resolver una supuesta diferencia de opinión). Pero la dialéctica de Aristóteles no es primariamente una dialéctica de la persuasión. El principal objetivo de la dialéctica, en el sentido aristotélico –según Krabbe- no es convencer o persuadir sino tender a la verdad. En Aristóteles la persuasión corresponde a la retórica, no a la dialéctica.

En la práctica real de la dialéctica clásica, sin embargo, termina teniendo más carácter de diálogo persuasivo que lo que Aristóteles sugería. Según Krabbe, la inclusión de discursos (speeches) en conversaciones y de conversaciones en discursos, requiere la integración de ambas.


- Hans Hohmann afirma que Aristóteles enfatiza en su retórica que la función de esta, como disciplina, no es la persuasión sino los medios posibles de persuasión en cada caso. En esta línea, la retórica aparecerá, en Cicerón, como una herramienta para el ataque y la defensa. Homann, entonces discrimina la dialéctica, como método para la búsqueda del conocimiento y la verdad y la retórica como búsqueda del éxito y la persuasión.
Hasta aquí, en lo que concierne a los argumentos entimemáticos, Aristóteles ve a la retórica como parte de la dialéctica y por lo tanto, subordinada teóricamente a ella. Pero, por otra parte, como de acuerdo con los Tópicos, la dialéctica se apoya en opiniones aceptadas, Homann concluye –a diferencia de Bons- que la dialéctica es un caso especial de retórica y en algún sentido, subordinada a ella.

Homann remarca que para Aristóteles el fundamento retórico del razonamiento dialéctico es la aceptación de las premisas por parte de la audiencia y que la justificación dialéctica de la retórica, es el interjuego de puntos de vista opuestos.

Cicerón, después de Aristóteles, reclamó la primacía de la dialéctica sobre la retórica. Homann piensa que la evaluación de los argumentos sobre la base de reglas dialécticas derivará indefectiblemente en la retórica. Entonces no hay que hacer diferencias conceptuales, morales ni jerárquicas, sino integrar los aspectos retóricos y dialécticos en el estudio de la argumentación.
- Michael Leff enfatiza que el argumento retórico, no importa lo bien construido que esté, no puede siempre triunfar en adquirir su propósito por ej. persuadir a su audiencia, ya que en la situación persuasiva confluyen muchos factores. Leff explica que en la tradición pre-moderna hay una tendencia hacia la norma de adecuación (appropiateness), que se refiere a la capacidad de adaptarse o cambiar las circunstancias locales. Se trata de una norma de acomodación y flexibilidad asociadas a la prudencia (phronesis). Leff observa que la dialéctica, luego de varios siglos de exilio virtual de la academia, vuelve a resurgir en los estudios de la argumentación. Según él, la dialéctica debe depender de la retórica para definir las situaciones en las cuales puede operar. Debe haber un “punto de detención”, una concesión que surja de los acuerdos no fijados a través de la secuencia inferencial. Y este es precisamente el punto en el que la retórica entra en juego, para proveer una clausura local, provisional. Por otro lado, afirma que una vez que la retórica hace andar la rueda de la razón, su esfuerzo para obtener persuasión efectiva debe ser disciplinado por la racionalidad dialéctica.

Leff sostiene que la diferencia entre dialéctica y retórica no consiste en un simple contraste entre un arte normativo (dialéctica) y uno empírico (retórica).Leff reconoce cuatro puntos de contraste entre ambas: 1) la dialéctica se aboca a asuntos generales y abstractos, en cambio la retórica a asuntos específicos y circunstanciales. 2) la dialéctica considera las relaciones entre proposiciones y sigue normas de racionalidad lógica, mientras que la argumentación retórica considera las relaciones entre las proposiciones y las situaciones y sigue normas de adecuación social. 3) la dialéctica procede a través de pregunta y respuesta y los interlocutores tratan de persuadir al otro, en cambio la retórica procede a través de un discurso ininterrumpido y los hablantes tratan de persuadir a una audiencia. 4) la dialéctica usa un lenguaje técnico, sin adornos, en tanto que la retórica embeleza el lenguaje con propósitos persuasivos.

