Finn e. Kydland, Teoría agregada cuantitativa



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REVISTA ASTURIANA DE ECONOMÍA - RAE Nº 38 2007

177


TEORÍA AGREGADA

CUANTITATIVA

1

Finn E. Kydland

University of California, Santa Barbara y Carnegie Mellon University,

Pittsburg, EEUU

Me hace muy feliz trabajar con 

modelos económicos que incluyen

a muchas personas. Ésta es la clave del enfoque por el que Ed

Prescott y yo fuimos nominados por el Comité del Premio Nobel:

porque introducimos explícitamente a los individuos en nuestros

modelos. Sus problemas de decisión son totalmente dinámicos (las

personas toman decisiones pensando en el futuro). Éste es uno de

los requisitos previos de lo que, en definitiva, queremos proponer:

un enfoque que nos permita evaluar las políticas económicas. La

herramienta fundamental que utilizan los macroeconomistas es el

experimento computacional. Con este método, el investigador hace

precisamente lo que acabo de describir: sitúa a las personas del

modelo en el entorno deseado y registra su comportamiento. En

este breve discurso, pretendo darles una idea de la amplia variedad

de preguntas, con los detalles del modelo correspondientes a cada

caso, que se han planteado en la macroeconomía en las dos últi-

mas décadas, todas ellas dentro del enfoque que constituye el tema

general de mi discurso: los problemas de decisión de las personas

y las empresas del modelo son explícitos y dinámicos.

Palabras clave: Discurso Nobel, Finn E. Kydland, macroeconomía,

modelos de ciclos económicos reales, experimento computacio-

nal, ciclos económicos internacionales, Argentina.

Estoy encantado de estar hoy ante todos ustedes. También me hace

muy feliz trabajar con 

modelos


económicos que incluyen a muchas perso-

nas. Ésta es la clave del enfoque por el que Ed Prescott y yo fuimos nomi-

nados por el Comité del Premio Nobel: porque introducimos explícitamen-

(1) © Fundación Nobel 2004 (http://www.nobelprize.org). Este artículo es una versión revi-

sada del discurso pronunciado por el profesor Finn E. Kydland en Estocolmo, el 8 de

diciembre de 2004, cuando recibió, junto con el profesor Edward C. Prescott, el Premio

en Ciencias Económicas del Banco de Suecia instituido en memoria de Alfred Nobel. El

discurso se publica en 

Revista Asturiana de Economía 

con el consentimiento del autor y

la autorización de la Fundación Nobel. La traducción ha sido realizada por Mireia Carol

Gress y la revisión técnica corresponde al profesor José Víctor Ríos Rull.

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te a los individuos en nuestros modelos. Sus problemas de decisión son

totalmente dinámicos (las personas toman decisiones pensando en el futu-

ro). Éste es uno de los requisitos previos de lo que, en definitiva, queremos

proponer: un enfoque que nos permita evaluar las políticas económicas.

El eminente investigador y Premio Nobel de Economía en 1995, Bob

Lucas, de quien tanto he aprendido, escribió (Lucas, 1980): “Uno de los

cometidos de la economía teórica es proporcionar sistemas económicos

artificiales completamente articulados que puedan hacer las veces de

laboratorios en los que políticas con las que sería prohibitivamente cos-

toso experimentar en la economía real puedan probarse a un coste

mucho menor… (p. 696) A mi entender, nuestra misión es crear un pro-

grama en FORTRAN que acepte reglas específicas de política económica

como “entradas” y que genere como “salidas” estadísticos que describan

cómo funcionan las series temporales que nos interesan, y que se prevé

resulten de dichas políticas” (pp. 709-710). Los entornos deseados a los

que Lucas se refiere utilizarían información basada en “respuestas 

indivi-

duales


[que] pueden documentarse con un coste relativamente bajo…

mediante… censos, paneles [y] demás tipos de estudios…” (p. 710) Lucas

parece sugerir que los investigadores económicos sitúen a personas en

los modelos de entorno deseados y que registren cómo se comportan

bajo reglas de políticas alternativas.

En la práctica, es más fácil decirlo que hacerlo. La herramienta funda-

mental que utilizan los macroeconomistas es el 

experimento computacio-

nal

. Con este método, el investigador hace precisamente lo que acabo de



describir (sitúa a las personas del modelo en el entorno deseado y regis-

tra su comportamiento). Pero el objetivo del experimento computacional

va más allá de la simple evaluación de las reglas de políticas. Este instru-

mento resulta de gran utilidad para responder a multitud de preguntas

cuantitativas, es decir, aquéllas para las que precisamos respuestas

numéricas. Cuando evaluamos políticas gubernamentales, la política se

expresa en forma de una regla que especifica cómo se comportará el

gobierno (qué hará bajo diversas contingencias) hoy y en todo el futuro.

Ésta es una de las razones por las que sería tan difícil y tan prohibitiva-

mente costoso poner en práctica la alternativa que menciona Lucas, es

decir, poner a prueba las políticas en economías reales.

1. E


L EXPERIMENTO COMPUTACIONAL

Estos modelos incluyen millones de personas. Mi pequeño ordenador

portátil contiene diversos modelos de este tipo. Las personas se caracte-

rizan por sus preferencias respecto a los bienes y al ocio en este período

y en todos los siguientes. Sus restricciones presupuestarias son explíci-

tas. Perciben unos ingresos por su trabajo y por tener capital y lo que eli-

gen debe mantenerse dentro de sus restricciones presupuestarias, dados

los precios a los que se enfrentan (salarios y tipos de interés, por ejem-

plo). Dicho de otro modo, estos modelos son explícitos respecto a los pro-

blemas de decisión dinámicos de las personas.

