Biografias



Yüklə 0,85 Mb.
səhifə5/29
tarix15.08.2018
ölçüsü0,85 Mb.
#62760
1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   29

Nacimiento de Arturo

Se dice que solo gracias a Merlín pudo Arturo reinar tan sabiamente sobre Camelot. Lo que si es cierto es que Merlín fue un gran ejemplo y fuente de sabiduría para Arturo.

Su relación con Arturo comenzó tan pronto como nació éste. Uther Pendragon, Gran Rey de Britania, se enamoró locamente de Lady Igraine cuando esta acudió a su castillo acompañando a su esposo, el duque de Tintagelo (Gorlois). Uther comenzó a obsesionarse con la hermosa dama, hasta que Gorlois decidió llevarla a Tintagel y encerrarla ahí, lejos del rey.

Uther pidió ayuda a Merlín, que le proporcionó un brebaje que cambiaría su aspecto: Sería idéntico a Gorlois, y podría entrar en Tintagel y acostarse con la Duquesa, mientras el auténtico Duque estaba peleando en el castillo de Dimilioc. C

uando Uther abandonó el castillo Merlín le hizo prometer que le daría al niño que nacería de aquella noche de pasión. A la mañana siguiente, el Duque Gorlois fue muerto en combate en Dimilioc, de modo que Uther e Igraine pudieron casarse. El Rey acogió a la viuda en su castillo, y con ella a las dos hijas (en otras versiones son tres) que Igraine y Gorlois habían tenido. Cuando nació Arturo, Uther recordó la promesa hecha al brujo. Merlín sacó al pequeño Arturo del castillo de su padre y lo llevó con Sir Héctor, quien lo crió como hijo suyo junto con Kay.
Arturo Rey

Cuando el Rey Uther murió, muchos reyes menores, como Lot de Orkney, el rey Uriens de Gorre o sir Pellinore se disputaban el trono de Britania. Por aquel entonces, Arturo tenía dieciséis o diecisiete años. Merlín lo llevó a un sitio donde se hallaba una espada mágica, llamada Excalibur; se decía que quien sacara esa espada de la piedra sería por derecho rey de Inglaterra, sumida por entonces en el caos. Arturo fue el único capaz de sacar la espada, y, más tarde o más temprano, los reyes menores lo reconocieron como Gran Rey; después de ello fundó la ciudad de Camelot.

Se dice que Merlín tenía intención de volver al bosque donde vivía pero finalmente debió regresar a Camelot para guiar a su discípulo en sus deberes reales. Uno de los asuntos en los que Merlín debió ayudar a Arturo fue el nacimiento de Mordred: Unos días antes de sacar la espada de la roca, Arturo llegó a Londres con Kay y sir Héctor, se enamoró de una hermosísima joven llamada Morgana, que era la mujer del Rey Uriens.

Arturo y ella se citaron en secreto y pasaron la noche juntos. Morgana no sabía que Arturo era el hijo de Uther, y Arturo no sabía que Morgana era hija de Gorlois e Igraine, es decir, su media hermana. Nadie supo de esto, excepto Merlín. Cuando Arturo se convirtió en rey, Merlín le predijo que el hijo que había engendrado con Morgana lo destruiría(según otras versiones Arturo tuvo a Mordred con otra hermanastra, Morgause).

El Rey hizo que se dejasen a todos los niños nacidos el primero de mayo en un bote a la deriva, pero Mordred se salvó, aunque él no lo supo hasta mucho después. Cuando Arturo se quería casar con Ginebra, Merlín le aconsejó lo contrario, y le dijo que se merecía una esposa mejor y más leal, pero Arturo estaba locamente enamorado de ella, y la hizo Gran Reina de Britania.
El fin de Merlín

Cuando Merlín era bastante anciano, conoció a una joven muy hermosa, llamada Nimue. Era hija del Rey de Nothumberland, y Merlín perdió la cabeza por ella. Le comenzó a enseñar encantamientos muy poderosos a cambio de que se convirtiera en su amante. Incluso le edificó un palacio en el fondo de un lago y le dio el nombre de Dama del Lago.

Con el tiempo la joven Nimue empezó a temerle puesto que era hijo de un demonio, y le preguntó el hechizo para atrapar a un hombre. Merlín se lo confesó, y la joven maga lo aprisionó para siempre en una prisión de cristal, o según otras versiones, en una roca o en un árbol, del que Merlín no podía salir, pero ella podía entrar y salir cuando quisiera.
El Merlín histórico

La leyenda de Merlín viene de dos fuentes históricas fundamentales: La tradición de Lailoken y la historia de Ambrosio el Niño.

Lailoken era un bardo y poeta que vivía en el actual Strythclide (suroeste de Escocia), y era un importante consejero del rey bretón Gwenddolau. Cuando su señor fue derrotado y muerto en la batalla de Arfderydd (actual Arthuret) en el año 574, se sumergió en la locura y abandonó la civilización. Huyó a los bosques de Celidon donde pasó tres días sollozando y allí se dedicó a profetizar en compañía de un lobo. Así relata la tradición su historia:

Lloró durante tres días y rechazó todo alimento, ¡así de grande era el dolor que le consumía! Fuera de sí, alzó su voz en el aire y tras ello, sin ser visto, huyó a los bosques. Así es como hizo su entrada en Celidon y era feliz de vivir entre los fresnos, y se asombró al ver a los animales salvajes viviendo en los claros. Bien pronto dejó de temerlos y comenzó a frecuentarlos. Se alimentaba de plantas silvestres y de sus raíces, gustaba de los frutos de los arbustos.

Se convirtió en un iniciado de los bosques.

La leyenda de Lailoken fue transportada a Gales donde el personaje tomó el nombre de Myrddin. Se trata de un mito pancéltico que está presente también en Irlanda, lugar en el que los ciclos mitológicos recogen la historia del bardo Suibhne.

La otra fuente del mito lo constituye la figura de Ambrosio el Niño quien profetizó en la fortaleza de Dinas Emrys la victoria del dragón blanco (que representaba a los sajones) sobre el dragón rojo (emblema de los Pendragon y aún hoy símbolo nacional galés).