- Edward Sciappa entiende que tratar la aproximación retórica al discurso argumentativo ilustrando cómo este trabaja en la práctica, será más efectivo para convencer a futuras generaciones de estudiantes, que una discusión teórica sobre la retórica y la dialéctica. Para los estudiantes de los EEUU, los estudios retóricos son una etiqueta equivalente a “estudios culturales”. Ellos son entrenados como teóricos y críticos retóricos. Eso explica que en su gran mayoría no distinguen entre “retórica” y “argumentación”.
- Jean Goodwin estudia la relación entre retórica y dialéctica focalizando sus temas (el por qué, el qué y el cómo de los asuntos, en ambas perspectivas). La dialéctica crea más problemas de los que resuelve, afirma. Tiende a tratar los asuntos como dados. Incluso el modelo dialéctico standard, que provee cierto detalle de cómo se presentan los temas, una vez que la discusión argumentativa es iniciada, no dice por qué, pragmáticamente hablando, cada uno cree que vale la pena iniciarla. Según Goodwin, la aproximación de Fred Kauffeld sobre la retórica esclarece esta cuestión a través del estudio de casos. Ella muestra cómo en un debate sobre la Guerra del Golfo, realizado en el congreso de los EEUU, en 1991, la propuesta de Kauffeld permite dar cuenta de por qué gracias al proceso de diseño del tema se llega exactamente al efecto que tiene.

Kauffeld recalca que no vale la pena sostener la anticuada diferenciación entre retórica y dialéctica como dominios separados. Lo que aporta la pragmática normativa de Kauffeld consiste en explicar que si bien los retóricos no prestan demasiada atención a las dimensiones normativas del esbozo del asunto, una base normativa adicional puede ser provista por la filosofía del lenguaje que nos enseña que en la comunicación con otro, los hablantes incluyen habitualmente una serie de obligaciones relacionadas con lo que dicen.

Esta perspectiva induce a Kauffeld a establecer relaciones entre cierto tipo de asuntos (temas) con cierto tipo de actos de habla. La clásica stasis1 de conjetura, definición, calidad y jurisdicción, con el acto de habla de acusar; la reserva de temas de la argumentación deliberativa, con el acto de proponer La normativa entra en escena cuando ambos, al proponer o acusar, un interpelado típicamente recibirá daño si el hablante falla en aducir razón y evidencia para apoyar el acto de habla concerniente. Los asuntos deliberativos son el foco de lo que resta de la constribución de Kauffeld a este volumen. Sobre la base de una argumentación presentada en el Ponencias Federalistas", siguiendo el rol de que "la argumentación vino para jugar", en los debates sobre la Constitución de los Estados Unidos  en la Convención de Ratificación de Virginia, Kauffeld ilustra cómo el acto de proponer es inherente a ciertos recursos que tienen el potencial para crear stasis en la argumentación deliberativa compleja.
- Scott Jacobs advierte que los retóricos eludieron sistemáticamente el problema de las falacias. Los teóricos de la dialéctica, por su parte, propusieron, en las últimas décadas, algunas nuevas ideas. Walton, por ej, está en contra de la idea de que exista una categoría de tácticas que sean por sí mismas falaces, independientemente de la situación. Los pragma-dialécticos explicaron que las falacias son un “tropiezo funcional” en la empresa de resolver diferencias de opinión. Cada clase de táctica falaz puede ser disfuncional en múltiples y diferentes formas, dependiendo de las circunstancias y del mensaje particular. Sobre la base de estas apreciaciones, Jacobs hace una propuesta en la que la retórica juega un rol central.

Son los mensajes –afirma- los que resultan falaces o no y no una categoría particular extraída de un contexto funcional de ocurrencia. Es preciso retomar la categoría de “efectividad argumentativa”. Los teóricos de la argumentación han tendido a asociar la “efectividad argumentativa” con las propuestas estratégicas y con los efectos persuasivos sobre la audiencia. Desde una perspectiva dialéctica, el parámetro para determinar si una argumentación es efectiva es si la gente es colocada en situación de decidir, si los reclamos son razonablemente aceptados o refutados o si tuvo lugar un consenso. Según Jacobs, los “rasgos del mensaje” que ordinariamente podrían considerarse falaces cuando son proyectados en un contexto estandarizado e ideal de deliberación, podrían funcionar de modo bastante diferente si la situación se aparta de dicho ideal. El análisis categorial dialéctico enmascara la verdadera calidad disfuncional de los problemas que observamos en casos particulares. El análisis categorial desvía la atención también de cómo alcanzar un acuerdo razonable “en el sucio e imperfecto mundo de la vida real, con todas sus desigualdades y defectos” (p.9). Es precisamente en este mundo en el que las tácticas retóricas prueban su potencial para mejorar la calidad argumentativa.


- En la pragma-dialéctica desarrollada por van Eemeren y Rob Grootendorst, la dialéctica es vista como un procedimiento para poner a prueba críticamente los puntos de vista, a la luz de los compromisos asumidos en la realidad empírica del discurso argumentativo. El modelo de la discusión crítica es el recurso para definir tal procedimiento. van Eemeren y Houtlosser, “Srategic Maneuvering: Maintaining a delicate Balance”, intentan unir la brecha entre retórica y dialéctica.