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Los modelos incluyen también miles de empresas. Se incluye una

descripción de las posibilidades de producción agregada (en forma, pon-

gamos por caso, de una función de producción agregada). Dicha función

describe la tecnología necesaria para convertir los inputs de capital y tra-

bajo en outputs de bienes y servicios, que pueden destinarse al consumo

o añadirse al capital productivo futuro (la inversión).

Un aspecto esencial de la función de producción es que describe el

nivel tecnológico y su cambio a lo largo del tiempo. A este nivel de abs-

tracción, se trata de un concepto muy amplio. El cambio tecnológico

incluye todo lo que afecta a la transformación, determinada por la función

de producción agregada, de los inputs agregados de capital y trabajo en

bienes y servicios. Por supuesto, incluye los resultados habituales de la

actividad innovadora, pero también podría incluir, de nuevo a este nivel

de abstracción, factores tales como los choques petrolíferos, las nuevas

normativas medioambientales, los cambios en las restricciones legales

que afectan a los contratos entre los trabajadores y las empresas, la pro-

visión de infraestructuras públicas, y las pérdidas de intermediación

financiera asociadas a los pánicos bancarios (aspectos todos ellos que

uno podría querer estudiar con mayor detalle dependiendo de la pregun-

ta). En todo caso, para muchas preguntas, es totalmente correcto incluir-

los implícitamente como parte del nivel tecnológico.

He descrito dos elementos de los modelos que se utilizan general-

mente en los experimentos computacionales: los millones de habitantes

y los miles de empresas. Sin embargo, un aspecto fundamental es cali-

brar el modelo. En cierto modo, los modelos son instrumentos de medi-

ción: es preciso calibrarlos o, de lo contrario, las respuestas que propor-

cionen serán poco fiables. En este sentido, son como los termómetros.

Sabemos lo que se supone que un termómetro ha de registrar si lo

sumergimos en agua con pedazos de hielo o en una olla de agua hirvien-

do. De la misma forma, el modelo debería responder de manera aproxi-

madamente correcta a preguntas cuyas respuestas conocemos de ante-

mano. Por lo general, hay muchas preguntas de este tipo. En el contexto

del análisis de los ciclos económicos, sabemos muchas cosas acerca del

comportamiento a largo plazo de la economía, o podemos utilizar, por

ejemplo, el Estudio de Panel sobre la Dinámica de la Renta (Panel Study

of Income Dynamics, EE UU) o estudios similares de otras naciones con

el fin de recopilar los datos necesarios para calibrar el modelo. La cali-

bración es, pues, parte del proceso de hacer que la respuesta cuantitativa

sea lo más fiable posible.

Un experimento computacional genera series temporales de las deci-

siones agregadas de las personas del modelo económico. A través de la

formulación del modelo y de su calibrado, hemos determinado cómo

debería ser el entorno económico. Entonces, los millones de personas y

los miles de empresas de la economía van tomando sus decisiones a lo

largo del tiempo y el ordenador registra los correspondientes resultados

agregados. Obtenemos así series temporales, como si nos enfrentáramos

a una economía real. Estas series temporales se pueden describir estadís-

ticamente y se pueden comparar con los estadísticos análogos derivados

de los datos correspondientes a la nación objeto de estudio. Cuando se

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estudian los ciclos económicos, tales estadísticos pueden incluir las des-

viaciones estándar de agregados sin tendencia que describen las amplitu-

des de los movimientos de sus ciclos económicos, así como los coeficien-

tes de correlación como medida de sus co-movimientos.

2. U

N EJEMPLO SENCILLO



Ahora me gustaría guiarlos a través de un modelo sencillo (sustancial-

mente más sencillo que el de Kydland y Prescott (1982), por ejemplo). Inclu-

ye los sectores familias y empresas. Para simplificarlo al máximo, no inclui-

ré el sector público y tampoco el sector exterior. Además, para simplificar,

la economía no crece. Mis objetivos principales son dos: examinar el sen-

tido en el que el modelo contiene los sectores familias y empresas, y dar

ejemplos de lo que supone calibrar los parámetros (véase Cooley y Pres-

cott (1995) para una descripción detallada de la práctica de la calibración, y

Kydland (1995) para un ejemplo donde se describen todos los detalles).

Para empezar, tenemos la descripción de las preferencias de la familia

representativa en forma de una función de utilidad a maximizar: 

Los ciclos económicos suponen incertidumbre sobre el futuro, así que lo

que uno desea maximizar es la utilidad 

esperada


(denotada por 

E

) como



función del consumo, 

C

, y del ocio, 



L

, a lo largo de todo el futuro. Resumir

la utilidad desde hoy (desde el período cero, digamos) hasta el infinito

podría parecer un poco exagerado. Más adelante volveré sobre este supues-

to. El parámetro 

ß

es un número ligeramente menor que 1 y puede cali-



brarse sobre la base del tipo de interés real a largo plazo. Simplemente des-

cribe el grado de impaciencia de las personas. Contamos con dos paráme-

tros adicionales, 

α



σ

, que también hay que calibrar. Volveré a 

α

en un


minuto. El parámetro 

σ

es lo que podríamos denominar un parámetro de



aversión al riesgo, del que saben mucho los que trabajan en finanzas. Podría

haber elegido una forma funcional más general dentro de la clase de las

denominadas funciones de elasticidad de sustitución constante. La que se

ha escogido concuerda concretamente con la observación empírica de que,

dado que los salarios reales en los EEUU se han duplicado en las pasadas

décadas, las horas trabajadas por familia a largo plazo han cambiado poco.