Cabe aclarar que el Ambrosio histórico nada tuvo que ver con el rey Arturo, y que fue en realidad Geoffrey de Monmouth quien pone esas palabras en su boca.

La forma actual del nombre Merlín fue fijada por el cronista galés Geoffrey de Monmouth, que alteró el original galés para evitar resonancias con el francés merde (mierda).
GEBER (730?-765?)

Famoso alquimista sufí* árabe, nacido en Khufa, en la Arabia meridional. Abu Dja bir ibn Hayyan al-Sufi, más conocido en Occidente por Geber, fue llamado admirativamente «rey de los árabes y príncipe de los filósofos», siendo para muchos el más grande de los filósofos herméticos que produjo el Islam.

Geber adquirió muy pronto un gran renombre por su maestría y erudición en un vasto campo de disciplinas que incluían desde la astrología y astronomía hasta la filosofía y la música, pasando por la medicina y las matemáticas.

Geber escribió tal inmensa cantidad de tratados ---si bien la extensión de los mismos no sea equiparable en muchos casos a los de un libro normal de nuestros días que es lógico pensar que se trataba de un ser superdotado. Una de sus obras más importantes es la Summa de la perfección, en la que se puede hallar por primera vez uno de los principios fundamentales de la alquimia*: todos los metales están compuestos de dos elementos básicos: el azufre y el mercurio de los filósofos.

Pero tanto el uno como el otro no corresponden a los elementos químicos conocidos por estos nombres; simplemente hacen referencia a dos elementos constitutivos de la materia, y reciben esos nombres para despistar al profano. El azufre de los filósofos contendría la naturaleza caliente y seca, mientras que el mercurio incorporaría lo frío y húmedo.

Geber afirmaba que todos los cuerpos químicos incluyen los cuatro elementos primordiales: tierra, agua, aire y fuego, de los que ya había hablado Aristóteles. Identificaba esos elementos en una determinada sustancia mediante sucesivas destilaciones. Cuando éstas se verificaban sobre materias orgánicas obtenía cuatro sustancias: un líquido que para él era equivalente al unía, un aceite de características inflamables en el que suponía que se encontraba el elemento aire; una sustancia combustible que equiparaba al fuego y, por último una especie de residuo mineral que equivaldría al elemento tierra.

Sherwood Taylor, al referirse a este gigante de la alquimia*, escribe: «Geber pensaba que, de esta manera, el alquimista podía obtener el elemento completamente frío de su "agua", el elemento totalmente húmedo de su "aceite", el seco de su "tierra'', y el cálido de su "tintura".

Este último término parece designar a una sustancia que anuncia la Piedra ,filosofale, pues la describe como un cuerpo transparente, brillante, lustroso y rojo.

Cabe pensar que dicho elemento faltaba en los metales vulgares y estaba presente en el oro.

Después de haber obtenido esos "elementos puros", el alquimista los mezclaba según proporciones muy específicas a fin de elaborar el elixir conveniente. Éste se aplicaba a un metal cualquiera, de una manera por demás complicada, y entonces se producía la transmutación.»

En el campo de la filosofía y de la mística Gebcr participó de manera intensa en el sufismo* y, en consecuencia, en sus trabajos alquímicos buscaba no tanto la transmutación de los metales como la del propio individuo.

AVICENA: 1.050

Famoso médico árabe, muerto a mediados del siglo XI, célebre por el gran número y extensión de sus obras y de su vida aventurera. Los árabes creyeron que era dueño de los espíritus y que los hacía servir por genios, y como buscaba la PIEDRA FILOSOFAL, en algunas comarcas de Arabia se dice que no ha muerto todavía y que gracias al elixir de la larga vida y al oro potable, vive aún en un retiro ignorado y con sumo poder.



ABUL-CASIM MASLAMA BEN AHMAD

EL MADRILEÑO PICATRIX-(1.056)

CON su compendio de tradiciones antiguas titulado Picatrix (año 1056). Obra traducida del Árabe al Español por ordenes del Rey Alfonso el Sabio. A Inicios de la Alta Edad Media la tradición mágica llega a Europa principalmente como resultado de las invasiones Árabes. Estos Árabes (Sarracenos) influyeron en los Filósofos Europeos y las tradiciones que ellos traían del Antiguo Egipto y otras obtenidas de los discípulos de Pitágoras -a quiénes muchos identifican como uno de los más grandes precursores de la Magia de los tiempos antiguos. Entre los Magos más conocidos entre los Árabes de esta época se encuentran Abul-Casim Maslama Ben Ahmad el Madrileño ya mencionado. La tradición Mágica Europea también recibe poderosas influencias de los antiguos pueblos Celtas y sus tradiciones, aquella en la cual fue instruido Merlín.


AVERROES (CÓRDOBA, AL-ÁNDALUS, 1126MARRAKECH, 10 DE DICIEMBRE DE 1198), filósofo y médico andalusí, maestro de filosofía y leyes islámicas, matemáticas, astronomía y medicina.

Averroes proviene de una familia de estudiosos del derecho. Su abuelo fue cadí (juez) principal de Córdoba bajo el régimen de los almorávides. Su padre mantuvo la misma posición hasta la llegada de la dinastía almohade en 1146. El propio Averroes fue nombrado cadí de Sevilla sirviendo en las cortes de Sevilla, Córdoba y Marruecos durante su carrera.

Además de elaborar una enciclopedia médica, escribió comentarios sobre la obra de Aristóteles (de ahí que fuera conocido como «El Comentador»). En su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y sería por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del Islam. Jacob Anatoli tradujo sus obras del árabe al hebreo en los años 1200. Sus escritos influyeron en el pensamiento cristiano de la Edad Media y el Renacimiento.

