1. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS
a˜
nos posteriores, la escasez de datos experimentales auspici´
o que muchos autores concediesen una
enorme transcendencia a la precipitaci´
on de carbonatos inducida por la simple evaporaci´
on (Sa´
enz
Garc´ıa, 1954)
16
o por factores metab´
olicos desarrollados por organismos con actividad fotosint´
eti-
ca. As´ı aparecieron diversos conceptos como toba bioconstruida, facies biog´
enicas, biosedimentaci´
on
fluvial y lacustre, etc. (Vaudour, 1997); biolitog´
enesis (Casanova, 1981a; Weisrock, 1986) o biocris-
talog´
enesis (Adolphe, 1986). Sin embargo, sucesivas aportaciones parecen inclinarse por el peso de
la precipitaci´
on inorg´
anica en el origen y desarrollo de numerosas acumulaciones tob´
aceas, aunque
advirti´
endose su control por causas muy diversas.
As´ı en alg´
un trabajo, ya antiguo, se describi´
o la precipitaci´
on de carbonatos tob´
aceos en tramos
fluviales sin ning´
un tipo de soporte vegetal (Slack, 1967). Posteriormente, nuevos datos advirtieron
c´
omo la precipitaci´
on de carbonatos con un origen fotosint´
etico era m´ınima (6 %-12 %) sobre ciertos
musgos como Palustriella commutata y Eucladium verticillatum, y que la provocada por efectos
de la evaporaci´
on tambi´
en era muy reducida (entre 10 % y 20 %): del resto era responsable la
desgasificaci´
on f´ısico-qu´ımica (Pentecost, 1996). Aquellas observaciones fueron apoyadas por otras
que establecieron que en flujos r´
apidos, la desgasificaci´
on del CO
2
inorg´
anico era la principal causa
de su supersaturaci´
on (Kano et al., 2003; Kawai et al., 2006. . . ..) frente al insignificante papel de
la fotos´ıntesis y de la temperatura (Lorah and Herman, 1988; Merz-Preiß and Riding, 1999; Chen
et al., 2004. . . .). En esta misma direcci´
on se incluyen los recientes datos obtenidos en peque˜
nos
cauces prealpinos (1-2 m de anchura y algunos dec´ımetros de profundidad) que apenas soportan
vegetaci´
on higr´
ofila (Brusa and Cerabolini, 2009) o en los del Sistema Ib´
erico (V´
azquez Urbez et
al., 2004 y 2010; Os´
acar et al., 2013). No obstante, la actividad biol´
ogica parece jugar un papel
m´
as eficaz en la precipitaci´
on de la calcita en aquellas aguas que discurren lentamente y, por tanto,
la desgasificaci´
on f´ısico-qu´ımica del CO
2
es baja (Chen et al., 2004). Sin embargo, numerosos
investigadores (Pentecost, 1998; Ford and Pedley, 1996; Pedley et al., 2009; Arp et al., 2001 y
2010. . . ) contemplaron la acci´
on combinada de ambas precipitaciones –abi´
otica y bi´
otica- en la
conformaci´
on de los carbonatos, incluso alguno de ellos observ´
o, en cauces del sur de Italia, c´
omo
en sus lechos no se produc´ıa precipitaci´
on cuando los biofilms estaban ausentes (Manzo et al., 2012).
3.3.
TASAS DE PRECIPITACI ´
ON
Una de las preocupaciones m´
as comunes en los trabajos dedicados al conocimiento de las tobas
se ha dirigido al estudio de su r´
apido crecimiento. Un primer ensayo fue llevado a cabo por Viles y
Goudie (1990) quienes analizaron m´
as de una decena de parajes, sobre todo europeos, en los que
se hizo una estimaci´
on de los desarrollos de tobas y travertinos termales, sin establecer diferencias
entre ellos y sin correlacionar los valores de las tasas de crecimiento con los distintos tipos de
facies. Desde hac´ıa tiempo se hab´ıa comprobado c´
omo determinadas facies tob´
aceas, especialmente
de naturaleza briof´ıtica, ten´ıan un progreso muy notable mientras que otras ofrec´ıan valoraciones
muy moderadas. No obstante, aquellos an´
alisis se apoyaron, con frecuencia, en observaciones muy
generalistas, salvo ciertas excepciones protagonizadas por una rigurosa monitorizaci´
on a lo largo de
meses (Slack, 1967; Chafetz et al., 1991; Manzo et al., 2012) o varios a˜
nos (Matsuoka et al., 2001;
Ihlenfeld et al., 2003; Kano et al., 2003; Kawai et al., 2006; V´
azquez Urbez et al., 2010; Arenas et
al., 2012a; Os´
acar et al., 2013). Hay que constatar entre las primeras el hecho de que muchas de
ellas, adem´
as de lo aproximado de los valores de sus pautas de crecimiento, no mencionan, como
ya se coment´
o arriba, el tipo de facies objeto de control.
Estas estimaciones suelen expresarse en mil´ımetros de crecimiento anual (Tabla 1.2) y, tam-
bi´
en m´
as recientemente, estacional. A este respecto sobresalen los datos obtenidos en el magn´ıfico
16
En este interesante trabajo se cita textualmente ..Si al aire libre y por efecto de cualquier cascada o r´
apido,
salpican el roquedo o la masa vegetal, una vez evaporada la impregnaci´
on a la que pueden dar lugar, aparece una
pel´ıcula extraordinariamente tenue que recubre el terreno, a la planta o al objeto que se interponga, pero, repetido el
efecto una y otra vez, tal pel´ıcula es capaz de adquirir un grosor considerable, llegando a envolver de concreci´
on el
obst´
aculo interpuesto.