La formulación del modelo que he presentado es la exposición del

problema de un planificador, cuya solución se puede demostrar que

corresponde al equilibrio de una economía poblada por millones de per-

sonas con preferencias tales como las señaladas por esta función de uti-

lidad. Hay una restricción de recursos, que indica que la suma del consu-

mo y de la inversión no puede exceder de lo que la economía produce. El

lado derecho de la primera igualdad indica que la economía genera pro-

ducción utilizando capital (fábricas, máquinas, edificios de oficinas) junto

con el factor trabajo de los trabajadores, y 

z

representa el nivel tecnológi-



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co. Dicho de otro modo, se trata de la producción total (producto interior

bruto) determinada por la función de producción, cuya especificación es

esencial para toda la macroeconomía. Por otra parte, el PIB tiene que ser

igual a la renta interior bruta, la suma de los ingresos del capital y del tra-

bajo, que aparece en la parte derecha de la segunda igualdad.

Además de esta restricción de recursos, tenemos una restricción de

tiempo, que en este caso puede dedicarse bien al ocio o bien al trabajo:

L

t



+ N

t

= 1



En la derecha tenemos un 1; es decir, sin pérdida de generalidad he

elegido las unidades de tal manera que si sumamos todo el tiempo dis-

crecional de las personas (tiempo total neto, descontando el dedicado a

dormir y al cuidado personal) el resultado es 1.

A continuación tenemos dos relaciones que representan aspectos

clave de lo que hace que una economía sea dinámica: 

y

La primera, en la que 



K

t

representa el stock de capital al principio del



período 

t

, muestra que el stock de capital de cualquier momento depende



de decisiones de inversión tomadas en el pasado, siendo 

δ

la tasa de



depreciación. Por último, el nivel tecnológico es de la mayor importancia

porque es el que, en este modelo sencillo, da lugar a la incertidumbre. Si,

como corroboran los datos, el parámetro 

ρ

está próximo a 1, la relación



dice que las nuevas innovaciones tecnológicas, expresadas por 

ε

, son



duraderas. Habitualmente se supone que esta variable aleatoria 

ε

se



extrae de una distribución de probabilidad normal, cuya variancia puede

estimarse a partir de los datos.

Como hemos visto, esta economía sencilla tiene ya varios parámetros

que tenemos que calibrar. Una razón para presentar este modelo es que me

permite analizar dos ejemplos típicos de calibración, a saber el del paráme-

tro 


α

en las funciones de utilidad, y el del parámetro 

θ

en la función de pro-



ducción. Supongamos que hemos consultado un panel de miles de perso-

nas y hemos calculado la media del tiempo que dedican a las actividades

intermediadas por el mercado. Esta cifra determina, a través de una condi-

ción estacionaria de primer orden, el valor de

α

que hace que esta media en



la economía modelo sea idéntica a la de los datos. De modo semejante, por

lo que respecta al parámetro 

θ

, una de las propiedades del modelo es que



si consultamos los datos de la Contabilidad Nacional y observamos, por

ejemplo, que, en promedio, el 36 por ciento de la renta interior bruta,

corresponde a los servicios del capital y que el 64 por ciento corresponde a

los ingresos del trabajo, el parámetro 

θ

queda calibrado en 0,36.



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He utilizado este modelo como medio para hablar de los dos sectores

clave de la economía. El sector familias contiene muchas personas carac-

terizadas por la función de utilidad: una descripción de las preferencias

respecto al consumo y al ocio en todo el futuro. El sector empresas se

describe mediante la tecnología para producir bienes y servicios sobre la

base de los factores capital y trabajo. He analizado las características que

hacen que este modelo sea dinámico y una fuente esencial de incerti-

dumbre. Podríamos incluir muchos otros detalles similares. Ed Prescott

mencionó en su discurso el supuesto denominado “tiempo para cons-

truir”, que llevaría a que el modelo fuera más minucioso, como en el artí-

culo de 1982 al que el Comité del Premio Nobel ha hecho referencia.

Dicho modelo contiene también existencias, así como choques tanto per-

manentes como temporales. Lo que hay que incluir depende de la pre-

gunta para la que se diseña el modelo. La pregunta para la que Ed Pres-

cott y yo utilizamos por vez primera este modelo podría expresarse como

sigue: si los choques tecnológicos fueran la única fuente de impulso, ¿qué

proporción de las fluctuaciones del ciclo económico quedaría? La res-

puesta preliminar obtenida con este modelo fue: mucho más de la mitad,

y se ha confirmado en gran medida que dicha respuesta sería de alrede-

dor del 70 por ciento. El modelo proporcionó una medición.

3. 

¿

I



MPORTA SER DIFERENTE

?

Volviendo a la función de utilidad, en mi prototipo de modelo que



acabo de describir, supongo que las preferencias vienen dadas por una

función que abarca el futuro en su totalidad (que llega hasta el infinito).