A finales del siglo XII una ola de fanatismo invade Al-Ándalus después de la conquista de los Almohades y es desterrado y aislado en la ciudad de Lucena, cerca de Córdoba, prohibiéndose sus obras. Meses antes de su muerte, sin embargo, fue revindicado y llamado a la corte en Marruecos. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a través de traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe. Su principal discípulo fue Ibn Tumlus (Alcira, provincia de Valencia, 1164-1223), quien le había sucedido como médico de cámara del quinto califa almohade Al-Nasir.

La noética de Averroes, formulada en su obra conocida como Gran comentario, parte de la distinción aristotélica entre dos intelectos, el nous pathetikós (intelecto receptivo) y el nous poietikós (intelecto agente), que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones míticas y religiosas.

Averroes se esforzó en aclarar cómo piensa el ser humano y cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas por parte de seres perecederos.

El filósofo cordobés se distancia de Aristóteles al subrayar la función sensorial de los nervios y al reconocer en el cerebro la localización de algunas facultades intelectivas (imaginación, memoria...).

Averroes sitúa el origen de la intelección en la percepción sensible de los objetos individuales y concreta su fin en la universalización, que no existe fuera del alma (el principio de los animales): el proceso consiste en sentir, imaginar y, finalmente, captar el universal.

Ese universal tiene, por lo demás, existencia en cuanto que lo es por aquello que es particular. En cualquier caso, es el intelecto o entendimiento el que proporciona la universalidad a lo que parte de las cosas sensibles.

Así las cosas, en su obra Tahâfut, expone la necesidad de que la ciencia se adecue a la realidad concreta y particular, pues no puede existir conocimiento directo de los universales.

La concepción del intelecto en Averroes es cambiante, pero en su formulación más amplia distingue cuatro tipos de intelecto, es decir, las cuatro fases que atraviesa el entendimiento en la génesis del conocimiento: material (receptivo), habitual (que permite concebirlo todo), agente (causa eficiente y formal de nuestro conocimiento, intrínseco al hombre y que existe en el alma) y adquirido (unión del hombre con el intelecto).

Averroes distingue, además, entre dos sujetos del conocimiento (más propiamente: los sujetos de los inteligibles en acto): el sujeto mediante el cual esos inteligibles son verdaderos (las formas que son imágenes verdaderas) y el sujeto mediante el que los inteligibles son un ente en el mundo (intelecto material). Consecuentemente, el sujeto de la sensación (por el cual es verdadera) existe fuera del alma y el sujeto del intelecto (por el cual este es verdadero), dentro.

A pesar de la condena de 219 tesis averroístas por parte del obispo parisino Étienne Tempier en 1277 a causa de su incompatibilidad con la doctrina católica, muchas de éstas sobrevivieron en la literatura posterior de mano de autores como Giordano Bruno o Pico della Mirandola. Así, encontramos en estos autores una defensa de la superioridad de la vida contemplativa-teórica frente a la vida práctica (en línea con lo defendido por Aristóteles en su Ética Nicomáquea, X o en y una reivindicación del carácter instrumental-político de la religión como una doctrina destinada al gobierno de las masas incapaces de darse una ley a sí mismas por medio de la razón. La ley religiosa, había dicho Averroes en su Tahafut al-tahafut , proporciona la misma verdad que el filósofo alcanza indagando en la causa y la naturaleza de las cosas; sin embargo, ello no implica que la filosofía actúe en modo alguno en los hombres cultos como sustituto de la religión: «los filósofos creen que las religiones son construcciones necesarias para la civilización (...)». La existencia de la religión es también necesaria para la integración del filósofo en la sociedad civil.

Otras tesis que encontramos en Averroes son:

Que el mundo es eterno

Que el alma está dividida en dos partes, una individual perecedera (intelecto pasivo) y otra divina y eterna (intelecto activo).

El intelecto activo es común a todos los hombres.

El intelecto activo se convierte en intelecto pasivo cuando se halla unido al alma humana. Cuando la facultad imaginativa del hombre recibe las imágenes que le proporciona la actividad de los sentidos, las transmite al intelecto pasivo. Las formas, que existen en potencia en tales imágenes, son actualizadas por el intelecto activo, convirtiéndose en conceptos y juicios.

A fin de salvar la incompatibilidad de las tesis averroístas con la doctrina cristiana, Siger de Brabant propuso la doctrina de la doble verdad, según la cual hay una verdad religiosa y una verdad filosófica y científica. Esta doctrina sería adoptada por la mayoría de defensores europeos del averroísmo.


ARTEFIUS ( HACIA EL AÑO 1130)

RECIBIÓ LAS MÁS IMPORTANTES enseñanzas de Magos antiguos y se ocupó de la prolongación de la vida humana más allá de lo normal, la preservación de la juventud física, de la Astrología y la influencia de los planetas en nuestros destinos, del conocimiento de las cosas pasadas, presentes y futuras, por medios directos y Divinos.

Célebre filósofo hermético del siglo XII que vivió más de mil años por medio de los secretos de la alquimia. Se le atribuye la paternidad de muchos libros curiosos, entre los que destacaremos el “ARTE DE PROLONGAR LA VIDA”, el cual, según se cita en su prólogo, compuso a la edad de 1025 años; la “LLAVE DE LA SABIDURÍA SUPREMA”, un “TRATADO SOBRE LOS CARACTERES DE LOS PLANETAS”, “EL CANTO DE LOS PÁJAROS”, “LAS COSAS PASADAS Y FUTURAS” y “LA PIEDRA FILOSOFAL”.
HONORIO III, (ROMA, (HA. 1148) – 18 DE MARZO DE 1227).

PAPA N.º 177 DE LA IGLESIA CATÓLICA DE 1216 A 1227.

De nombre Cencio Savelli, fue canónigo de la iglesia de Santa María la Mayor hasta que, en 1188, fue nombrado chambelán del papa Clemente III y empezó a desempeñar el cargo de tesorero de la Iglesia Romana. Posteriormente, cuando en 1193 el papa Celestino III lo nombre cardenal diácono de Santa Lucía in Silice, continuará con el cargo de tesorero hasta que, en 1197, pasó a ser el tutor del futuro emperador Federico II.