“En la práctica real”, afirman van Eemeren y Houtlosser, “los participantes de un discurso argumentativo están orientados a resolver una diferencia de opinión y de este modo, se encuentran comprometidos con normas instrumentales para alcanzar este propósito”. Al mismo tiempo, sin embargo, están interesados en resolver dicha diferencia, cada uno, a su favor”. No hay razón alguna para pensar que las normas retóricas de persuasión estén necesariamente en contradicción con los ideales dialécticos de razonabilidad, aunque en la práctica siempre ambas tendencias están en tensión. La necesidad de aliviar esta tensión culmina en lo que van Eemeren y Houtlosser denominan “maniobra estratégica”. Cada parte intenta ajustarse óptimamente a la situación utilizando el material disponible en el contexto, del modo más expeditivo, teniendo en cuenta las creencias, preferencias y expectativas de la otra parte o de la audiencia, y expresando sus contribuciones del modo más apropiado. Si, por ej., una parte permite que sus objetivos persuasivos anulen su acuerdo de razonabilidad, la maniobra estratégica se descarrila y deviene falaz. Según los autores, algunas maniobras estratégicas pueden ser consideradas como razonables, en tanto que otras pueden ser tildadas de falaces ya que las pre-condiciones relevantes para llevar a cabo la argumentación no están satisfechas. La noción de maniobra estratégica permite comprender mejor la realidad argumentativa.


En conclusión, tanto la retórica como la dialéctica forman parte del análisis de la argumentación ya sea oral o escrita, en la medida en que su objetivo es resolver una diferencia de opinión (implícita o explícita). Esto implica que siempre hay dos partes en conflicto, aunque, de hecho, pueda haber más personas involucradas, que puedan estar, incluso, presentes durante la argumentación. Pero se trata de una audiencia cuya actividad se reduce sólo a escuchar y mirar o de un grupo de lectores conocidos o desconocidos por el escritor.

Aunque nosotros consideramos que la argumentación puede ser usada para varios propósitos, parásitos o no, entendemos que el discurso argumentativo está primordialmente encaminado a resolver una diferencia de opinión. Cuando la argumentación es concebida como parte de un procedimiento para poner a prueba la aceptabilidad de la opinión en el centro de una diferencia, en términos de establecer su sostenibilidad a la luz de reacciones críticas, se trata de una perspectiva fundamentalmente dialéctica (entonces se trata de medios dialécticos para evaluar opiniones). Cuando, en cambio, es considerada un medio para alcanzar un acuerdo obteniendo la aprobación de la audiencia, la perspectiva es fundamentalmente retórica (entonces se trata de medios retóricos para crear consenso).

En vistas de que dialéctica y retórica son términos usados en un “nivel objeto”, nosotros preferimos reservarles a esos términos un meta-nivel. Desde nuestro punto de vista, la argumentación no es retórica o dialéctica, sino el tipo de aparato teórico con el que se la analiza. Tampoco aprobamos las connotaciones positivas o negativas que se le atribuyen a una y otra. Se trata, simplemente de diferentes perspectivas, no excluyentes, que se aplican al análisis del discurso argumentativo. P.10

Cap. 10 Maniobras estratégicas.

Manteniendo un delicado balance
Quirites es la palabra que usó Julio césar en la pelea contra la armada en el Norte de Africa en el 46 aC. Luego de haber peleado un gran número de batallas, los soldados de César se negaban a seguir adelante. El uso de la palabra quirites por parte de césar tuvo un efecto devastador. Esa era la palabra que un magistrado romano usaba para convocar una asamblea. La manera en que usó Cesar esta palabra frente a su tropa dejó claro que no sólo no podían ser llamados “camaradas” sino tampoco “militares”. Los soldados respondieron “somos militares” y en consecuencia, actuaron como tales. El uso neutral de la palabra quirities es una excelente muestra de cómo el sentido interaccional del lenguaje argumentativo sólo puede ser captado si se toma en cuenta el contexto social y los acuerdos asumidos por los participantes.

Los teóricos de la argumentación no están sólo interesados en la efectividad de la argumentación para convencer a la gente de ciertos puntos de vista, sino también de las reglas que el discurso argumentativo debe cumplir par ser sólido. El discurso argumentativo es por lo tanto una búsqueda subjetiva con una dimensión tanto empírica como crítica y su estudio puede ser mejor entendido como una parte de la gran empresa que van Eemeren (1990) llamó “pragmática normativa”. Desde esta perspectiva, el discurso argumentativo es considerado no sólo en función de su éxito para ganar el asentimiento de la audiencia sino también en virtud de su capacidad de resolver problemas. El ideal pragma-dialéctico para juzgar el discurso argumentativo es chequear hasta qué punto la defensa de puntos de vista contra reacciones críticas va de la mano con procedimientos par testear la aceptabilidad de puntos de vista que sea a la vez, problemas válidos e intersubjetiva o convencionalmente válidos.