Es decir, que tenemos un gran poder para construir esta economía: ¡pode-

mos decidir que las personas son inmortales! Este supuesto resulta ser

sorprendentemente inocuo para muchas preguntas. Por supuesto, tiene

sentido comprobar si ello genera diferencias, y la respuesta es, como los

economistas concluyen a menudo en muchos contextos, depende. Para

muchas preguntas relacionadas con los ciclos económicos, la respuesta

es no, lo cual resulta ser bastante sorprendente. Si pensamos en las per-

sonas a lo largo de su ciclo vital, vemos que suelen ganar relativamente

poco con su trabajo al principio, sus ingresos experimentan después un

aumento sustancial cuando alcanzan una edad intermedia, y, por último,

quienes viven lo suficiente, entran en un período en el que están retirados

del mercado de trabajo. Dicho de otro modo, el perfil de los ingresos del

trabajo tiene una marcada forma de joroba. Pero sabemos también que la

gente prefiere un flujo de consumo mucho más regular a lo largo del

tiempo. Por ello habrá un período en el que gastarán más de lo que

ganan, luego gastarán menos durante dos o tres décadas, y finalmente

volverán a gastar más de lo que ganan por su trabajo hacia el final de sus

vidas. Por otra parte, el comportamiento de una persona al principio y al

final de su vida laboral suele ser bastante interesante en otros aspectos. 

Así, parece que el comportamiento a lo largo del ciclo vital podría tener

una gran importancia. No obstante, Víctor Ríos Rull (1996) observó, res-

pecto a una pregunta típica en relación con el ciclo económico como la que

mencioné más arriba, que, si consideramos una economía con consumi-

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dores mortales en la que se incluye un comportamiento realista a lo largo

del ciclo vital, al agregar en los experimentos computacionales las series

temporales correspondientes a todas estas personas, obtenemos aproxi-

madamente la misma respuesta que en el caso de la economía con con-

sumidores inmortales. Existen, claro está, muchas preguntas para las que

el comportamiento durante el ciclo vital sí supone una gran diferencia.

Entre ellas se encuentran el impacto económico sobre el ahorro, los tipos

de interés, y el tratamiento impositivo de la inmigración, la reforma de la

Seguridad Social, y la jubilación de los nacidos durante la explosión de la

natalidad de la posguerra (“baby boomers”) , por mencionar algunas.



Gráfico 1

PERFIL SALARIAL A LO LARGO DEL CICLO DE VIDA

EN LOS ESTADOS UNIDOS

Fuente: datos transversales basados en el Censo de los EEUU de 1990, tal como apare-

ce en Kjetil Storesletten (1995).

Para que se hagan una idea de cuán diferentes son unas personas de

otras y con el fin de enfatizar la necesidad de incluir tales diferencias cuan-

do abordamos 

ciertas

preguntas, les mostraré algunas cifras. El gráfico 1



muestra el perfil medio de la eficiencia a lo largo del ciclo vital de la gente

que trabaja en el sector de mercado, tal como lo indica su salario real. 

El gráfico muestra una razón fundamental por la que el perfil de los

ingresos del trabajo de las personas tiene, en función de la edad, forma de

joroba. La curva está normalizada para que la media sea 1. Comienza alre-

dedor de 0,5 y asciende rápidamente, de manera que, durante un largo

período de tiempo en la vida laboral posterior de las personas, su eficien-

cia es más de dos veces superior a la que tenían cuando empezaron a tra-

bajar. A estas diferencias en el ciclo vital en relación con la capacidad de

los trabajadores, hay que añadir el hecho de que las habilidades de los tra-

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bajadores difieren mucho de unos a otros cuando se inicia su vida laboral,

dependiendo de su formación y de otros factores. Krusell, Ohanian, Ríos-

Rull y Violante (2000) presentan un interesante estudio acerca de las con-

secuencias agregadas de la interacción entre, por un lado, el factor traba-

jo, dividido en trabajadores muy capacitados y poco capacitados, y, por

otro, el factor capital, dividido en estructuras (edificios) y bienes de equipo

(máquinas). Estos autores se centran, en particular, en los movimientos de

los salarios reales. En el trabajo de Kydland y Petersen (1997), en el que se

basan algunas partes de este discurso, se presenta un análisis más elabo-

rado acerca de las consecuencias cíclicas, especialmente en lo relativo a

las fluctuaciones medidas del factor trabajo.

En el gráfico 2 se presenta la distribución por edades de la población

de los EEUU en 1994 y la prevista para el 2020. El eje vertical muestra el

porcentaje de personas de las diferentes edades. En 1994 se ve una clara

joroba, aproximadamente en el rango de edad de los 30 a los 40 años. Es

previsible que haya un pico similar en 2020. Por supuesto, una razón para

preocuparse respecto a este patrón empírico es que en 2020 muchas, si

no la mayoría, de estas personas nacidas durante la explosión de la nata-

lidad de la posguerra se habrán jubilado, lo cual supondrá una fuerte pre-

sión sobre la restricción presupuestaria del estado en general y de la

Seguridad Social en particular. Un magnífico estudio sobre los efectos

que la explosión de la natalidad de los sesenta en España (donde la inmi-

gración supone una complicación mucho menor para la dinámica de la

población que en los EEUU) puede tener sobre el ahorro y los tipos de

interés reales futuros es el de Ríos Rull (2001).