Las obras principales que debemos al papa Honorio III son el "Liber Juratis, Grimorium Honorii Magni" y el Liber censuum Romanae ecclesiae en la que, aprovechando los conocimientos adquiridos en el desempeño del cargo de tesorero de la Iglesia Romana, realiza un inventario de las rentas y propiedades de la Iglesia, de las donaciones recibidas, de los privilegios y los contratos con las ciudades y los soberanos.

ES INSTRUIDO EN LOS PROCEDIMIENTOS DE LOS Magos y unifica la Religión Católica con las tradiciones de los Magos. Escribe varias cartas al Emperador Carlo Magno enseñándole como protegerse en sus campañas militares mediante antiguas plegarias Mágicas-Religiosas y Sellos Divinos-Mágicos para obtener ayuda celestial y éxito en ellas.



SCOTO MICHAEL ( 1170-1232)

Nacido en Escocia hacia 1170. Nada se sabe de su juventud. Preceptor del futuro Federico II, “el sultán bautizado”, le dedica dos de sus obras. En Toledo traduce obras árabes. Ensaya la necromancia antes de volver a la corte del emperador como consejero y como astrólogo. Se le imputan “milagros” en el curso de las comidas, principalmente en Florencia ¿Ilusionismo o hipnosis? no se sabe. Purifica « la medicina de los físicos » y se atreve con las curaciones complicadas. Sospechoso, se trata de alejarle, proponiéndosele el remoto arzobispado de Cashel en Irlanda. Lo rechaza y se traslada a Bolonia, París y Oxford para preparar una traducción del árabe Avicena. Mientras rezaba en la iglesia de su pueblo natural, una piedra al caer puso fin a sus días, en 1232.

Se suele olvidar sus múltiples actividades (principalmente su tratado sobre la alquimia) por no ver en él más que al mago adivino: Dante (Infierno, XX, 115) le coloca incluso con los brujos en el octavo círculo del Infierno. Menos peyorativamente, Walter Scott le evoca en “La ley del último Ministril” donde se ve al caballero Deloraine abrir su tumba para apoderarse de su Libro del Poder.

ALBERTO EL GRANDE (1193-1280)

(Lauingen, Baviera, 1193/1206Colonia, 15 de noviembre de 1280)

Biografía. No se ha precisado aún con suficiente discreción la importancia y alcance que deba atribuirse al Aristotelismo en el despertar de la cultura de la Edad Media. Pero parece definitivamente aceptado el hecho de que la doctrina aristotélica, si de un lado dio origen a estériles disquisiciones sobre problemas abstractos y sutiles, produjo de otro percepciones claras y perspectivas amplísimas del saber humano, señaladamente en el siglo xiii. Vulgarizador incansable de las teorías aristotélicas fue Alberto el Grande, que nació en Lauingen en 1193 y murió en Colonia en 1280.

A los Árabes se debe en primer término la introducción en el Occidente de los principales monumentos de la Filosofía de Aristóteles. Los Árabes tradujeron y comentaron los escritores griegos, y los principales filósofos entre aquellos, Avicena (siglo xi) y Averrhoes (siglo xiii), fueron peripapéticos.


Las doctrinas de los Árabes fueron trasmitidas a los Cristianos por los Judíos de España y traducidas las obras de Aristóteles, con comentarios árabes, recibieron un gran impulso los estudios y despertaron los espíritus con nuevas y progresivas tendencias. El detenido estudio de Aristóteles, cuyos límites respectivos son la Física y la Metafísica, favorecía juntamente las indagaciones experimentales acerca de la naturaleza y las especulaciones metafísicas.

A ambos fines se consagró el dominico Alberto el Grande, sin dejarse arrastrar, como otros, por el exclusivo predominio de la Metafísica y de la Lógica. Que Alberto el Grande estudió a Aristóteles en las obras de los Árabes y según los comentarios de éstos (supiera o no el árabe y el griego, pues pudo valerse de las versiones latinas que comenzaban por entonces), se prueba observando las reminiscencias que existen en sus escritos de la antigua cábala y aun la fama de mágico, generalmente atribuida por todos sus contemporáneos al célebre dominico.

Así es que le denominaban magnus in magia, major in philosophia, maximus in theología. Debe esta fama de amigo de las ciencias ocultas (que le valió en ocasiones despertar suspicacias dentro de la ortodoxia de la Iglesia, a pesar de su alta jerarquía episcopal), a la afirmación que hace del alma como una sustancia distinta e independiente de los órganos, capaz, aunque se halle separada de ellos y por tanto del cuerpo (como espíritu puro), de moverse por sí misma de un sitio a otro, cuya verdad dice haber comprobado en distintas operaciones mágicas, cujus etiam veritatem nos ipsi experti sumus in magicis) (Opp. t. III). Sea de ello lo que quiera; proceda esta tendencia del sentido general de los tiempos, ganoso de ver lo extraordinario y sobrenatural por todas partes; dimane de la ley general histórica, según la cual los nuevos horizontes de la ciencia vienen precedidos de penumbras, tocadas de error y superstición; se explique por la incoherente confusión de las especulaciones ideales y atrevidas interpretaciones con las experiencias restringidas de entonces; es lo cierto que Alberto el Grande estudió con igual asiduidad la Física y la Metafísica y que en vez de reducir el pensamiento, como más adelante lo hacía la Escolástica, a abstractas especulaciones, esparcía su vista genial por las esferas de la especulación metafísica y a la vez por los vastos y por entonces inexplorados dominios de la experiencia.

Profesor de Teología en su propia orden (la de los Dominicos) en 1222, explicó en varios puntos y en 1245 se estableció en París, acompañado ya de su discípulo el célebre Santo Tomás de Aquino, espíritu más sincrético y que tan decisiva influencia logró en la Filosofía de la Edad Media. Tres años residió Alberto el Grande en París (1245-1248), comentando la Física de Aristóteles ante un auditorio innumerable, tanto que se vio obligado explicar al aire libre en una plaza que ha conservado su nombre Maubert, abreviatura de Magister Albert. No faltan historiadores que, aparte su enseñanza filosófica, consideran a Alberto el Grande como merecedor de un puesto distinguido entre los promovedores de los estudios de las ciencias naturales (V. Hoefer, Histoire de la Chimie).