11
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
laboratorio natural del Monasterio de Piedra -Zaragoza- (Arenas et al., 2012a), donde las acumu-
laciones tob´
aceas ofrecen un desarrollo estacional contrastado ya que las tasas de crecimiento, en
distintas facies carbon´
aticas (estromatolitos, limos y barros tob´
aceos no laminados, dispositivos
de musgo. . . .), alcanzan valores (5,26 mm) dobles durante las etapas c´
alidas -primavera y verano-
que los registrados (2,26 mm) durante las fr´ıas -oto˜
no e invierno- (V´
azquez Urbez et al., 2004
y 2010; Os´
acar et al., 2013). Tampoco faltan ciertos ensayos que calcularon las apreciaciones en
g/cm
2
a˜
no
-1
o kg/m
2
a˜
no
-1
como los efectuados, tambi´
en, en el citado Monasterio 0,86 g/cm
2
- 0,13
g/cm
2-
(V´
azquez Urbez et al., 2010), o los llevados a cabo experimentalmente en formas dom´
aticas
del australiano Lago Eyre que registraron valores comprendidos entre 0,15-1,6 kg/m
2
a˜
no
-1
(Keppel
et al., 2011). Regionalmente se han considerado precipitaciones de carbonatos tob´
aceos en tonela-
das/a˜
no, bien en el fondo de valles como Plitvice -10.000 T a
-1
- (Emeis et al., 1987) o al pie de
manantiales -12,6 T a
-1
- del sur de Alemania (Usdowski et al., 1979). En Ruidera, las estimaciones
se han efectuado en m
3
/a˜
no -15.000 m
3
/a˜
no- (Ordo˜
nez y Felipe, 1988).
Tabla 1.2: Tasas de precipitaci´
on actual en diversos ´
ambitos k´
arsticos.
TASAS DE
SEDIMENTACI ´
ON
TIPO DE FACIES/
MORFOTIPO
PARAJE
REFERENCIA
1-9 mm a
-1
Varios
Diversos parajes del
Reino Unido
Pentecost, 1987
1-5 mm a
-1
Barreras, lagunas, lechos
fluviales
Huanlong. Meseta de
Sichuan. China
Liu et al., 1995
4,15 mm a
-1
Peque˜
nos saltos de agua
Tobas intertropicales.
Australia
Drysdale and
Gillieson, 1997
10 mm a
-1
Facies de musgos/Edificio
de Barrera
Lagos de Plitvice
Croacia
Emeis et al., 1987
30-40 mm a
-1
Facies de musgos/Edificio
de Surgencia
Valle del r´ıo Taju˜
na
Alcarria.- Espa˜
na
Ordo˜
nez et al., 1979
Valores medios de
33 mm a
-1
Facies de musgos
Monasterio de Piedra
V´
azquez Urbez et
al., 2004 y 2010
40 mm a
-1
-
42 mm a
-1
Facies de musgos/Edificio
de Surgencia
Parameras Alto Tajo.
Checa. Espa˜
na
Weijemars et al.,
1986.
La calcificaci´
on, a escala milim´
etrica, de l´
aminas alg´
aceas de diferentes caracter´ısticas (color,
tama˜
no de los cristales, etc.) y superpuestas unas encima de otras, permite evaluar la relativa
rapidez de la sedimentaci´
on en los momentos actuales en este tipo de dispositivos carbon´
aticos.
Destaca en la citada superposici´
on, la existencia de l´
aminas con tonalidades oscuras y de otras m´
as
claras reflejo de unos cambios estacionales que incluyen variaciones biol´
ogicas, de insolaci´
on y de
caudal (Caudwell et al., 2001; Matsouka et al., 2001; Andrews and Brasier, 2005; V´
azquez Urbez et
al., 2010. . . .), aunque con algunas particularidades de excepci´
on (Manzo et al., 2012). As´ı, se han
establecido crecimientos de: 1 a varios mm a
-1
en la Francia atl´
antica (Freytet, 1990); 1,5 mm a
-1
(en 10 meses) en algunos arroyos alemanes (Arp et al., 2001); 2 mm a
-1
en B´
elgica (Geurst, 1976a
y 1976b); 2-3 mm a
-1
en Provenza (Casanova, 1981b) y de 2,5 mm a
-1
(Weisrock, 1981) a 4 mm
a
-1
, en Marruecos (Muxart, 1981); valores bastante elevados (5-10 mm a
-1
) fueron estimados en
carbonatos alg´
aceos desarrollados en peque˜
nos lechos fluviales (14 L/s) de las Monta˜
nas Blancas,
en el desierto oriental californiano (Slack, 1967).
Sin embargo, hoy, los valores medios de crecimiento m´
as sobresalientes (Tabla 1.2) se vinculan
a construcciones tob´
aceas desarrolladas sobre musgos calc´ıcolas al pie de surgencias k´
arsticas con
flujos continuos de agua en los valles del Taju˜
na (30-40 mm a
-1
) (Ordo˜
nez y Gonz´
alez, 1979) y
del Alto Tajo (140 mm a
-1
) (Weijermars et al, 1986); en el primero, sobre facies constituidas por
Cratonerum commutatum y Eucladium verticillatum y en el segundo por Bryum pseudotriquetrum
12