Gráfico 2

DISTRIBUCIÓN POR EDADES DE LA POBLACIÓN

DE LOS ESTADOS UNIDOS EN 1994 Y 2020

Fuente: Oficina del Censo de los EEUU.

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Por último, el gráfico 3 muestra la distribución por edades de los inmi-

grantes en los EEUU. La curva correspondiente a los nacidos en los EEUU

es la misma que aparece en el gráfico 2 para 1994, con el matiz de que en

este caso cada grupo de edad tiene una amplitud de cinco años y, en con-

secuencia, la curva es más suave. El mensaje fundamental de este gráfi-

co es que los inmigrantes en los EEUU son, en términos relativos, bas-

tante jóvenes.

Gráfico 3

DISTRIBUCIÓN POR EDADES DE LOS NATIVOS Y DE LOS NUEVOS

INMIGRANTES EN LOS ESTADOS UNIDOS

Fuente: Anuario de los Servicios de Inmigración y Naturalización (años 1983-1989), tal

como se presenta en Kjetil Storesletten (1995).

Estas características de los datos corresponden todos ellas a elemen-

tos que uno tal vez desearía añadir a un modelo de individuos heterogé-

neos (algo en lo que nosotros, como economistas, nos hemos vuelto

expertos). Cuando Víctor Ríos era mi colega en la Carnegie Mellon Uni-

versity a principios de la década de los 90, los ordenadores no eran en

absoluto tan potentes como lo son hoy en día. Víctor realizó una investi-

gación pionera con tales modelos. En aquel entonces el ordenador podía

tardar mucho tiempo (quizás uno o dos días) en calcular las series tem-

porales del modelo a analizar.

Todas las características a las que he hecho alusión (la eficiencia en el tra-

bajo dependiendo de la edad, la dinámica de la población, y demás) pueden

ser y han sido añadidas a modelos como los que utilizaban Víctor Ríos y otros

en la década pasada. Un estudiante de Víctor y mío en Carnegie Mellon, Kje-

til Storesletten, que actualmente se encuentra en la Universidad de Oslo, rea-

lizó un interesante estudio sobre la interacción de la inmigración con la polí-

tica fiscal. Investigadores que hacen contabilidad intergeneracional han

hecho predicciones categóricas que indican que los tipos impositivos tendrán

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que aumentar sustancialmente en un futuro no muy lejano con el fin de que

se pueda cumplir la restricción presupuestaria del estado. La interesante pre-

gunta que plantea Storesletten (2000) es ¿hasta qué punto se puede evitar el

aumento de los impuestos incrementando la cuota de inmigración, en parti-

cular si se pudiera ser selectivo con los inmigrantes que se admiten? 

Nuestra capacidad para calcular equilibrios en el caso de economías

que incluyen personas muy diferentes ha aumentado tremendamente en

los últimos años, existiendo muchos estudios en los que ha tenido gran

influencia el artículo pionero de Per Krusell y Tony Smith (1998). Hoy en

día, encontramos trabajos muy interesantes, como el de Storesletten, Tel-

mer y Yaron (2004), una de cuyas propiedades es que la distribución de

los ingresos y de la riqueza varía y evoluciona a lo largo del tiempo. Estas

investigaciones tan apasionantes han sido posibles gracias a los avances

habidos en nuestra comprensión de la metodología dinámica, pero tam-

bién gracias a la potencia de los ordenadores actuales. 

4. 


¿

N

O HAY CABIDA PARA EL DINERO



?

En ocasiones, se ha afirmado que este enfoque sólo se puede utilizar

para analizar fenómenos reales. Eso es un gran malentendido. Este

mismo enfoque se emplea también para estudiar fenómenos monetarios.

Por ejemplo, podría utilizarse para responder a la eterna pregunta de si

los choques monetarios causan ciclos económicos.

[Antes de continuar, quisiera decir que hay dos personas a quienes me

hubiera encantado ver en Estocolmo esta semana, pero que no estarán aquí

porque han fallecido. Una de ellas es mi padre, Martin; la otra, Scott Free-

man, que murió hace unos meses. He tenido la fortuna de trabajar con el

mejor economista del mundo, Ed Prescott. Pero Scott Freeman no le anda-

ba muy a la zaga. Era un economista maravilloso, con una gran intuición y

capacidad innovadora. Trabajamos juntos sobre la interacción entre los

fenómenos monetarios y los factores reales. En su memoria, he incluido

dos fotografías. En la primera, pueden ver a Scott en actitud pensativa. En

la segunda, se está divirtiendo en una fiesta celebrada hace unos años.]

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Les mostraré una manera de introducir el dinero en un modelo simi-

lar al que les he descrito. Supongamos que las personas compran bienes

de múltiples tamaños. Ya puestos, digamos que hay un continuo, de dimi-

nutos a grandes. Las personas realizan compras pequeñas y grandes.

Dado el coste de llevar a cabo transacciones utilizando medios de cambio

(cheques, por ejemplo) respaldados por activos que devengan intereses,

ha de ser óptimo realizar las compras pequeñas con dinero y las grandes

con estos otros medios de cambio. La medida en la que uno desea utili-

zar uno u otro medio de pago se convierte en una decisión económica

cuyos incentivos cambian a lo largo del ciclo. Los incentivos cambian,

tanto para decidir en qué proporción utilizar ambos medios de cambio

como la frecuencia con la que se reponen los saldos líquidos. En este

estudio realizado con Scott Freeman (2000) se concluía que el dinero fluc-

túa de manera procíclica, incluso cuando el banco central no hace nada.