La Física explicada y aceptada por Alberto el Grande es la misma de Aristóteles, con todos sus errores, pero la Química debe al ilustre dominico el análisis del cinabrio, descripciones de las propiedades del azufre y aun el conocimiento de algunos ácidos.

Claro está que tales datos se hallan envueltos en la oscura bruma de las supersticiones del tiempo, suficiente para conservar en la memoria de las gentes casi hasta nuestros días, el tipo legendario de Alberto el mágico, cuyos secretos (cabeza parlante, invierno convertido en primavera &c.), han sido expuestos, explicados y comentados.

Cuando Alberto regresó a Alemania (1248), fue sucesivamente nombrado (1254) Provincial de la orden de Santo Domingo y más tarde elevado (1260) a la sede episcopal de Ratisbona.

Estas dignidades no satisfacían a Alberto el Grande, que prefirió renunciar a ellas, retirándose a un convento de Colonia, donde se consagró por completo al estudio. Algunas predicaciones (y quizá de las Cruzadas) hizo posteriormente, pero hasta el fin de su vida (1280) continuó casi exclusivamente dedicado a exponer y comentar la Filosofía aristotélica y a la vez al estudio y observación naturales, rodeados por entonces de supersticiones y errores como los de la Alquimia, que dieron ocasión a las distintas acusaciones que se dirigieron al dominico alemán de mágico y de amigo de la selva negra del pensamiento. Estima Cousin (V. Cousin, Cours de l'Histoire de la Philosophie) que Alberto el Grande es más que nada un erudito, sin que en él se descubra un pensador de raza, ni menos un genio.

No era en verdad la época en que vivió Alberto el Grande la más adecuada para hacer gala de dotes originales o para manifestarse como fundador de un sistema propio de filosofía. Necesitaba más que nada el siglo xiii dar moldes lógicos a todas las especulaciones teológicas, que habían engendrado los comentarios a las doctrinas de los Padres de la Iglesia y llenaba esta urgente necesidad hasta un límite por entonces suficiente la Filosofía de Aristóteles, que propagó y divulgó con cierto carácter de asimilación propia el gran dominico.

Esta empresa, preparada y llevada a cabo por Alberto el Grande, unida a la de educar y enseñar a su discípulo Santo Tomás, que tan decisiva influencia había de ejercer en la Filosofía cristiana, son títulos de gloria que no se podrá nunca negar al gran dominico. Escritor fecundo (sus obras forman una colección de 21 tomos en folio, de comentarios de Aristóteles, sobre los libros sagrados, Teología, etcétera, Biblioteca de los hermanos predicadores de Quetif y Echard) y sabio universal, manifiesta Alberto el Grande más paciencia que genio y más erudición que originalidad, pero su obra (la de su enseñanza y la de sus escritos) prepara favorablemente la más sincrética de su discípulo Santo Tomás. Como el maestro del Angel de las Escuelas escribe de omne re scibili y más que un sistema, expone, con puntos de vista procedentes de sus estudios especiales de ciencias físicas, el aristotelismo; indicaremos aquellas doctrinas peripatéticas, que en la obra de Alberto el Grande reciben aclaraciones dignas de tenerse en cuenta. Imbuido por el sentido de su tiempo, estima Alberto el Grande que es la Teología el primero y el más fundamental saber, pero no niega a la razón poder para conocer por sí misma la verdad, dando con esta declaración motivo a Santo Tomás para que distinga más tarde el conocimiento adquirido por la luz natural de la razón (Filosofía) del que se obtiene merced a la revelada (Teología). No es insignificante, considerado en aquellos tiempos, el progreso que representa esta distinción de Teología y Filosofía, atribuyendo a ésta, no una servidumbre incondicional, como se viniera haciendo antes, a la Teología, ancilla theologiœ, sino una esfera propia, la del estudio y trabajo del pensamiento en cierto modo libre. Comparar ésta y otras afirmaciones con la idea y sentido que unánimemente se profesa hoy acerca de la indagación científica y de la especulación filosófica, sería desconocer el carácter de la crítica histórica, que ni puede ni debe prescindir de antecedentes explicativos, ni en lo posible deja de tener en cuenta todos aquellos consiguientes, que en el orden del tiempo señalan lo prematuro y la madurez de las ideas.


Amplía también Alberto el Grande el sentido y concepto de la Lógica. Para él es algo más que el ars cogitandi, y comprende la Dialéctica y todas sus formas (el silogismo), según venía repitiendo la Escolástica; pero a todos éstos hay que añadir, según el dominico, los puntos de vista de igual importancia que se refieren a la definición, a la demostración, al lenguaje y en general a todo procedimiento, que lleva al espíritu de lo desconocido a lo conocido. Y en la única audacia metafísica que se permitieron los lógicos de la Edad Media, en el célebre problema de los Universales, Alberto el Grande se decide por la solución idealista, por el Realismo, aceptando la realidad para él incuestionable de los Universales como piedra de toque para discernir lo verdadero de lo falso.

Quizá interpreta en este asunto mejor que toda la Escolástica el sentido latente en la filosofía aristotélica, que conserva a pesar de divergencias aparentes, en sus entrañas jugo sinobial que la une con el idealismo de Platón. Dirección aún más abstracta sigue Alberto el Grande en la doctrina metafísica.

Después de combatir la idea de causa, que latía en la enseñanza de los filósofos árabes, introduce teorías sutiles acerca de la materia y de la forma, de la esencia y del ser y de otras entidades abstractas, que fueron el tormento de aquellos doctores de la Edad Media y que apenas si conservan tan largas disquisiciones un valor exclusivamente histórico.

