LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
tob´
aceos y la existencia de diques carbon´
aticos cerrando las lagunas de Somolinos y de Taravi-
lla, comprob´
andose en la primera su escasa profundidad (12 m) y su fondo plano (Castel, 1881).
Poco despu´
es, y desde los inicios del siglo XX, algunas manifestaciones tob´
aceas dejaron de pasar
inadvertidas debido a la calidad de los paisajes de su entorno, muchas veces protagonizados por
espectaculares cascadas -Monasterio de Piedra y otras- (Fig. 1.1) o por rec´
onditos y enigm´
aticos hu-
medales (Ruidera) que, en ocasiones, adoptaban una ex´
otica tonalidad azul-turquesa y no estaban
exentos de vistosos saltos de agua.
Figura 1.1: Cauce del Alto Tajo y cascada del Arroyo del Campillo. Zaorejas.- Guadalajara. Hern´
andez Pacheco,
1929. (En: Fisiograf´ıa del Solar Hispano, Madrid 1956, 785 pp.).
Pronto aquellas rese˜
nas iniciales dieron paso a observaciones m´
as detenidas (Mallada, 1911),
siendo las Lagunas de Ruidera (Fig. 1.2 y Fig. 1.3) el paradigma tob´
aceo m´
as referenciado (Hern´
andez
Pacheco, 1929 y 1949; Jessen, 1946; Planchuelo, 1944 y 1954). Pero quiz´
as, una de las aportaciones
que contribuir´ıa de modo m´
as decisivo a la eclosi´
on de los posteriores estudios fuera un trabajo
dedicado a los lagos tob´
aceos (Sa´
enz Garc´ıa, 1954). Surgieron m´
as tarde referencias a la existencia
de tobas en otros lugares del pa´ıs, concretamente, en un dominio insular, como las Islas Balea-
res, donde se advirtieron dep´
ositos en parajes mallorquines (Obrador y Mercadal, 1969). Enorme
difusi´
on tuvieron tambi´
en dos aportaciones llevadas a cabo en los valles de ciertos tributarios del
Alto Tajo (Virgili et P´
erez Gonz´
alez; 1970; P´
erez Gonz´
alez y Virgili, 1975) que pasaron a ser cita
obligada en las bibliograf´ıas de todas aquellas hojas del Mapa Geol´
ogico 1/50.000 en cuyo territorio
se cartografiaron estos dep´
ositos. Desde entonces, varias centenas de trabajos
12
han sido dedicados
al estudio directo, o indirecto, de los dep´
ositos tob´
aceos diseminados por los diversos territorios
espa˜
noles.
3.
SEDIMENTACI ´
ON DE LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS: ACUI-
FEROS Y AGUAS. TIPOS DE PRECIPITACI ´
ON Y TASAS DE CRE-
CIMIENTO
La acumulaci´
on de los dispositivos tob´
aceos exige el funcionamiento de un complejo conjunto
de procesos que se interrelacionan en un marco dial´
ectico de acci´
on-reacci´
on y donde los factores
12
Ver S´ıntesis Final donde se incluye una prolongada relaci´
on de autores y aportaciones.
8
1. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS
geoambientales juegan un papel primordial, aunque no exclusivo
13
. Tambi´
en intervienen, entre
otros, los condicionantes morfo-estructurales del ´
area donde se emplazan las tobas y los hidrol´
ogicos
que incluyen las propiedades y naturaleza de los acu´ıferos k´
arsticos, as´ı como la descarga de sus
flujos de agua. Todos ellos regulan los tipos de precipitaci´
on de los carbonatos y sus tasas de
crecimiento.
Figura 1.2: Laguna Batana y cola de la Laguna Colgada a mediados del siglo XX. Separando sus vasos, vista del
paramento de aguas arriba de la barrera tob´
acea que represaba, casi hasta su coronaci´
on, las aguas del primer
humedal (Lagunas de Ruidera, Valle del Alto Guadiana).
Figura 1.3: Orillas acantiladas asociadas a replanos estromatol´ıticos en una de las Lagunas de Ruidera, a mediados
del siglo XX. Valle del Alto Guadiana.
3.1.
ACU´
IFEROS Y AGUAS
La procedencia de los carbonatos conformadores de dep´
ositos tob´
aceos se vincula, casi siempre,
a la naturaleza caliza de unos acu´ıferos m´
as o menos inmediatos. No obstante, existen algunas
excepciones en las que las tobas se han desarrollado desde reservorios de otra naturaleza. Es el caso
de las localizadas en:
- Madagascar constituidas a partir de la meteorizaci´
on de basaltos ricos en calcio y de aguas
fre´
aticas con circulaci´
on muy lenta (Salomon, 1981);
13
V´
ease cap´ıtulo 3 sobre las acumulaciones tob´
aceas: exigencias geoambientales y distribuci´
on espacio-temporal.