En otras palabras, si uno observa, tal como ha sido el caso durante largos

períodos de tiempo en la historia de los EEUU, que el dinero fluctúa en la

misma dirección que la producción, basándose sólo en este hecho no

puede colegir que movimientos en la cantidad de dinero causen movi-

mientos en la producción.

Dado que en estos modelos hay personas, podemos evaluar el coste

de la inflación en términos del bienestar. Eso fue exactamente lo que hici-

mos en un proyecto realizado con Scott Freeman y Espen Henriksen (en

prensa), un estudiante de doctorado de Carnegie Mellon. Ahora estamos

intentando llegar más lejos con dicho proyecto, preguntando, por ejemplo,

que sucedería si los costes de transacción bajaran a lo largo del tiempo,

cosa que ha sucedido ya y que probablemente continuará sucediendo.

5. C

ICLOS ECONÓMICOS INTERNACIONALES



Les he presentado un modelo de economía cerrada. Sin embargo, en

los últimos 10 o 15 años, los economistas han utilizado este enfoque para

estudiar la interacción de muchas naciones. Se trata de un campo parti-

cularmente interesante porque en él abundan las anomalías que los

investigadores inteligentes jóvenes (e incluso viejos) pueden intentar

explicar. A continuación les pondré un ejemplo de lo que, a primera vista,

podría parecer una anomalía. Para muchas naciones y de forma cíclica,

cuanto más baratos son los bienes que producen más se deteriora la

balanza comercial. Resulta que cuando uno elabora un modelo que con-

templa el intercambio comercial entre distintas naciones, tal como, por

ejemplo, hicimos Backus, Kehoe y yo (1994), la acumulación de capital es

importante en la determinación de la respuesta. Otro factor es que en las

distintas naciones se produce un cambio tecnológico “no sincronizado”,

que se transmite con el tiempo de una nación a otra. La conclusión es que

la regularidad empírica a la que acabo de referirme no es en modo algu-

no una anomalía. Es lo que el modelo indica que debería ocurrir.

Ahora les ofreceré una bonita aplicación de esto último. Me encantaba

utilizarla en mis clases de licenciatura. Encontré un artículo en el 

Wall Stre-

et Journal

de abril de 1988 en el que se informaba de que el Fondo Mone-

tario Internacional había mandado una misión a Argentina, supuestamente

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para convencer al gobierno argentino de que enfriara la economía. Las

razones que se apuntaban eran tres: (1) unas tasas de crecimiento altas, de

entre un 6,5 y un 7 por ciento anual, que se sumaban al fuerte crecimiento

iniciado en 1990, interrumpido tan solo por la crisis del Tequila alrededor de

1995; (2) la tremenda caída de los precios de las exportaciones; y (3) la vuel-

ta del déficit comercial. ¿Suena mal? Pues resulta que estos co-movimien-

tos son precisamente los que un modelo estándar nos diría que deberíamos

esperar en una economía que va bien. Según nuestro enfoque, la combi-

nación de estos tres factores debería ser favorable para la economía. Debo

confesar que no tengo forma de saber si de alguna manera el 

Wall Street

Journal 


distorsionó las razones del FMI para enviar una representación a

Argentina. Por ejemplo, es posible que el FMI estuviera preocupado tam-

bién por la “sobre-estimulación” fiscal, por llamarla de algún modo. 

6. E


L CASO DE

A

RGENTINA



Recientemente se han llevado a cabo diversos estudios sobre las

grandes depresiones. Muchos de ellos fueron presentados en un congre-

so celebrado en el Banco de la Reserva Federal de Minneapolis y se reco-

pilan en un volumen editado por Tim Kehoe y Ed Prescott (2007). Las razo-

nes por las que menciono estos trabajos acerca de las grandes depresio-

nes son dos. En primer lugar, la gente solía pensar que las grandes

depresiones eran hechos que, por su magnitud, exigían un enfoque dife-

rente. A mi entender, en este congreso se demostró que se trata de una

idea errónea. En segundo lugar, el mismo nos dio a Carlos Zarazaga y a

mí (2002) el impulso que necesitábamos para estudiar el caso de Argenti-

na, que había sufrido una gran depresión en la década de los 80. 

Gráfico 4

PIB POR PERSONA EN EDAD DE TRABAJAR EN ARGENTINA

(ÍNDICE)

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Para que puedan hacerse una idea de lo que ha sucedido en Argenti-

na en los últimos 50 años, el gráfico 4 muestra el logaritmo de su PIB real

por persona en edad de trabajar. Los logaritmos resultan útiles porque

una tasa de crecimiento constante se representa mediante una línea recta

y, tanto en el caso de que el PIB de Argentina sea tan pequeño como lo

fue en la década de los 50 o tan grande como en 1998, una desviación de,

por ejemplo, un cm. respecto a la tendencia representa la misma desvia-

ción 


porcentual.

Así es como hay que interpretar este gráfico. Observen el

tremendo descenso experimentado en la década de los 80 (más del 20 por

ciento durante la “Década perdida” de Argentina, por lo que este período

ha sido considerado como una gran depresión). Después de 1998, se pro-

dujo un descenso mucho mayor y más rápido.