2. EL MODELO DE DISCUSIÓN CRÍTICA DE LA PRAGMA-DIALÉCTICA

El modelo de discusión crítica de la pragma-dialéctica es la estrategia teórica desarrollada para definir los procedimientos para testear los puntos de vista críticamente, a la luz de los acuerdos asumidos en la realidad empírica del discurso argumentativo (van Eemeren-Grootendorst: 1984). Este modelo provee una descripción de lo que el discurso argumentativo sería si fuera óptimamente encaminado a resolver metódicamente una diferencia de opinión, en función de la sostenibilidad de un punto de vista. Este especifica el proceso de resolución, los estadios, y los tipos de actos de habla que son instrumentos para resolver la diferencia en cada estadio particular. En el estadio de confrontación, es definida la diferencia de opinión. En el estadio de apertura, se establecen los acuerdos que desde el comienzo hacen de marco de referencia durante la misma. En el estadio argumentativo, los argumentos y reacciones críticas son intercambiados. En el estadio de conclusión, el resultado de la discusión es determinado.

En el discurso argumentativo real, en cada estadio de la discusión crítica pueden surgir obstáculos que impiden dirimir la diferencia de opinión. Estos impedimentos son tradicionalmente llamados falacias. Las reglas de la pragma-dialéctica para la discusión crítica ofrecen principios generales de construcción del discurso argumentativo para prevenir que tales obstáculos interfieran en el proceso de resolución (a diferencia de la dialéctica formal).

El procedimiento desarrollado por la pragma-dialécrtica no sólo basa su propuesta en el problema de la validez sino además, en la realidad argumentativa. La aceptabilidad de los procedimientos no deriva de ninguna fuente externa de autoridad o necesidad metafísica sino de su posibilidad de resolver una diferencia de opinión por sus propios méritos. Vista filosóficamente, esta validez racional para juzgar, intersubjetiva o convencional, puede ser llamada pragmática.

Tal como lo proponen Barth y Krabbe (1982) y otros racionalistas críticos, nosotros preferimos una opción pragmática no cargada finalista ni filosóficamente. Llamamos a una argumentación “razonale” sólo si está respaldada por una concesión la cual es una parte del punto de partida (implícita o explícitamente) reconocido por la otra parte, independientemente de la clase de razón que ellos puedan tener para este reconocimiento. Nada vale que esta perspectiva contextual, al situar la argumentación en el proceso real de resolución de disputa y está hermenéuticamente de acuerdo con la lógica propedéutica de la escuela Erolagen de lógica dialogal, que se apoya en un punto de partida que ya está dado o como dicen estas escuelas alemanas, "immer schon da" (Kemlah & Lorenzen, 1984).

3. MANIOBRAS ESTRATÉGICAS PARA RESOLVER UNA DIFERENCIA

DE OPINIÓN

En la perspectiva pragma-dialéctica el discurso argumentativo es concebido como un intento de resolver una diferencia de opinión. Esta resulta de un vistazo analítico del proceso de resolución que constituye la base de la evaluación crítica y clarifica la diferencia de opinión en cuestión y la posición de los participantes.

Las personas involucradas en el discurso argumentativo están sometidas a normas instrumentales para alcanzar el propósito de resolver la diferencia de opinión –manteniendo ciertos cánones de razonabilidad y esperando que otros también los cumplan. Pero los participantes del discurso argumentativo esperan resolver la diferencia a su favor. Entonces, hay un aspecto dialéctico y uno retórico. En principio, el método pragma-dialéctico se concentra únicamente en aspectos dialécticos, pero la reconstrucción del discurso argumentativo, se verá fortalecida por la incorporación de consideraciones retóricas, principalmente en su justificación.

El argumentador no está solamente encaminado a ganar la discusión sino también a conducirla de un modo razonable. En su esfuerzo por reconciliar estos dos objetivos diferentes, los argumentadores parecen, por momentos, ir uno contra el otro, esto se llama maniobra estratégica. Esta está dirigida a la persecución de fines a al vez dialécticos y retóricos.

Tomando en consideración los aspectos retóricos del discurso, podemos obtener una captación más comprensiva de la realidad argumentativa. Para hacer una entrada más realista al diseño estratégico del discurso, desarrollamos un sentido más maduro de los qué y por qué de las movidas falaces en la práctica argumentativa.