9
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
- Sicilia, concretamente en las proximidades del Etna, cuyas tobas holocenas ofrecen un origen
semejante (Romano et al., 1987);
- Algunos valles de Polonia meridional labrados sobre roquedos no calizos; las tobas recientes
emplazadas en su seno han sido formadas por carbonatos procedentes de la decalcificaci´
on de
acumulaciones lo´
essicas (Alexandrowicz et Gerlach, 1981). Asimismo, se ha detectado la existencia
de dep´
ositos tob´
aceos alimentados desde acu´ıferos fracturados compuestos por rocas metam´
orficas
(Boch et al., 2005).
As´ı pues, los flujos de aguas constructores de tobas provienen, de modo casi exclusivo, de los
macizos k´
arsticos y se asocian a aguas mete´
oricas cuyas temperaturas suelen estar pr´
oximas a los
10
ºC
14
con valores de pH ligeramente b´
asicos (7,5 -8,4) y concentraciones de calcio comprendidas
entre unos 30 mg L
-1
y 60 mg L
-1
(Merz Preiß and Riding, 1999; Pentecost and Zhaohui, 2002; Pen-
tecost, 2005). Estos flujos k´
arsticos pueden conocer, a su vez, dos situaciones dial´
ecticas extremas
(Kupper, 1979):
- aguas con un importante contenido i´
onico en bicarbonato c´
alcico y susceptibles de registrar
procesos de sobresaturaci´
on por motivos f´ısico-qu´ımicos o bioqu´ımicos;
- aguas de bajo contenido y, por tanto, proclives a un comportamiento agresivo y capaz de
efectuar procesos de disoluci´
on en los lechos carbonatados sobre los que circulen.
Esta dicotom´ıa esquem´
atica abarca, indudablemente en muchos ´
ambitos tob´
aceos, situaciones
intermedias que s´
olo pueden ser seguidas a trav´
es de un estudio continuado de sus contrastadas
condiciones estacionales. Por ello, y salvo algunas magn´ıficas excepciones, se dispone de escasas ob-
servaciones que permitan un conocimiento riguroso de las variaciones temporales de los par´
ametros
as´ı como de la mineralizaci´
on de los flujos constructores de toba.
3.2.
TIPOS DE PRECIPITACI ´
ON: F´
ISICO-QU´
IMICA Y BIOQU´
IMICA
Tradicionalmente, se ha invocado la existencia combinada de dos variedades de precipitaci´
on en
el origen de los carbonatos tob´
aceos: de tipo f´ısico-qu´ımico y de naturaleza bioqu´ımica, se˜
nal´
andose
hace ya tiempo la dificultad que ten´ıa delimitar el papel de cada una de ellas en aquel proceso sedi-
mentario (Slack, 1967). En la primera, la precipitaci´
on del carbonato c´
alcico ser´ıa una consecuencia
de la desgasificaci´
on del CO
2
en las aguas mete´
oricas, cuya presi´
on parcial es varias decenas de veces
mayor que el incluido en las capas bajas atmosf´
ericas (Lorah and Herman, 1988); esta p´
erdida de
CO
2
estar´ıa motivada por la existencia de procesos de turbulencia, por la propia disipaci´
on de este
gas al pie de las surgencias o debido a cambios en la temperatura de los flujos. De igual modo, la
evaporaci´
on, al incrementar la concentraci´
on i´
onica de carbonatos y calcio, es un proceso capaz de
precipitar abi´
oticamente, sobre todo en aquellos lugares dominados por las altas temperaturas o por
una intensa insolaci´
on (Gandin and Capezzuoli, 2008). A destacar tambi´
en el efecto de i´
on com´
un,
sugerido por ciertos autores (Nicod, 1986a; Ord´
o˜
nez et al., 1986a; Bakalowicz, 1988a; Vaudour,
1988; Mel´
endez et al., 1996; Sancho et al., 1997; Andreo et al., 1999;. . . ), invocado especialmente
para flujos de agua con tenencias notables de SO
4
2-
que al incrementar el contenido de Ca
2+
elevan
su potencial de precipitaci´
on.
En la precipitaci´
on bioqu´ımica, la p´
erdida de CO
2
se vincular´ıa a las exigencias fotosint´
eticas
de todos aquellos organismos
15
, macr´
ofitos (briofitas, herb´
aceas. . . ) y micr´
ofitos –algas verdes,
cianobacterias, bacterias, diatomeas, etc.- alojados en los biofilms que colonizan las aguas. Tanto
unos como otros, pero sobre todo los micr´
ofitos, juegan un papel clave en la nucleaci´
on de la calcita
y en la porosidad primaria que ofrezca el material tob´
aceo.
Ha sido tema de debate, que se mantiene desde hace bastante tiempos, el papel desempe˜
nado por
ambas clases de precipitaci´
on en la formaci´
on de las tobas. A mediados del siglo pasado, y durante
14
Quiz´
as las temperaturas m´
as bajas, medidas en flujos constructores de toba, se aproximen a los 0
ºC en el ´ambito
Din´
arico (Horvantincic et al., 2003).
15
Diferentes dispositivos colonizan y conviven en los medios acuosos donde se precipitan tobas. Entre ellos desta-
can Pentecost (2005): procariotas (bacterias con funcionamiento fotosint´
etico o sin ´
el); eucariotas (algas incluyendo
clorofitas y diatomeas); hongos y l´ıquenes; briofitas y plantas vasculares.
10