Como ya he mencionado, la economía argentina experimentó un giro

positivo en los 90. A Carlos y a mí (2007), este episodio nos parecía toda-

vía más interesante que el de la depresión. Es evidente que Argentina

estaba creciendo muy rápido de acuerdo con la mayoría de los estánda-

res. Lo sorprendente era que (y esto sólo nos lo podía decir el modelo), al

introducir las cifras correspondientes al crecimiento de la productividad

total de los factores en un modelo estándar y calibrarlo, el modelo indi-

caba que la inversión debería haber sido mucho mayor en la década de

los 90. Por supuesto, por esa misma razón, el stock de capital debería

haber sido mucho mayor a finales de la década.



Gráfico 5

PIB DE ARGENTINA

El gráfico 5 presenta el PIB real de Argentina, de nuevo en escala loga-

rítmica. Se puede observar el crecimiento de los años 90. Supongamos

que introducimos en el modelo las cifras reales de la productividad total

de los factores obtenidas mediante el método que Robert Solow (1957)

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FINN E. KYDLAND. TEORÍA AGREGADA CUANTITATIVA

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propuso para medirlas en un contexto de crecimiento. Utilizamos el perí-

odo que va hasta 1980 para estimar estadísticamente el proceso que sigue

el nivel tecnológico. El modelo refleja bien la gran depresión de los 80, así

como la caída posterior a 1999. La gran discrepancia está en los años 90,

en los que el modelo indica que el crecimiento debería haber sido mucho

mayor. La tercera curva se incluye para mostrar lo que predice el modelo

si lo reiniciamos en 1999 con el stock de capital existente en ese momen-

to. El modelo reproduce correctamente el comportamiento de la econo-

mía en los años siguientes.

¿Qué pasa si observamos más de cerca al factor capital? El gráfico 6

corrobora que, como ya mencioné con anterioridad, éste supone la ano-

malía más importante, con una discrepancia entre las predicciones del

modelo y los datos correspondientes a los años 90 mayor incluso que la

existente en el caso del PIB. En 1999, la diferencia es de casi el 20%. Al

igual que en el gráfico 5, la tercera curva muestra la predicción del mode-

lo para los cinco años restantes si partimos del stock de capital de 1999.



Gráfico 6

FACTOR CAPITAL DE ARGENTINA

Los datos del gráfico 7 deben ser extremadamente deprimentes para

Argentina, ya que muestran la caída del stock de capital por persona en

edad de trabajar (que sería más o menos igual en términos per cápita).

Esta magnitud representa la capacidad productiva de Argentina, según

las mejores mediciones posibles. En 2003, el stock de capital por persona

era muy inferior al de 1982. El modelo de crecimiento neoclásico supon-

dría pues, tal como muestran los datos, unos salarios muchísimo más

bajos que los que habrían prevalecido en Argentina si la economía hubie-

ra crecido como lo hicieron las economías de otros países. Son éstas

malas noticias para el futuro de los pobres de Argentina (y, efectivamen-

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te, así ha sido hasta ahora). Es evidente que Argentina necesita crecer a

un ritmo rápido (no sólo un 3 o un 4 por ciento anual) para ponerse al

nivel de los demás. De no ser así, los pobres seguirán siendo pobres

durante mucho tiempo. Es probable que les vaya razonablemente bien a

los que dispongan de un capital humano relativamente alto, pero las dis-

paridades de renta y riqueza serán cada vez mayores.



Gráfico 7

FACTOR CAPITAL POR PERSONA EN EDAD DE TRABAJAR 

EN ARGENTINA 

¿Cómo podríamos explicar la situación en la década de los 90? Una

posibilidad es que se trate de problemas de medición. En muchas nacio-

nes tales como Argentina, a veces los datos son de escasa calidad. Por

otro lado, partiendo de los datos disponibles, las series agregadas pueden

construirse de distintas maneras. José de Anchorena (2004), un estudian-

te de doctorado de Carnegie Mellon, elaboró las series de capital con un

método alternativo pero llegó a la misma conclusión. 

Otra posibilidad, y quisiera volver a este tema más adelante porque

guarda relación con el artículo que escribimos en 1977 y al que se refirió

Ed Prescott en su discurso, es que lo ocurrido en los años 90 sea, en

parte, consecuencia de lo que podríamos denominar “la enfermedad de

la inconsistencia intertemporal”, debida a las malas políticas adoptadas

en Argentina antes de 1990. A pesar de que el antiguo presidente Carlos

Menem y otros políticos hicieron todo lo posible para que Argentina

fuera considerado como un país creíble en el que invertir a largo plazo,

la gente tenía frescos en la memoria los recuerdos del pasado. Es, por lo

tanto, muy probable que Argentina no tuviera todavía la credibilidad

necesaria. Aunque durante los 90 se produjo un crecimiento considera-

ble, distaba mucho de ser el que el país debería haber experimentado de

acuerdo con la predicción del modelo neoclásico de crecimiento. Esta

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conjetura debe ser investigada con mayor rigor, pero al menos es cohe-

rente con una literatura cada vez más abundante (véase, por ejemplo,

Alvarez y Jermann, 2000; Kehoe y Levine, 2001; y Kehoe y Perri, 2002)

que predice que el miedo al impago y a las confiscaciones tendrá un

“efecto tipo viento en contra” sobre la inversión precisamente cuando la

economía esté repuntando.