4. LAS CONCEPCIONES TRADICIONALES DE LA DIALÉCTICA Y LA RETÓRICA


¿Cómo se relaciona nuestra posición las tradicionales concepciones de la dialéctica y retórica? Platón veía a la dialéctica como un medio para acceder a la verdad. Aristóteles lo desarrolló en los Tópicos, en un sistema de diálogos regulados para refutar una afirmación, comenzando por concesiones de la otra parte. En la Retórica, la define como una habilidad (dunamys) para alcanzar los medios disponibles de persuasión. La tradición isocrática se concentró más en aspectos literarios. Hasta el siglo XVII, la historia de la teoría retórica permaneció tal como estaba dada en Cicerón, aunque en el siglo XV, luego del re-descubrimiento de Quintiliano, este se convirtió en la autoridad en el tema.

En la Edad Media, los estudios dialécticos tuvieron una importancia mayor que la retórica, la cual -luego de que el estudio de la inventio y la dispositio se desplazara de la retórica a la dialéctica- fue reducida a una docrina de la elocutio y la actio. Esto culminó en una estricta separación entre la retórica (asociada el estilo) y la dialéctica (asociada a la lógica). Aunque hubo síntomas precursores de esa brecha, esta división no fue ideologizada hasta después de la Revolución científica, según Toulmin (2001). Entonces se terminó en dos concepciones diferentes de la argumentación, consideradas como dos campos aislados e incompatibles. La retórica resultó un campo de estudio para los estudios en comunicación, lenguaje y literatura. Con la alta formalización de la lógica en el siglo XIX, la dialéctica casi desapareció del espectro. No obstante, en el siglo XX, el acercamiento dialéctico a la argumentación se retomó nuevamente.

Mirado más minuciosamente, siempre hubo teóricos que unieron retórica y dialéctica. Para Aristóteles, la retórica es la imagen especular o contraparte de la dialéctica. En la Retórica, opone loa puntos de vista de Platón y los sofistas. En la antigüedad, Boecio subsume la retórica en la dialéctica. Agrícola sostiene, a partir de Cicerón, que retórica y dialéctica no pueden se separadas e incorpora a ambas en una teoría. A diferencia de Perelman y Olbrects-Tyteca (1969), que colocan la dialéctica dentro de la retórica, Agrícola sumerge a la retórica dentro de la dialéctica. La pragma-dialéctica ve a la dialéctica como una teoría de la argumentación en el discurso natural y la retórica es ubicada dentro del marco una aproximación dialéctica. Van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs definen la dialéctica como “un método de oposición regulada” en la comunicación verbal y la interacción, que conduce a una aplicación pragmática de la lógica, una forma de poner la lógica en uso, así como para pasar de una conjetura u opinión a una creencia más segura. Concebir la dialéctica pragmáticamente difiere en varios aspectos de la concepciones aprobadas por Aristótiees y los dialécticos formales. La retórica es, desde una perspectiva pragma-dialéctica, un estudio teórico de las diversas clases de técnicas prácticas de persuasión. No hay ninguna razón para pensar que las normas retóricas del arte de la persuasión están necesariamente en contradicción con el ideal de razonabilidad que subyace en el corazón de la pragma-dialéctica. En realidad, los actos argumentativos considerados retóricamente fuertes por una audiencia crítica, estarán, en la práctica, de acuerdo con las normas dialécticas que se aplican al estadio de discusión correspondiente. De modo que hay que integrar la dimensión retórica en el método pragma-dialéctico de análisis.

5. MANTENIENDO UN DELICADO BALANCE

Examinar cómo son utilizadas, en una situación dialéctica, las oportunidades para manipular dicha situación de una manera favorable, puede ayudar a comprender el rol de las maniobras estratégicas para resolver una diferencia de opinión. Cada uno de los cuatro estadios en la resolución del proceso, tiene un fin dialéctico específico. En la medida en que cada parte involucrada quiere realizar su objetivo a su favor, cada uno espera realizar maniobras que sirvan mejor a su propio interés. El objetivo dialéctico de un determinado estadio de una discusión, tiene siempre un análogo retórico y deben especificarse los objetivos presuntamente retóricos de los participantes con respecto a dicho estadio, para saber cuál es la ventaja que aportan.

En el estadio de confrontación, el objetivo dialéctico de los participantes es aclarar los temas específicos que están en juego en la diferencia de opinión y las posiciones de los participantes. Desde el punto de vista retórico, las partes intentarán dirigir la confrontación del modo más beneficioso para su propia perspectiva. Esto significa que cada parte intentará proponer una definición del desacuerdo en virtud de los temas que le interese discutir y de las posiciones que le gustaría asumir.