En Psicología acepta Alberto el Grande el concepto fundamental del alma, profesado por Aristóteles, como la forma sustancial del cuerpo; pero la independencia que la atribuye del organismo, dotándola de poder para moverse por sí misma, si lo plástico y material del cuerpo, hace que su doctrina Psicológica degenere en la supersticiosa creencia de la existencia del espíritu puro en esta vida, todo lo cual le sirve de ocasión para sus aficiones a lo maravilloso, de que procede según ya hemos indicado, la nota de mágico, que en su tiempo y en los posteriores se le atribuyera. Donde más claramente se percibe la alta penetración del dominico, comentando la filosofía aristotélica, es en la enumeración de las facultades del alma, que no queda para él, como para otros comentadores de Aristóteles, diluida en una distinción minuciosa de sus potencias.

Para Alberto el Grande está dotada el alma de la fuerza vegetativa, de la facultad de sentir, de la potencia locomotiva, del entendimiento, &c.; pero todas estas potencias se hallan condensadas en la unidad virtual, potencial y eficacísima del alma misma, todo virtual o totum potestativum como él dice. Queda así germen suficiente en la enseñanza de Alberto el Grande para reconstruir el análisis psicológico y para que se conciba la realidad del alma como antecedente cronológico y explicativo de la serie de sus manifestaciones.

Expone después la teoría que se halla más detallada en su discípulo, Santo Tomás, del entendimiento agente y posible, distinción que no implica separación, sino conexiones cada vez más íntimas entre el aspecto receptivo y activo, propios de toda relación inteligible y que ha de servir de base al Ángel de las Escuelas para dar al debatido problema de los Universales una solución satisfactoria. La Teodicea de Alberto el Grande tiene reminiscencias y dejos muy significados de la filosofía árabe y de la Escuela de Alejandría. Separa cuidadosamente de su doctrina filosófica de Dios todos ellos dogmas, que manda creer la Teología dogmática, conservando, merced a este artificio, su pensamiento dentro de la más pura ortodoxia; pero en sus especulaciones sobre Teodicea, abunda en contradicciones y errores que fuera prolijo enumerar (V. Tennemann). La doctrina moral, calcada en las enseñanzas de Aristóteles, recibe de Alberto el Grande algunas aclaraciones importantes.

Estima la vida moral como procedente toda ella de la conciencia, donde se acentúa la ley suprema que nos obliga a obrar y que a la vez juzga de la bondad de nuestros actos, dejando implícita la distinción de la conciencia antecedente (que prescribe la ejecución de los actos) y de la conciencia consecuente (que juzga los actos). Para enlazar su doctrina moral con sus creencias religiosas y aun con la Teología, distingue el poder o disposición moral (eco de la doctrina de la gracia) que llama sindéresis, con algunos Padres de la Iglesia, y la manifestación habitual de este poder o conciencia propiamente dicha.

Nacido a orillas del Danubio, de la ilustre estirpe de los Bolestadt, se hizo dominíco y paladín del aristotelismo. Espíritu universal, escribió 21 volúmenes después de haber frecuentado diversas universidades entre ellas Pavía, Padua, Bolonia, Colonia.


Monje ejemplar, se sintió, a pesar de lo que se haya dicho, atraído por el ocultismo: astrología y alquimia.

La tradición le añade más, presentándole como evocador de los muertos (ante Federico II) y como autor de dos tratados (Grimorios) bastante mediocres: “Los secretos del Gran Alberto” y “Los secretos del Pequeño Alberto”, apócrifos del siglo XVIII que. plagiados en el XIX, se han convertido en auténticos manuales dc brujería en los campos. Se le atribuye también la creación de un autómata astral que respondía por palabras y por signos. (en mi opinión personal, y por lo que he leído, pudo haber sido uno de los denominados Golems...y aprovechando el paréntesis, un Golem era creado por altos rabínos, conocedores de magia, que inscríbian en la frente de un hombre de arcilla, el nombre secreto de Dios, y este le daba vida...eso era un Golem)


Fue el maestro del gran Tomás de Aquino (1225-1274) a quien de paso, algunos han achacado actividades ocultas.

San Alberto Magno O.Pfue un destacado teólogo, filósofo y figura representativa de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

Estudió en Padua, donde tomó el hábito de Santo Domingo de Guzmán y profundizó en el conocimiento de la filosofía aristotélica, y en París, doctorándose en 1245. Enseñó en algunas de las pocas Universidades que existían en ese momento en Europa, también desempeñó su trabajo en distintos conventos a lo largo de Alemania.

En la universidad de París tradujo, comentó y clasificó textos antiguos, especialmente de Aristóteles. Añadió a estos sus propios comentarios y experimentos, aunque Alberto Magno no veía los experimentos como lo verían luego los fundadores de la ciencia moderna y en especial Galileo Galilei, sino que en su opinión la experimentación consistía en observar, describir y clasificar. Este gran trabajo enciclopédico sentó las bases para el trabajo de su discípulo Santo Tomás de Aquino. También trabajó en botánica y en alquimia, destacando por el descubrimiento del arsénico en 1250. En geografía y astronomía explicó, con argumentos sólidos, que la tierra es redonda.

En 1259 ó 1260, fue ordenado obispo de la sede de Ratisbona, cargo que dejaría poco después habiendo remediado algunos de los problemas que tenía la diócesis. En 1263, el Papa Urbano IV aceptaría su renuncia, permitiéndole volver de nuevo a la vida de comunidad en el convento de Wurzburgo y a enseñar en Colonia.

Murió a la edad de 87 (o 74) años, cuando se hallaba sentado conversando con sus hermanos en Colonia. Antes había mandado construir su propia tumba, ante la que cada día rezaba el oficio de difuntos. Está enterrado en la cripta de la Iglesia de San Andrés, en Colonia.

Sus obras, recogidas en 21 volúmenes, fueron publicadas en Lyon en 1629.

Fue beatificado en 1622, pero la canonización se haría esperar todavía. En 1872 y en 1927, los obispos alemanes pidieron a la Santa Sede su canonización, pero sin éxito. El 16 de diciembre de 1931, Pío XI, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que equivalía a la canonización. Su fiesta en la Iglesia Católica se celebra el 15 de noviembre. San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales, ciencias químicas y de ciencias exactas.