Argentina se ha recuperado en los últimos dos años. Ya he señalado

que si no mejora a una velocidad rápida, si la brecha no se cierra, los

pobres seguirán siendo pobres durante mucho tiempo ¿Cómo podría

Argentina restablecer la confianza? No hay una respuesta sencilla. Una

vez se ha perdido la credibilidad, los economistas no tienen claro cómo

recuperarla. Lo que se necesita no es una política de parches para uno o

dos años. Argentina necesita una política enfocada al largo plazo, con

incentivos creíbles para la actividad innovadora y la acumulación de capi-

tal humano y físico, que produzca beneficios durante muchísimos años.

7. C


OMENTARIOS FINALES

En este breve discurso, he tratado de darles una idea de la amplia

variedad de preguntas, con los detalles del modelo correspondientes a

cada caso, que se han planteado en la macroeconomía en las dos últimas

décadas todas ellas dentro del enfoque que constituye el tema general de

mi discurso: los problemas de decisión de las personas y las empresas del

modelo son explícitos y dinámicos. Podría haber aportado cientos de refe-

rencias. Algunas de las que decidí incluir son obra de autores o coautores

con los que me ha entusiasmado trabajar. Estoy encantado de tenerlos

hoy aquí en Estocolmo como mis invitados.

Dado que entre el público hay muchos estudiantes, quisiera terminar

con algunos comentarios acerca del aprendizaje de la macroeconomía.

Casi todos los fenómenos macroeconómicos interesantes son dinámicos;

son inter-temporales. Es preciso, pues, considerar personas que tengan

en cuenta el futuro cuando tomen sus decisiones. Desafortunadamente, la

macroeconomía dinámica es una materia difícil para los principiantes. No

es fácil hacer macroeconomía dinámica en una hoja de papel. Quizás sea

por ello por lo que la brecha entre la investigación y los libros de texto

se ha ido ampliando cada vez más durante los últimos 20 años ¿Cómo

podríamos remediarlo?

En los últimos tiempos ha habido varias tentativas de cerrar la brecha.

Me gustan, por ejemplo, muchos aspectos del libro de texto que Steve

Williamson (2005) ha publicado recientemente. Puede parecerles sor-

prendente, sin embargo, que yo haya seguido utilizando durante tanto

tiempo (complementado con mis propios apuntes) un manual de Merton

Miller y Charles Upton (1986) que se publicó por primera vez en 1974. Este

manual presenta un marco dinámico con muchas de las características de

las que he estado hablando, incluso el comportamiento a lo largo del ciclo

vital. Estos dos autores eran sencillamente grandes economistas e incluí-

an en su texto los elementos clave que, a su juicio, debían formar parte

de los modelos dinámicos básicos de la macroeconomía.

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Una posible solución a la hora de enseñar macroeconomía sería utili-

zar el ordenador para llevar a cabo experimentos computacionales (véase

Bjørnestad y Kydland, 2004). Este instrumento, que tanta influencia ha

tenido en la investigación moderna, puede servir también para que los

estudiantes de introducción a la economía y de macro intermedia apren-

dan macroeconomía dinámica. Los estudiantes pueden comparar los

estadísticos relacionados con los ciclos generados por la economía mode-

lo con los de la economía real. El ordenador puede generar gráficos de

respuesta a impulsos. Se producen choques en todos los períodos tem-

porales. En la práctica resulta difícil desentrañar los efectos de cada uno

de dichos choques. Como se registra por lo menos uno en cada período,

no es fácil observarlos y medirlos en el momento en que se producen, y

los efectos de cada uno de ellos perduran en el tiempo. Pero las econo-

mías modelo nos permiten reforzar nuestra intuición. Por ejemplo, al cen-

trarse en la respuesta a un impulso, se supone que no se ha producido un

choque en mucho tiempo (que la economía se encuentra en su estado

estacionario). Entonces, alteramos la economía modelo con un único cho-

que o impulso y registramos lo que ocurre durante cierto número de perí-

odos temporales (una gran ayuda para la intuición de los estudiantes).

Me gustaría concluir en este punto y diciendo simplemente: Takk for

at dere alle Kom for å høre på meg

*

.



R

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(*) Muchas gracias a todos ustedes por haber venido a escucharme 

(Nota del editor).

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Addison Wesley, Boston.

ABSTRACT

I'm very happy when I get to work with 

models with many people.

That is the key to the framework for which Ed Prescott and I were

cited by the Nobel committee: The people are introduced expli-

citly in the models. Their decision problems are fully dynamic

(people are forward-looking). That is one of the prerequisites for

what we ultimately seek, a framework in which we can evaluate

economic policy. The key tool macroeconomists use is the 

com-


putational experiment. Using it, the researcher performs precisely

what I just described (places the model's people in the desired

environment and records their behaviour). In this brief lecture, I

try to give you a taste of the vast variety of questions, with the

model details dictated accordingly, that have been addressed in

macroeconomics in the past two decades, all within the frame-

work that serves as the overall theme for this lecture: the decision

problems of the models' people and businesses are explicit, and

they are dynamic.

Key words: Nobel Lecture, Finn E. Kydland, macroeconomics, real

business cycle models, computational experiment, international

business cycles, Argentina.



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