En el estadio de apertura el objetivo dialéctico es establecer un punto de partida para la discusión, que no sea ambiguo. Este consiste en aspectos procedimentales y materiales, aceptados inter-subjetivamente (concesiones mutuas y acuerdos acerca de la división de la carga de la prueba). El objetivo retórico de cada participante es llegar a un punto de partida que sirva a sus propios intereses. Entonces, las maniobras estratégicas estarán encaminadas a establecer el punto de partida más práctico para el reparto más adecuado de la carga de la prueba.

En el estadio argumentativo el objetivo dialéctico es chequear la sostenibilidad de los puntos de vista que determinaron la diferencia de opinión en el estadio de confrontación, comenzando por el punto de partida establecido en el estadio de apertura. Desde el punto de vista retórico, las partes tendrán como meta hacer argumentos fuertes para lanzar el más efectivo ataque.

El objetivo dialéctico en el estadio de conclusión, es hacer un testeo crítico de los procedimientos, decidiendo, a la vez, si el protagonista mantiene su punto de vista a pesar de las críticas lanzadas por el antagonista o si este mantiene una posición de duda, aún considerando los argumentos vertidos por el protagonista. Desde una perspectiva retórica, cada parte intenta cantar victoria y sus maniobras estratégicas serán acordes a este objetivo.

En este sentido, las maniobras estratégicas dependen del potencial tópico asociado con un particular estadio de discusión, se adaptan a la demanda de la audiencia y explotan las estrategias de presentación de sí adecuadas.

El potencial tópico asociado a un estadio dialéctico particular puede ser concebido como un set de alternativas relevantes en el proceso de resolución. Ya los antiguos griegos eran concientes de que con respecto a cada asunto hay un rango de estratagemas que pueden ponerse en juego en una discusión. También Perelman y Olbrechts Tyteca (1969) enfatizan que desde el momento en que se seleccionan (o suprimen) determinados elementos, es por su importancia y pertinencia en la discusión.

Como se ve, eligiendo el potencial tópico, la maniobra estratégica en el estadio de confrontación, se dirige a la elección más efectiva entre los temas potenciales para la discusión, rectificando el “espacio de desacuerdo” en función de las preferencias de las partes. En el estadio de apertura, esto se logra dirigiendo la maniobra estratégica a crear el punto de vista más ventajoso, por ejemplo, trayendo a la memoria o tomando las concesiones de la otra parte. En el estadio argumentativo, se elige una línea de defensa, seleccionando los loci más convenientes. En el estadio de conclusión, los esfuerzos están dirigidos a llegar a la conclusión deseada por la parte, puntualizando, por ejemplo las consecuencias de aceptar ciertos argumentos complejos.

Para una respuesta retórica óptima, las movidas deben adaptarse a las demandas de la audiencia. Esto supone crear en cada estadio una empatía o comunión. En el estadio de confrontación, por ejemplo, esto se manifiesta evitando contradicciones innecesarias o insalvables. De acuerdo con Perelman y Olbrechts Tyteca, muchas veces el desacuerdo respecto de los valores es comunicado como un desacuerdo sobre los hechos, ya que este es más fácilmente recibido. Como regla, el esfuerzo del hablante o escritor está dirigido a fijar el status, disfrutando del más amplio acuerdo de los elementos en los cuales basa sus argumentos Perelman y Olbrechts Tyteca (1969, 179). Esto explica por qué, en el estadio de apertura, el status de los juicios de valor ampliamente compartidos puede ser conferido a sentimientos personales e impresiones, y el status de un hecho, a un valor subjetivo. En el estadio argumentativo, la adaptación estratégica a la demanda de la audiencia se puede conseguir citando argumentos con los que los lectores u oyentes acuerden.

Para comunicar óptimamente las jugadas retóricas, las estrategias de presentación deben ser bien usadas (explotando las Máximas de estilo de Grice de manera específica y deliberada). En Cicerón, De oratore, contenido y expresión son inseparables. En Anscombre y Ducrot, la expresión está asociada a la orientación del discurso. Asimismo para Perelman y Olbrechts Tyteca (1969), el discurso argumentativo implica una técnica para su presentación. (1969).

Figuras retóricas y modos de expresión constituyen estrategias de presentación. El éxito de una figura depende del estadio del discurso en el que se emplea. La metalepsis, por ej., en el estadio de apertura puede facilitar la transposición de valores en hechos. La consiliatio (adoptar las premisas del oponente para soportar la propia posición), puede ayudar a convencer al oponente en la etapa de argumentación.