Principio del formulario




ROGER BACON- (1214-1294)
Alquimista. Imperator de los Rosacruces. Promotor del método experimental en la Alquimia.

Roger Bacon (Ilchester, c. 1214 - Oxford, 1294) fue un filósofo, científico, y teólogo inglés, de la orden franciscana (tradicionalmente, su nombre se cita seguido por las siglas O.F.M.). Es conocido por el sobrenombre de Doctor Mirabilis ("doctor admirable", en latín). Las fuentes bibliográficas suelen castellanizar su nombre como Rogerio Bacon, pronunciándose su apellido a veces como palabra llana y a veces como palabra aguda (habiéndose de escribir en ese caso con tilde -Bacón-).1 La pronunciación de su apellido en inglés es [béicon] (como la palabra inglesa bacon -"panceta ahumada"-).

Nacido en Ilchester en el Condado de Somerset. Se hizo matemático en París, y después franciscano en Oxford. De una ciencia universal, fue el primer europeo en controlar las bases de la quimica en su “Espejo de la Alquimia”. Sólo se fiaba de la experiencia.

Una leyenda inglesa le atribuye también la creación de un misterioso androide.
En su “Tratado de las obras secretas de la naturaleza y del Arte”, predice las invenciones que habrán de realizarse (volar por los aires, puente colgante, coche sin caballos, etc.) pero esta obra le cuesta prisión por brujería. El papa Clemente IV le libra de ella.


LULLIO RAYMON ( (1235-1316)

Catalán nacido en Palma. Protegido por Jaime II, frecuenta las universidades de Montpellier, Roma, París, Palermo y Nápoles. Senescal del mismo rey, fue también gran espadachín y trovero. Converso, fue iniciado en la cábala. Aprendió el árabe y quizá estuvo en contacto con la secta musulmana de los « Hermanos de la Pureza ».


Se ha puesto en duda la mayor parte de sus escritos alquímicos.
A los 70 años, reside cerca de Eduardo II rey de Inglaterra.
Como se ha dado la calificación de « Raymond » a las monedas « Los dobles de la Rosa », se ha pretendido que había logrado la transmutación y que la alquimia le había tentado después de un encuentro con Arnaldo de Villanova.
Publica acerca de numerosas ciencias. Consideraba su obra sobre la cábala capaz de convertir a los infieles. Funda numerosas cátedras de lenguas orientales. A los 80 años, parte en solitario para una cruzada personal. Hace prisionero a Bougie, fue lapidado por la muchedumbre y murió en un barco genovés que le había recogido en 1315.

Sus contemporáneos le llamaban Doctor Illuminatus. Es bienaventurado. Su tumba está en la capilla de la iglesia de San Francisco en Palma de Mallorca.



ARNOLDO DE VILLANUEVA: (c. 1238 - Génova 1311),


Arnau de Vilanova (en catalán y provenzal), denominado también Arnaldo de Vilanova o de Villanueva en castellano, Arnaldus de Villa Nova o Arnaldus Villanovanus, fue médico, teólogo y embajador de grandes figuras de la monarquía y del clero de su época.

Ocultista, médico , humanista, alquimista. Desarrolló y mostró los beneficios de la hidroterapia.

Escribió obras claves para la medicina europea medieval, como Régimen Sanitatis ad regum Aragonum, Medicinalium introductionum speculum y algunos tratados de patología general, entre otros. Se le conocía como el "médico de Reyes y Papas" y se le han atribuido obras de alquimia aunque muchas de las obras que se le adjudican podrían no ser suyas. De formación políglota dominó el hebreo, árabe, probablemente el griego, algunas lenguas vulgares de Francia, Italia y el latín y catalán, siendo estas dos últimas las que usó para escribir sus obras.

vive en Francia y se relaciona con personajes de la estatura de Tomás de Aquino, Roger Bacon y Pietro de Abano, es amigo y médico del Papa Clemente V. Enseña a sus discípulos la tradición de los secretos naturales, de los talismanes planetarios, de las preparaciones para la salud, el vigor y la vejez. Algunas de estas preparaciones fueron transmitidas por Paul Cristian.


Médico, astrólogo, hereje, alquimista y brujo. Nació en Montpellier en el siglo XII y murió en un naufragio en 1314. La química le debe muchos descubrimientos, y a pesar de que verdaderamente sólo buscaba la PIEDRA FILOSOFAL y pensaba en hacer otra, encontró tres ácidos: Sulfúrico, muriático y nítrico. Se le acusó de mago. Pegna dice que todos sus conocimientos en la alquimia los debía a un demonio, y el padre Mariana le reprochaba el haber intentado formar un hombre con esperma, mezclado con ciertas drogas y puesto en una calabaza. La Inquisición de Tarragona hizo quemar sus libros tres años después de su muerte, y lo que nunca se le perdonó fue el haber pregonado, en un momento de ira y exaltación, que todos los frailes serían condenados.

Se le supone autor de un pequeño “TRATADO DE LA EXPLICACIÓN DE LOS SUEÑOS” y se le atribuyen muchas obras de alquimia y magia, entre ellas el “LIBRO DE LAS LIGADURAS FÍSICAS” y el de “LOS TALIMANES DE LOS DOCE SIGNOS DEL ZODÍACO”.

Nacido en una desconocida familia de Cataluña, estudia medicina y ciencias naturales.


Debió llevar a cabo los primeros ensayos regulares de destilación.
Tuvo una gran reputación como curandero: fabrica remedios gracias a la alquimia, una vez establecido el tema astral y sus pacientes y, conocedor de la cábala, les fabricaba amuletos preservadores. Sus obras sobre la higiene denotan un buen conocimiento del cuerpo humano.

Los dominícos le proclamaron herético y únicamente le libró de la hoguera el haber sido consejero de dos reyes (Federico II de Sicilia y Jaime II de Aragón) y médico particular de tres papas (Bonifacio VIII, Benito XI y Clemente V). Se resignaba difícilmente a no ser más que médico cerca de los papas y se proclamó varias veces visionario, lo que le permitió influir benéficamente sobre Federico II de Sicilia en sus reformas democráticas. Después de una estancia en Aviñón en 1309 que le malquista con Jaime II, muere en 1310, durante una travesía por el Mediterráneo.



ABULAFI BEN SAMUEL -1.240

Kábala práctica. Contacto con sufís. Colaboró para el desarrollo de la Kábala.



JACQUES BERNARD DE MOLAY- 1.240 – 1.314

(hacia 1240 a 1244, † 18 de marzo de 1314). Noble franco y último Gran Maestre de la Orden del Temple.

Estudiosos nobiliarios incluyen a Molay en la genealogía de Lonvy, al ser Molay una población del Señorío de Rahon, propiedad del padre de Jacques de Molay.

Jacques Bernard de Molay nació en Borgoña entre 1240 y 1244 (aunque hay ciertas versiones que especifican que fue en el año 1243 y otros en el 1244, en la ciudad de Vitrey, departamento de Haute Sâone), hijo de Juan, Señor de Lonvy, heredero de Mathe y Señor de Rahon, gran población cerca de Dôle, de la cual dependían muchas otras, pero principalmente Molay, y esta a su vez, era una parroquia de la Diócesis de Besançon, en el Deanato de Nenblans.

En 1265, en la ciudad de Beaune (Francia) se unió a la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (más tarde llamados Caballeros del Templo de Salomón), conocidos comúnmente como Caballeros Templarios u Orden del Temple, recibiéndole el Fraile Imbert de Perand, visitador de Francia y del Portu, en la capilla del Temple de la residencia de Beaune.

En 1293, figura con el título de Gran Maestre tras la muerte de Thibaud Gaudin el 16 de abril de 1292. Así se convirtió en el 23° y último Gran Maestre.

Organizó entre 1293 y 1305 múltiples expediciones contra los musulmanes y logró entrar en Jerusalén en 1298, derrotando al Sultán de Egipto, Malej Nacer, en 1299 cerca de la ciudad de Emesa. En 1300 organizó una incursión contra Alejandría y estuvo a punto de recuperar la ciudad de Tartus, en la costa siria, para la cristiandad.

En 1307, el Papa Clemente V, Beltrán de Goth y el rey de Francia Felipe IV "El Hermoso" ordenaron la detención de Jacques de Molay bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría (ver Baphomet). Molay declaró y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían sido impuestos; aunque con posterioridad se retractó, y por ello en 1314 fue quemado vivo frente a la Catedral de Nôtre Dame, donde nuevamente volvió a retractarse, en forma pública, de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamando la inocencia de la Orden y, según la leyenda, maldiciendo a los culpables de la conspiración:



« "Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir." "Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año..."»
En el plazo de un año, dicha maldición supúsose que comenzaba a cumplirse, con la muerte de Clemente V († 20 de abril de 1314); de Felipe IV (según Maurice Druon, a causa de un accidente cerebrovascular durante una expedición de caza el 29 de noviembre de 1314) ; y finalmente de Guillermo de Nogaret (envenenado ese mismo año).
ABANO PIETRO DE: 1.250

Insigne astrólogo, filósofo y médico, nacido el año 1250. Dícese de él que era el más hábil mago de su época; adquirió el conocimiento de las siete artes liberales por medio de siete espíritus familiares que guardaba encerrados un una redoma de cristal, y <>, tenía la habilidad de hacer volver a su bolsillo todo el dinero que había gastado. Perseguido como hereje y hechicero es muy probable que, si hubiese vivido hasta el día del proceso hubiera perecido quemado vivo, como lo fue en estatua después de su muerte, que ocurrió a los sesenta años de edad. Tradujo al francés “LAS OBRAS MÁGICAS DE

En su juventud estudió en París, doctorándose allí. Luego se estableció en Padua, donde adquirió gran reputación. Su famosa obra Conciliator differentiarum, quæ inter philosophos et médicos versantur, fue un intento de unificar la medicina árabe con la filosofía especulativa griega, gozando de gran influencia hasta bien entrado el siglo XVI. Su liderazgo marcó el auge de la Universidad de Padua como el principal núcleo del estudio médico de la región. Se encargó de introducir en Occidente las ideas del filósofo andalusí Averroes.

Fue juzgado dos veces por la Inquisición sobre acusaciones de herejía y nigromancia. Se le absolvió en el primer juicio, pero se le declaró culpable en el segundo después de su muerte, en prisión. Sus inquisidores, sin embargo, jamás pudieron dar con sus restos, para quemarlos y desparramar sus cenizas, pues sus leales amigos le dieron justa sepultura secreta.


JÁMBLICO: 1.300

Célebre filósofo platónico del siglo IV, -1300 nacido en Siria bajo el reinado de Constantino el Grande. Admitía la existencia de una clase de demonios o espíritus de un orden inferior, mediadores entre Dios y el hombre. Se ocupaba en adivinaciones. Estando un día en la ciudad de Gándara para demostrar su habilidad mágica, hizo salir en presencia del pueblo, de una fuente, dos genios o demonios a los que llamaba Amor y Contra-Amor; el primero tenía los cabellos dorados, trenzados y ondulantes sobre la espalda, pareciendo brillantes como los rayos del sol; en el segundo eran menos brillantes, lo cual admiró a todo el populacho. Fue autor de la obra “TRATADO DE LOS MISTERIOS DE LOS EGIPCIOS, DE LOS CALDEOS Y DE LOS ASIRIOS”. No se sabe con exactitud cuando murió, aunque Bodin afirma que lo hizo envenenándose.




NICOLAS FLAMMEL – Pontoise 1330, † París 1417 ¿??????????


Yüklə 0,85 Mb.

Dostları ilə paylaş:
1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   29




Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©www.genderi.org 2024
rəhbərliyinə müraciət

    Ana səhifə