Si bien los tres aspectos de las maniobras estratégicas (tópicos, orientación a la audiencia y estilo) se pueden distinguir didácticamente, en la práctica son inseparables. Para que una estrategia argumentativa sea absolutamente madura (fledged), las maniobras estratégicas deben converger en la elección del tópico potencial, en adaptarse a la expectativa de la audiencia y en la explotación de los procedimientos de presentación. Hay estrategias específicas de confrontación, apertura, argumentación y conclusión.

6. DESCARRILAMIENTOS FALACES DE LAS MANIOBRAS ESTRATÉGICAS
Desde una aproximación pragma-dialéctica, las jugadas argumentativas sólo son consideradas razonables (sound) si están de acuerdo con las normas de la discusión crítica. La violación de cualquiera de estas reglas obstruye el objetivo de la resolución de la disputa y convierte la acción en falaz. Se requieren criterios para determinar metodológicamente cuándo la violación a alguna regla resulta falaz.

Toda jugada hecha en el discurso argumentativo puede ser considerada a la vez, como la acción de sostener una discusión razonable y con buenos argumentos. Pero no siempre estos dos objetivos están en perfecto balance. En ocasiones el argumentador puede llegar a resignar sus intereses persuasivos para no parecer testarudo. Por otra parte, puede resignar su ideales críticos de acuerdo por vencer a su oponente. Ahora bien, resignar la persuasividad deviene una mala estrategia o una metida de pata porque daña al argumentador y no al adversario. Y resignar los ideales críticos para persuadir al otro, puede victimizarlo. Todo desvío de las maniobras estratégicas puede ser considerado falaz y toda falacia puede ser entendida como un desvío de las maniobras estratégicas.

Esto explica por qué a menudo en la experiencia real las falacias no resultan del todo manifiestas. La presunción de razonabilidad está presente en cada movida de la discusión (Jakson, 1995). Esta presunción es mantenida incluso cuando se viola alguna regla de la discusión y resulta falaz. De acuerdo con la definición aristotélica de falacia citada por Hamblin (1970), incluso las maniobras que parecen obedecer las reglas de la discusión crítica pueden de hecho no hacerlo. Entonces, si una parte viola una regla deliberadamente, debe comunicarlo con toda claridad, para que no se pierda el efecto persuasivo. Y si se trata de un error, igualmente es una falacia, en el sentido de la pragma-dialéctica: no es una movida razonable.

Nuestra concepción de las falacias como descarrilamientos de las maniobras estratégicas puede echar luz para identificar los comportamientos falaces.


Nota de la T: los parágrafos siguientes (7, 8 y 9) son una aplicación práctica del modelo en el análisis de un aviso de la compañía Shell que muestra cómo la compañía maniobra estratégicamente para defender sus enredos políticos y económicos en Nigeria.

Frans van Eemeren y Peter Houtlosser (Eds.)., 2002, Dialéctica y retórica. La urdimbre y tela del análisis de la argumentación. Academic Publishers. Kluwer



Traducción sintética, María Elena Bitonte

Eemeren, Frans H. Van & Houtlosser, Peter (2002). “Strategic Maneuvering”, en van Eemeren & Houtlosser (eds.), Dialectic and Rhetoric. Dordrecht: Kluwer.
PENSAMIENTO CLARO EN TIEMPOS PROBLEMÁTICOS





En la gran ola de comprensible emoción acerca de la muerte de Ken Saro-Wiwa, es muy fácil que los




hechos estén enturbiados por el enojo y la recriminación. Pero la gente tiene derecho a la verdad. Sin




tapujos. Incluso desagradable. Pero nunca supeditada a una causa, aunque sea noble o tenga buenas




intenciones. Tiene derecho al pensamiento claro.

5

La situación en Nigeria no tiene soluciones fáciles. Los eslóganes, las protestas y los boicots no ofrecen




respuestas. Hay cuestiones difíciles para considerar.




Primero, ¿falló la diplomacia discreta? Tal vez debamos preguntarnos, en cambio, por qué fallaron las




protestas a escala mundial. Nuestra experiencia sugiere que la diplomacia tranquila ofrecía la mejor




esperanza para Ken Saro-Wiwa. Como dijo Wura Abiola, la hija del oficial encarcelado que ganó las últimas

10

elecciones presidenciales, en Newsnight: “El régimen no reacciona bien a las amenazas. Creo que es la




manera de mostrar que no escuchará las amenazas”. ¿Entendían los manifestantes el riesgo que estaban




tomando? ¿La campaña se convirtió en algo más importante que la causa?




También hubo acusaciones de devastación ambiental. Pero los hechos fueron distorsionados o ignorados.




El público –que hace bien en preocuparse seriamente por estos asuntos- a menudo ha sido manipulado y mal

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dirigido.




Realmente hay problemas ambientales en el área, pero como lo confirmó el informe del Banco Mundial,




además de la industria petrolera, el crecimiento de la población, la devastación, la erosión del suelo y la




sobreexplotación agrícola son también problemas del medio ambiente allí.




De hecho, Shell y sus socios invertirán U$S 100 millones este año solamente en proyectos relacionados

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con el medio ambiente, y U$S 20 millones en rutas, centros de salud, escuelas, becas escolares, provisión de




agua y proyectos de apoyo a la agricultura para ayudar a la población de la región. Y, reconociendo que las




soluciones deben basarse en hechos, están patrocinando un estudio ambiental independiente del delta del




Níger por 4,5 millones.




Pero otro problema es el sabotaje. En el área de Ogoni –donde Shell no ha operado desde enero de 1993-

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más del 60% de los derrames de petróleo fueron causados por el sabotaje, habitualmente relacionado con




reclamos de compensación. Y cuando los contratistas trataron de resolver estos problemas, se les impidió




el acceso.




También se ha insinuado que Shell debería retirarse del proyecto de Gas Natural Licuado de Nigeria. Pero




si lo hacemos ahora, el proyecto va a fracasar. Tal vez para siempre. Entonces, pongamos en claro quién se

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perjudica si el proyecto se cancela. Una suspensión afectaría, en verdad, a los miles de nigerianos que van a




trabajar en el proyecto, y a las decenas de miles que se van a beneficiar en la economía local. El ambiente




también va a sufrir, ya que se espera que las plantas hagan cesar en gran parte las explosiones de gas en la




industria petrolera. La planta tardará cuatro años en construirse. Los beneficios no empezarán a notarse sino




hasta comienzos del siglo próximo. Únicamente el pueblo y el gobierno de Nigeria de entonces pagarán el

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precio.




¿Qué sucedería si Shell se retirara de Nigeria? El petróleo, ciertamente, continuará fluyendo. Los




negocios seguirán celebrándose. La gran mayoría de los empleados seguirá en su puesto. Pero se perderán




las prácticas éticas de negocios que son sinónimo de Shell, las inversiones en el medio ambiente, y las




decenas de millones de dólares invertidos en programas comunitarios. Finalmente será al pueblo de Nigeria

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al que ustedes perjudicarán.




Es bastante cómodo estar sentados en nuestros confortables hogares de Occidente, pidiendo sanciones y




boicots contra un país en desarrollo. Pero ustedes tienen que estar seguros de que las reacciones histéricas




harán más mal que bien.




Algunos grupos militantes dicen que deberíamos intervenir en el proceso político en Nigeria. Pero aun si




pudiéramos, no deberíamos. La política es asunto de los gobiernos y los políticos. Un mundo en el que las




empresas usaran su influencia económica para apoyar a los gobiernos o hacerlos caer sería un mundo




espantoso e inhóspito.

SHELL. Lo mantendremos en contacto con los hechos.



Figura 1

Análisis dialéctico de la estructura argumentativa de la solicitada de Shell
Usando las herramientas pragmadialécticas para reproducir la estructura de la argumentación, este análisis puede representarse como sigue:
Jurídico: (1) Shell no es responsable.
1.1a Shell no es responsable de la muerte de Ken Saro-Wiwa.

1.1a.1a Shell hizo esfuerzos para ayudar a Saro-Wiwa.

1.1a.1b Estos esfuerzos fueron frustrados por los manifestantes.
1.1b Shell no es responsable de ninguna devastación ambiental.

1.1b.1a Hay otros problemas en el área.

1.1b.1a.1 El Banco Mundial lo confirma.

1.1b.1b En realidad, Shell está contribuyendo a salvar el medio ambiente.

1.1b.1b.1a Están subsidiando sustancialmente proyectos relacionados con el medio ambiente.

1.1b.1b.1b Están subsidiando sustancialmente otros proyectos “buenos”.

1.1b.1b.1c Están subsidiando sustancialmente un estudio del medio ambiente.

1.1b.1c Un componente sustancial de la devastación del medio ambiente no es causado por Shell.

1.1b.1c.1a En el área de Ogoni, el 60% de la devastación del medio ambiente es causado por el sabotaje.

1.1b.1c.1b A los contratistas se les ha prohibido el acceso cuando trataban de enfrentar estos problemas.

1.1b.1c.2 Shell no ha operado en el área de Ogoni desde 1993.


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